A 189 años de su natalicio, recordamos el paso del Generalísimo por nuestro municipio, un eslabón crucial en la campaña que cambió el curso de la Guerra de Independencia.
Este 18 de noviembre, al conmemorarse el 189 aniversario del natalicio de Máximo Gómez Báez, El Generalísimo, la mirada de la nación se vuelve hacia el archivo histórico y la figura del veterano estratega dominicano que forjó la independencia de Cuba. Sin embargo, para los habitantes de Jovellanos, su legado no es una reliquia distante, sino un capítulo vibrante escrito en nuestros propios campos y caminos. Es la historia de la Invasión a Occidente y del trascendental Combate de Coliseo, donde su genio militar se alió con la furia combativa de Antonio Maceo, el Titán de Bronce.
El estratega y el plan audaz
Máximo Gómez, nacido en Baní, República Dominicana, en 1836, era ya para 1895 una leyenda viva. Presidente de la República en Armas y Mayor General del Ejército Libertador, concibió la Invasión a Occidente como un movimiento estratégico maestro. No se trataba solo de llevar la guerra a las ricas provincias occidentales, sino de demostrar la fortaleza de la Revolución, incendiar la pradera enemiga y quebrar económicamente a la metrópoli española.
La columna invasora, una fuerza imbatible de mambises acampados en la disciplina y el ideal, partió desde Mangos de Baraguá. Al mando directo marchaba Antonio Maceo, pero la mente rectora, la gran estrategia, era de Gómez. A finales de diciembre de 1895, esa columna llegaría a los linderos de lo que hoy es nuestro municipio.
Jovellanos: escenario de la Historia
El paso de la invasión por la región de Jovellanos no fue un mero tránsito. Fue un momento de tensión y preparación para lo que sería una de las batallas más significativas de la campaña. El 23 de diciembre de 1895, las tropas mambisas acamparon a escasos kilómetros de la localidad. Desde allí, Gómez y Maceo planificaron su próximo movimiento, conscientes de que el ejército español, al mando del experimentado Arsenio Martínez Campos, se movía para interceptarlos.
Ese encuentro inevitable se produjo el 23 de diciembre de 1895 en Coliseo, un combate que quedó grabado a fuego en la historia militar cubana. Bajo las órdenes tácticas de Gómez y el liderazgo carismático de Maceo en el campo de batalla, las fuerzas cubanas, aunque en desventaja numérica, emplearon la movilidad y el conocimiento del terreno para infligir una contundente derrota a las columnas españolas.
El Combate de Coliseo: Una victoria con sello local y significado nacional
El Combate de Coliseo fue mucho más que una victoria táctica. Su significado histórico para la nación es profundo:
1. Consolidación del éxito de la invasión: Demostró que la Invasión no era una simple incursión, sino una fuerza capaz de derrotar al mejor ejército español en campo abierto, incluso en territorios supuestamente «pacíficos» del occidente.
2. Golpe moral al Colonialismo: La derrota de Martínez Campos, el principal artífice de la política española en Cuba, supuso un golpe moral devastador para la corona y un triunfo propagandístico incalculable para la causa independentista.
3. Sinergia entre líderes: Encarnó la perfecta y decisiva colaboración entre la mente estratégica y serena de Gómez y el ímpetu y valentía de Maceo. Fue la demostración de que la unidad en el mando era la clave del éxito.
Para Jovellanos, este hecho transformó nuestro suelo de un punto en el mapa a un escenario donde se decidió el destino de la Patria. El paso de Gómez y Maceo, y la sangre mambisa derramada aquí, nos vincula de manera indisoluble con la epopeya mayor de la nación.
Legado que perdura
A 189 años de su nacimiento, la figura de Máximo Gómez, declarado además Hijo Adoptivo de nuestro central territorio se agiganta. En Jovellanos, su memoria no es solo un nombre en un tarja o una efeméride en el calendario. Resulta un recordatorio de que la historia también se escribió aquí, entre nuestros campos, bajo el mando de un hombre cuya visión y determinación fueron esenciales para fundar la Cuba libre.
Honrar su natalicio, por tanto, reafirma nuestro vínculo con la historia nacional y reconoce que en este pedazo de Matanzas, el Generalísimo y el Titán de Bronce cabalgaron juntos hacia la leyenda, dejando una huella imborrable que hoy, con orgullo, llamamos nuestro patrimonio histórico.
