En 1838 se fundó en Matanzas la Cátedra de Filosofía, institución que marcó una época para el desarrollo de la educación en el territorio.
La misión de la Cátedra de Filosofía sería la preparación de los alumnos para obtener el título de Bachiller en Ciencias en la Universidad de La Habana. Se le consideró en su tiempo una enseñanza superior, lo cual marcó el inicio de este tipo de educación en el territorio yumurino. Fue un antecedente importante del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas.
Una cátedra en Matanzas
En junio de 1838 el padre Manuel Francisco García, Vicario Eclesiástico de la Iglesia de San Carlos de Matanzas, solicitó al Capitán General de Cuba, Joaquín de Ezpeleta, que aprobara la de apertura de las Cátedras de Filosofía y Matemáticas en Matanzas, adjuntas a la Real y Pontificia Universidad de La Habana. Una de las razones que justificaban su solicitud era la siguiente:
“Sin embargo de hallarse establecidas en esta vasta población tres escuelas gratuitas, además de otras varias de empresas particulares de enseñanza primaria y secundaria, faltaba lo principal que era una cátedra de filosofía y otra de matemáticas, donde tantos y tan precoces talentos como ofrece esta brillante juventud cultivados cómoda y oportunamente, sirviesen algún día de ornamento a la patria y de apoyo a sus padres y familias”.
El 20 de septiembre de 1838, se recibió la aprobación de Ezpeleta. En la orden se precisó que los alumnos debían “matricularse y jurar sus cursos” en la Universidad, previos los requisitos y formalidades establecidos. Además, en el término de un año se debía presentar la aprobación de Su Majestad. Al mes siguiente, el 13 de octubre, el Cabildo matancero conoció oficialmente el contenido de la disposición.
Para el 25 de octubre, el Intendente de la Real Hacienda, Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva, dispuso que las cátedras funcionaran en un salón de los altos del Colegio San Carlos. Este plantel, dirigido por Pedro del Sol, radicaba en la calle de Contreras no. 39. La inauguración se realizó, según el periódico La Aurora, el 3 de noviembre de 1938 a las 5 de la tarde. El primer profesor que tuvo la Cátedra de Filosofía fue el bachiller Bernardo Punyet Batlle.
Los primeros exámenes de los estudiantes de la Cátedra de Filosofía, que tuvieron público como era costumbre, se realizaron el 5 de mayo de 1839. En las páginas de La Aurora se le consideró “el primer certamen que en este ramo nos ha ofrecido nuestra floreciente y culta ciudad”. También se agradeció a Manuel Francisco García por lograr “tan útil como necesario estudio de la filosofía…”. Semanas más tarde, el mismo periódico informó sobre las conclusiones del curso de Filosofía, a realizarse el 21 de julio de 1839. En este aviso se reconoció que existían
“…las más lisonjeras esperanzas de que [los estudiantes] serán (…) ciudadanos útiles y provechosos a sí mismos, bienhechores de la nación, la gloria de sus familias, y la patria por sus arreglados procederes los colmará de bendiciones”.
En cumplimiento de las disposiciones establecidas en la fundación de la institución, el 14 de septiembre de 1839 se emitió la Real Orden que aprobó la apertura de las Cátedras de Filosofía y Matemáticas en Matanzas. También quedó firme la autorización para nombrar los “profesores idóneos y graduados que las desempeñen bajo su inspección y vigilancia”.
Benito José Riera Jiménez. Archivo del autor.
Un momento importante para la Cátedra de Filosofía fue que en 1840 el profesor Bernardo Punyet Batlle fue sustituido por Benito José Riera Jiménez (1815-1889). Esta personalidad de la ciencia cubana, que nació en Santiago de Cuba, era en ese momento un joven bachiller. Con el paso de los años se destacó como profesor, director del Instituto de Segunda Enseñanza de Santiago de Cuba y autor de varios libros de ciencia.
El 14 de septiembre de 1840, Benito José Riera pronunció el discurso de apertura del nuevo año escolar en la Cátedra de Filosofía. En este momento expresó:
“Ennoblecido el hombre por su razón, siente en sí una inclinación constante al examen; detesta la ignorancia como germen de males y desgracias y procura en cuanto le es dable rasgar el velo que le impide saciar su curiosidad y mejorar su condición. Formado de una parte espiritual distinta de la materia, no puede acomodarse a la inercia y monotonía; su existencia no puede sujetarse a esas leyes sin sufrir una marcada repugnancia”.
“Reunido en sociedad por medio de su razón, conoce entonces más que nunca, la necesidad de cultivarla para comunicarse con sus semejantes, entender sus goces más allá de lo material, suplir con el arte la debilidad de su constitución y en una palabra ser verdaderamente feliz conociendo a Dios; y así mismo que es, como dice el célebre Bossuet en lo que consiste la verdadera sabiduría”.
«De nada nos serviría esa unión social, sé el cuerpo moral que formamos no estuviera organizado con principios sólidos de moral y de virtud…”.
“No hay estado en que no sea útil [la filosofía], cuando no indispensable. De ella toma el médico la base fundamental de su profesión, sin la que andaría a tientas y errando constantemente; el Abogado, las reglas precisas para dirigir su entendimiento, raciocinar con exactitud y moralidad, conociendo el código universal y originario de las leyes civiles y por último, el arquitecto, el artesano, el hombre como racional halla en la filosofía el timón que lo ha de dirigir a Dios y a una verdadera felicidad”.
