El 1 de julio de 1935 Emilio Roig de Leuchsenring comenzó a desempeñarse como historiador de La Habana. En permanente homenaje a su titánica labor esa fecha recuerda el Día del Historiador Cubano.

Los antecedentes se remontan a 1927, cuando Roig fue nombrado Comisionado Intermunicipal. Cesó en su responsabilidad al eliminarse la Alcaldía de La Habana por Gerardo Machado, pero fue repuesto en 1933.

Su nombramiento como Historiador de la Ciudad se debió a una disposición del alcalde Antonio Beruff. Tres años después, en 1938, se creó la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, la cual Roig pasó a dirigir desde esa fecha y hasta su muerte en 1964.

En ese cargo su quehacer fue titánico y sus aportes a la historiografía cubana perdurables e imprescindibles. Sobresalió su aporte a la revalorización de la historia de Cuba, a despecho de ideas preconcebidas e impuestas por la tradición.

Al respecto sustentó que a ningún alzamiento en particular le correspondía el mérito de capitalizar el 24 de febrero de 1895. También sostuvo la continuidad histórica de las guerras de independencia y defendió que Cuba no debía su independencia a los Estados Unidos.

Desarrolló una amplia labor dirigida a la educación patriótica del pueblo cubano. Defendió la tradición antimperialista en nuestra historia, para lo cual profundizó en el pensamiento de los grandes próceres desde Félix Varela hasta Enrique José Varona.

Su obra también estuvo dirigida a la defensa, conservación y restauración del patrimonio construido, como edificaciones y espacios públicos de valor artístico e histórico. Prestó especial atención al develamiento de monumentos y tarjas conmemorativas.

Entre sus aportes fundamentales estuvo la divulgación histórica. Para ello se apoyó en la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales y los Congresos Nacionales de Historia. Ambos espacios tuvieron una marcada intencionalidad educativa y cultural.

Manifestó también una marcada preocupación por la enseñanza de la historia de Cuba, acerca de lo cual hizo valiosas recomendaciones. Fue un sistemático estudioso de José Martí, sobre quien escribió libros esclarecedores.

Buena parte de su obra y la de sus colaboradores apareció en los 75 números de los Cuadernos de Historia Habanera, colección que inició en 1935. Los volúmenes de la Colección Histórica Cubana y Americana se comenzaron a publicar, también gracias a su iniciativa, en 1938.

Creó la Biblioteca Cubana y Americana Francisco González del Valle, así como el Museo de la Ciudad, entre otros muchos proyectos y empeños. Defendió la existencia de una escuela cubana en Cuba libre, alejada de los dogmas y defensora de un porvenir más justo para la humanidad.

Emilio Roig de Leuchsenring dejó marcado un fértil camino a los historiadores cubanos. Como afirmó la historiadora Yamilé Quintero, estudiosa de su pensamiento: “Su amplísima obra como historiador estuvo dirigida a la educación del pueblo cubano, como legítimo sustento que haría perdurable su independencia, conquistada con el esfuerzo de varias generaciones”.

Por estas razones celebrar el Día del Historiador Cubano el 1 de julio es  motivo de satisfacción y compromiso.

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