Martín Marrero fue el único médico que dirigió un alzamiento el 24 de febrero de 1895.
El 24 de febrero de 1925 el pueblo de Jagüey Grande festejó el 30 aniversario del acontecimiento más importante de su historia: el alzamiento armado de un grupo de hombres para conquistar la libertad. La figura central de la conmemoración fue el coronel doctor Martín Marrero, quien dirigió un puñado de patriotas en esa fecha. Al día siguiente el periódico habanero La Discusión insertó las siguientes noticias:
“Jagüey Grande, febrero 24. A las 8 p. m. DISCUSIÓN. Habana. — El Centro Escolar celebró la gloriosa efemérides de hoy asistiendo el General Martín Marrero, Coronel Médico del Ejército y ex Alcalde de esta población en unión de su esposa, así como los veteranos de la independencia, las autoridades, la prensa y el pueblo”.
“Jagüey Grande, febrero 24. A las 9 y 25 p.m. DISCUSIÓN. Habana. — El Coronel doctor Martín Marrero fue recibido en este pueblo con indescriptible entusiasmo, celebrándose en su honor un magnífico banquete. Más tarde tuvo efecto la peregrinación a la finca «La Yuca», donde Marrero en unión de varios vecinos de este pueblo, dieron el grito precursor del 95. En tan solemne acto se pronunciaron elocuentes discursos, abogándose por la ratificación del Tratado Hay-Quesada”.

Días después, el 5 de marzo, el corresponsal en Jagüey Grande de este diario resumió las actividades realizadas en la patriótica fecha, que tuvieron como centro la presencia de Martín Marrero. Rememoró el lucido recibimiento que se le tributó en la estación de ferrocarriles, el banquete en el hotel Vista Alegre, el acto cívico del Centro Escolar Rafael Iturralde, la peregrinación a la finca La Yuca y el baile de la Sociedad Liceo. Sobre la llegada del distinguido patriota, recordó:
“…que entre vítores de la inmensa muchedumbre que acudió a la Estación a recibirlo, y del fragor continuo de rápidos chasquidos de bombas y voladores y del perenne repiqueteo de tea campanas, hizo su entrada el día 23, en el tren de las nueve p. m. para conmemorar sobre el terreno el trigésimo aniversario del levantamiento que capitaneó para romper la dominación de España en su suelo…”.
Además, destacó la efervescencia patriótica vivida en esos días, por
“…la presencia del excelso paladín de nuestra revolución emancipadora, el egregio patriota Martín Marrero, actualmente Coronel Jefe de Sanidad Militar, que vino a recordar con nosotros la fausta fecha de su levantamiento en armas contra el gobierno español, llevado a cabo al frente de un pequeño grupo de valientes, en la finca denominada«La Yuca», de este Término Municipal”.
Recordar la vida de Martín Marrero, y su patriótico gesto del 24 de febrero de 1895, es también un homenaje al único médico que comandó un alzamiento en armas aquel día sublime.

Recuento de una vida

Algunos creen que José Lázaro Martín Marrero Rodríguez era matancero, pero no es así. Nació en Santiago de las Vegas, cerca de La Habana, el 12 de diciembre de 1859. Gracias a los recursos de su familia pudo estudiar en el colegio “Casa de Educación”. Alcanzó el título de Bachiller y después el de licenciado en Medicina y Cirugía en la Universidad de La Habana el 13 de mayo de 1890. Se desempeñó entonces como médico en su pueblo natal.
Comprometido con la libertad de su patria, comenzó a conspirar en compañía de jóvenes de la localidad, entre ellos el después célebre Juan Delgado. Se trasladó en 1892 a Jagüey Grande, donde ejerció como médico y estableció contacto con los conspiradores de la zona. Ingresó en la Logia de la Libertad y después en la Caballeros de la Luz, en realidad fachada de una organización secreta llamada Caballeros del Silencio. Viajó a los Estados Unidos en 1893 y se entrevistó con José Martí, quien lo nombró delegado del Partido Revolucionario Cubano en Jagüey Grande.
El 24 de febrero de 1895, en coordinación con Juan Gualberto Gómez y otros jefes de la conspiración, Martín Marrero se sublevó al frente de 39 hombres armados en el ojo de agua La Cienaguita, finca La Sirena, a dos leguas y media de Jagüey Grande. Dirigió, dos días después, el que se considera el primer combate entre españoles y cubanos en la zona occidental. Esto ocurrió en Palmar Bonito, en la finca La Yuca. Obligado a dispersarse, se internó en la ciénaga de Zapata. Días después, el 3 de marzo, antes las escasas posibilidades de sobrevivir, se presentó en virtud del indulto decretado por el gobierno. Fue deportado a la ciudad de Pravia, en Asturias, España.
Deseoso de volver a la patria, Martín Marrero cruzó de forma clandestina la frontera a Francia, desde donde se embarcó hacia Nueva York, ciudad a la que arribó el 18 de julio de 1895. Estuvo en la fracasada expedición del vapor Willmington, dirigida por Pedro Betancourt. Hizo un segundo intento a las órdenes de Francisco Carrillo, también frustrado. Lo mismo le sucedió en la expedición del Bermuda, que dirigió Calixto García. Finalmente, bajo el mando del propio García, desembarcó en Baracoa el 24 de marzo de 1896.
Acerca de este momento dejó testimonio Eduardo Rosell Malpica, uno de sus compañeros:
“…el doctor Marrero, sumamente simpático, muy seriote, más parece un guajiro que todo un señor doctor en medicina. Es muy bromista, pero nunca abandona su seriedad; fue el jefe del grupo que se levantó en Jagüey Grande el 24 de febrero, y el primero que sostuvo fuego en esta guerra con el enemigo. En jarana lo llamamos el héroe de la Yuca”.