«Yo espero que Uds. propenderán en cuanto les sea posible, a intenciones tan benéficas, para lo cual bastará una aplicación constante y que no se desdigan los principios de urbanidad y decoro con que cada un padre adorna a sus hijos para que se conduzcan en sociedad. Cumplido esto, los resultados serán satisfactorios y Matanzas floreciente se gloriará de haber producido hombres útiles a la Nación”.
El asentamiento de la Cátedra fue reubicado en la casa número 21 de la calle del Ayuntamiento, esquina a la Alameda. En 1844 se determinó que los exámenes para las pruebas del curso de Filosofía, realizadas en establecimientos privados, serían supervisados por la Universidad de La Habana. Los profesores que serían jueces de los exámenes de los alumnos de la Cátedra de Filosofía de Matanzas, en 1845, fueron los licenciados Jacobo de los Reyes Gavilán y Laureano Angulo. Después se incorporó al tribunal el licenciado Bernardo Marino Navarro.
Es conocido que, al momento de fundarse la Cátedra de Filosofía, Manuel Francisco García encargo a José de la Luz y Caballero la compra de equipos y utensilios para la clase de Física. Luz, quien se encontraba en Boston, Estados Unidos, cumplió el encargo con eficiencia. Este hecho resalta el nivel científico, elevado para la época, de la ciencia que se impartió en la Cátedra de Filosofía de Matanzas. Estos instrumentos llegaron a Cuba, según informó el Faro Industrial de La Habana, en diciembre de 1841.
En sus inicios los profesores de la Cátedra de Filosofía explicaron lecciones de Lógica y Física. Con el paso del tiempo se incorporaron otras materias. En primer año se estudió Mineralogía, Física General, Historia Antigua, Álgebra y Geometría. Las asignaturas del segundo año fueron Física Particular, Botánica, Historia de la Edad Media y Moderna, Matemáticas y Química Inorgánica. Por último, en el tercer curso se impartían Filosofía, Moral, Metafísica, Historia Natural, Química Orgánica y Zoología.
Varias figuras, que en pocos años fueron personalidades destacadas de la ciencia matancera, aprendieron allí los avances de la investigación científica en el mundo. El 3 de septiembre de 1845, en La Aurora se informó acerca de las perfectas explicaciones dadas por el estudiante Federico Gálvez a experimentos curiosos de Física relacionados con el galvanismo. Gálvez fue, posteriormente, una gran figura de la cirugía, con fama mundial, y fundador de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana en 1861. También se destacó al jovencito Emilio Blanchet por la presentación de una máquina de vapor y sus principios físicos. Años después, Blanchet, destacado historiador y pedagogo, fue profesor de Filosofía cuando la cátedra se unió al Colegio La Empresa.
Otro ejemplo de la labor científica de la Cátedra de Filosofía fue que el 15 de mayo de 1846, Manuel Francisco García solicitó al Gobernador Político y Militar de la Ciudad de Matanzas la autorización para realizar
Portada de una de las ediciones del libro de Félix Varela que se utilizó en la Cátedra de Filosofía de Matanzas. Archivo del autor.
“…exhibiciones de experimentos de Física recreativa en la sala de la Sociedad Filarmónica en los días de pascua próximos con motivo de reunir alguna cantidad con que comprar instrumentos y modelos de máquina para la clase de Filosofía”.
El 29 de julio de 1848, La Aurora informó que el rector de la Universidad, había elogiado el “…esmero con que se cultivaban las ciencias en Matanzas”. Apenas unos días después, en comunicación enviada al gobernador de Matanzas el 6 de septiembre de 1848, los miembros del tribunal examinador le plantearon:
“Este instituto de educación secundaria se halla en un estado brillante de progreso intelectual, los jóvenes, aunque en corto número, se instruyen perfectamente en todas las ramas de la filosofía que son indispensables para optar el grado de Bachiller en Ciencias. Se le pedía lo comunicase al Ecxmo. Sr. Capitán General para que se sirviera participar el resultado a la Real Universidad”.
A la Cátedra de Filosofía correspondió, además, el mérito de haber iniciado en Matanzas la enseñanza de la Física. Para esto utilizó el libro Lecciones de filosofía publicado por Félix Varela, en el tomo correspondiente a esta ciencia. Este libro se editó en varias ocasiones. Por tanto, hay que destacar que la Cátedra de Filosofía fue seguidora de lo más avanzado del pensamiento filosófico y científico cubano.
El final
Tras la salida hacia La Habana del padre Manuel Francisco García, en 1853, la actividad de la Cátedra de Filosofía se vio disminuida. Por tres lustros García había sido el principal animador de la actividad de su institución. Al mismo tiempo, la inestabilidad de Benito J. Riera afectó el funcionamiento del centro. Todo esto motivó que en 1855 se decidió unirla al Colegio La Empresa. Aunque funcionó por algún tiempo, no ejerció la misma influencia sobre la sociedad matancera. Ya la misión de la Cátedra de Filosofía había sido cumplida. (ALH)