A propósito del Día de la Prensa Cubana, una mirada a la relación entre periodismo y ciencia en la historia de Matanzas.
El año 1813 marcó la llegada de la imprenta a Matanzas. Lo hizo posible Francisco Camero, quien además publicó el primer periódico: Diario de Matanzas. Después, José María Marrero editó El Patriota. Ambos órganos de prensa salieron por brevísimo tiempo, pues en 1814 se eliminó la libertad de imprenta.
Sólo volvió en 1821, fecha en que el impresor Juan Justo Jiménez fundó el taller “La Constancia” y los diarios Semanario de Matanzas y Eco de Matanzas. A partir de esta fecha se publicaron varios periódicos, la mayoría de efímera vida. Fue en sus páginas que se leyeron las primeras noticias científicas. Por la misma época salió de las imprentas matanceras el primer libro de ciencia: Examen de las aguas minerales de San Pedro (1827), de Juan N. Casanova.

Un salto cualitativo se inició en 1828, con la aparición del periódico La Aurora. En este órgano de prensa, que asumió con posterioridad las denominaciones de Aurora de Matanzas y Aurora del Yumurí, se publicaron artículos científicos de forma sistemática. También noticias sobre la ciencia en otras partes del mundo, menciones a nuevos libros y anuncios de médicos, farmacéuticos y maestros de la ciudad. Considerado el “Príncipe de los Periódicos Cubanos”, tuvo una larga existencia, pues se publicó hasta 1900.

La primera revista literaria matancera fue La Guirnalda, que comenzó a publicarse en 1842. Al igual que otras de ese género que surgieron con posterioridad, posibilitó la difusión de la ciencia en el territorio a partir de escritos originales, noticias y traducciones. Así sucedió con El Eco de Matanzas, publicación semanal que se inició el 24 de julio de 1859.

Liceo de Matanzas, órgano de la institución del mismo nombre, sacó su primer número en 1860 y se mantuvo, con períodos de interrupción, hasta 1868. La presencia de la ciencia fue una constante en todas sus épocas a lo largo de estos años. Concebida como un “Periódico semanal de ciencias, literatura y artes”, favoreció la publicación de los trabajos científicos de los miembros que se dedicaban a este tipo de estudios.

En el seno del Liceo se creó la primera revista científica publicada en Matanzas. Esto sucedió gracias a que el 2 de noviembre de 1864 se fundó en su seno la Sección de Ciencias Físicas, Naturales y Matemáticas, que tuvo entre sus objetivos la publicación de un medio de prensa para divulgar las actividades que realizaba.

Esta intención se hizo posible en 1866, cuando salió el primer y único número del Anuario de la Sección de Ciencias Físicas y Naturales del Liceo de Matanzas. Los trabajos que contenía, un total de 19, eran resultados del quehacer investigativo de sus autores. Aunque se hicieron esfuerzos para editar un segundo tomo en 1867, no fue posible.

Con posterioridad al fin de la Guerra de los Diez Años en 1878, en Matanzas se publicaron nuevas revistas y periódicos. Salvo casos excepcionales, la duración que tuvieron fue breve. En todos los casos, la presencia de la ciencia fue fundamental y frecuente.

El caso más sobresaliente fue el del periódico liberal Diario de Matanzas. Comenzó en octubre de 1878 y se mantuvo hasta poco antes de 1895. En sus páginas se publicaron de forma regular artículos relacionados con la ciencia y la tecnología. Colaboraron científicos cubanos y se reprodujeron textos tomados de publicaciones extranjeras.

Entre las nuevas revistas estuvo El Club de Matanzas (1879-1882), órgano de la institución así nombrada. Después pasó a llamarse El Liceo de Matanzas (1882-1883) y sus últimos números aparecieron en 1889. En la portada se planteó que era un “Periódico de Literatura, Ciencias y Bellas Artes”. También se destacaron El Pensamiento (1879-1880), El Álbum (1881-1882) y La Revista Matancera (1883). En todas ellas tuvo cabida la ciencia como parte de su contenido.

Mención especial para la revista del Ateneo de Matanzas. Se inició en 1879 bajo el título de El Progreso, momento en que la institución se denominaba Sociedad Thalía, y en ese mismo año cambió su denominación a El Ateneo. Entre sus redactores y colaboradores estuvieron relevantes científicos matanceros, que llevaron a sus páginas los saberes obtenidos a partir de la investigación y el descubrimiento.

Ciencias y Letras (1894), revista del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas, se dedicó a la ciencia de forma exclusiva. Aunque tuvo pocos números, sobresalió por ser, hasta donde se conoce, la primera que incorporó fotografías a sus páginas. Otras revistas relevantes de las últimas décadas del siglo XIX fueron La Enseñanza (1887-1888) y El Estudiante (1889), que priorizaron los temas pedagógicos.

En otros lugares de la provincia también se editaron revistas científicas de prestigio. La principal fue La Nueva Era (1881-1884; 1887-1888). A pesar de ser publicada en El Roque, pueblo del actual municipio de Perico, realizó una ardua labor de difusión de conocimientos científicos. En especial de los vinculados a la agroindustria azucarera. Se le considera una de las mejores revistas cubanas sobre este tema. En Cárdenas se publicó por breve tiempo el Boletín Clínico (1892-1893)
Ya en la República, los periódicos de la época, como El Imparcial y El Moderado, reflejaron el estado de la ciencia en el territorio. Fue amplio el seguimiento a las actividades de los principales centros educacionales, como la Escuela Normal y El Instituto de Segunda Enseñanza. En 1904 vio la luz El Álbum, “Revista de Ciencias y Letras. Dedicada a las familias”.

La revista Médica (1921-1930; 1942-1954), fue la publicación científica matancera más relevante de la primera mitad del siglo XX. Como lo indica su nombre, se dedicó a los temas relacionados con la medicina y la salud pública. En ella colaboraron los más destacados médicos matanceros de la época y relevantes personalidades de la medicina cubana.

En la actualidad, las revistas científicas matanceras son fieles continuadoras de la historia que se ha esbozado. Es el caso de la revista científico-pedagógica Atenas y también de Retos Turísticos, ambas de la Universidad de Matanzas. Otra publicación con un consolidado prestigio es Pastos y Forrajes, de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey.
Deben mencionarse la Revista Médica Electrónica, heredera de su similar de 1921, así como MedEst, revista científica estudiantil de medicina. Las dos son gestionadas por la Universidad de Ciencias Médicas. Se destaca además la Revista de Arquitectura e Ingeniería, de la Empresa de Proyectos de Arquitectura e Ingeniería (EMPAI).
Hay que agregar el Anuario de Investigaciones Culturales, que publica el Grupo de Investigación y Desarrollo de la Dirección Provincial de Cultura. También existe la revista Avanzada Científica, dirigida por el Centro de Información y Gestión Tecnológica del Citma, en Matanzas. Sobre temas vinculados a las ciencias históricas existe la revista Triunvirato.
La historia de la prensa científica en Matanzas es una tradición ya bicentenaria. Ha sabido cumplir lo que pidió en 1865 el joven científico yumurino Manuel Jacinto Presas: “Poner la ciencia al alcance de todos: he aquí un bello fin que nuestros escritores debían adoptar…”. (ALH)