Al incorporarse al Ejército Libertador se le reconoció el grado de capitán. Estuvo junto a Calixto García hasta el 2 de mayo de 1896. Después formó parte de las tropas de los coroneles José González y Braulio Peña. Participó en los combates de Saratoga y Jacinto. Formó parte del Cuartel General del General en Jefe Máximo Gómez y en enero de 1897 fue trasladado a Matanzas, bajo las órdenes del General Avelino Rosas, de quien fue jefe de Estado Mayor. En abril de 1897 se trasladó a la Brigada de Colón, que dirigía el general Francisco Pérez Garóz. Terminó la guerra como parte del Estado Mayor del general Francisco Carrillo, en Las Villas. Ascendió a comandante en 1896, a teniente coronel en 1897 y a la coronel en el propio año. Se licenció el 1 de abril de 1899.
Tras el fin de la guerra Martín Marrero defendió la absoluta independencia de Cuba. Así lo escribió en el álbum publicado por el Estado Mayor del Cuartel General del Ejército Libertador en 1899:
“La libertad es el fuego central del globo americano; el foco luminoso de su luz, desalojando de todas partes las tinieblas del fanatismo y la tiranía, alojáronse en nuestra Patria, reforzando nuestras cadenas de esclavos y atrofiando el pensamiento en las iglesias—cárceles de la conciencia. Pero el Veterano tocó nuestras puertas, surgió la fiebre invasora que sólo se detuvo cuando, tocando en el mar, sus olas la refrescaron. Luchando en desigual combate contra la intemperie de la atmósfera y las intrigas de la tierra, quemando la pólvora—que es el incienso de la libertad—y escribiendo la historia con el cincel de nuestro acero, en los escombros, en los bosques segados por el plomo; en nuestro sublime rastro deletreará el viajero que el pueblo que nos vio nacer es muy digno de habitar en las entrañas de la libre América”.
A Martín Marrero se le designó, por el gobierno de ocupación estadounidense, alcalde de Yaguajay, en Las Villas. Fue propuesto por el general Francisco Carrillo como miembro del Partido Republicano de Yaguajay. El 16 de junio de 1900, en las primeras elecciones celebradas en Cuba tras el fin de la dominación española, fue elegido para el mismo cargo y reelegido en 1901. En honor a su labor, el primer hospital que existió en Yaguajay, que se inauguró el 7 de septiembre de 1899, fue denominado “Dr. Martín Marrero”. Nunca fue alcalde de Jagüey Grande, como se ha llegado a decir.

Renunció al cargo de alcalde en 1902 y se alejó de la política para ejercer como médico militar. Ingresó en el Ejército Nacional con el grado de capitán en 1903. Dirigió el Hospital Militar de La Cabaña y fue jefe de Sanidad del Cuerpo de Artillería hasta 1909. Ocupó el cargo de jefe de Sanidad del Ejército entre 1913 y 1915, con el grado de teniente coronel. Después se le designó, con el grado de coronel, jefe de la Sección de Sanidad del Estado Mayor General, responsabilidad que desempeñó de 1915 a 1919.
Favoreció la construcción del Hospital Central del Ejército en el antiguo campamento de Columbia, al cual dio una organización moderna. El 18 de mayo de 1919 pasó a ocupar la dirección del Hospital General del Ejército, cargo del que se retiró en 1926. Volvió entonces a su pueblo natal, donde falleció el 15 de diciembre de 1943. En ferviente y merecido homenaje, Jagüey Grande lo nombró «Hijo Adoptivo» y Santiago de las Vegas «Hijo Distinguido».
Al decir del historiador Jorge Quintana:
“Anciano, enfermo con sus viejos laureles de patriota, vivió varios años más en su terruño natal, Santiago de las Vegas, donde era considerado como una verdadera institución. Allí falleció dejando una familia y prestigio bien ganado”.
“No fue de los que medraron a la sombra de la República que él había ayudado con tantos esfuerzos a consolidarse; no fue de los que hicieron causa común con los traidores de la patria, ni de los que amasaron fortunas olvidándose de cumplir con su deber en los cargos que desempeñaron. Por ello, su nombre es una bandera de honestidad que los vecinos de Santiago de las Vegas exhiben con justo y legítimo orgullo”.
Martín Marrero Rodríguez fue el único médico que dirigió uno de los alzamientos del 24 de febrero de 1895. Quizás, incluso, el único profesional que lo hizo entre todos los que comandaron las acciones ese día en Matanzas, Las Villas y Oriente. Peleó por la libertad de su patria y se consagró después con pasión a la medicina militar, en la que fue un referente. Dejó, en tres provincias diferentes (Las Villas, Matanzas y La Habana), huellas profundas de lo que fue: un patriota entero.

