El surrealista vídeo de un robot de tres brazos dirigiendo una orquesta sinfónica en Alemania

Las orquestas sinfónicas, dirigidas tradicionalmente por la batuta humana, han representado una expresión sublime de sincronización y coordinación casi sobrenatural. Desde que los directores comenzaron a usar sus largos bastones de direccion de casi dos metros en el siglo XIX, el acto de dirigir se ha considerado casi un arte casi místico, solo al alcance de unos pocos virtuosos.

La figura del director es vital no solo por marcar el ritmo, sino por capturar y transmitir la interpretación emocional de la pieza. Grandes maestros, como Herbert von Karajan o Leonard Bernstein, han sido conocidos por su precisión técnica y por su capacidad de convertir la partitura en una experiencia viva. Incluso han pasado a la historia por transmitir matices y emociones a través de sus gestos y expresiones.

En este contexto tan cargado de tradición y de destrezas humanas, resulta asombroso imaginar que un robot pueda asumir ese rol… ¿Le resta encanto? Así, con esta hazaña tecnológica, el 2024 marcará una página innovadora en la historia de las orquestas, ya que en Dresde, Alemania, un autómata de tres brazos ha dirigido a la Dresdner Sinfoniker. ¿Es posible que un robot pueda captar la sutileza emocional y el sentido interpretativo de una pieza? Con esta historia casi surrealista vamos a descubrir cómo el desarrollo tecnológico ha dado lugar a un insólito protagonista que, con precisión mecánica y capacidades avanzadas de inteligencia artificial, ha puesto a prueba los límites entre el arte y la máquina.

Según el Centro Virtual Cervantes, «para nombrar a aquellos bastones, en italiano nació la palabra batuta. En su raíz, está el verbo latino battere, cuyo sentido implícito es ‘golpear’. Aquí cabe decir, que del mismo verbo, nacieron otras voces castellanas como: batalla, combatir, abatir, debate y batería. Todas ellas encierran, en su origen, el concepto de ‘golpear’.»

La evolución de MAiRA Pro S, el director robótico

El protagonista de este hito tecno-musical es MAiRA Pro S, un robot de tres brazos ingeniado por la empresa alemana Franka Emika, reconocida por su innovación en robótica avanzada y automatización. Este robot ha sido diseñado no solo para movimientos precisos y complejos, sino también para reaccionar y adaptarse a estímulos en tiempo real, una característica indispensable en la dirección de una orquesta. Con capacidades de aprendizaje automático, MAiRA puede interpretar los movimientos y sonidos de los músicos, coordinando así cada sección de la orquesta con una precisión asombrosa.

En su primera aparición como director, MAiRA dirigió la Dresdner Sinfoniker en la celebración de su 25º aniversario. Este evento fue organizado en Dresde y reunió a músicos y tecnólogos en una colaboración única. La programación de este robot le permite «entender» la estructura de la pieza, anticipar los cambios de ritmo y ajustarse a las dinámicas de interpretación. Aunque su proceso es puramente técnico, su capacidad de respuesta en tiempo real plantea la pregunta: ¿puede un robot emular la intuición y la expresividad de un director humano?

Una inteligencia artificial en la música sinfónica

La inteligencia artificial de MAiRA Pro S se basa en algoritmos de aprendizaje profundo y en un sistema de sensores de alta precisión. Estos sensores detectan los cambios en el ritmo y la intensidad de los músicos, permitiendo al robot ajustar sus movimientos en tiempo real. Aunque su actuación está basada en códigos y cálculos, el resultado visual es sorprendentemente fluido. Algunos de los asistentes dijeron que era fascinante ver cómo respondía a cada señal de la orquesta y se adaptaba a la interpretación».

Sin embargo, uno de los desafíos de dirigir una orquesta es la sensibilidad a los matices emocionales y a las interpretaciones sutiles que varían en cada ejecución. Para compensar esto, MAiRA está programado con un conjunto de respuestas preestablecidas que le permiten adaptarse a variaciones en el tempo y la intensidad. En lugar de imponer su propia «interpretación», el robot sigue un patrón flexible de ritmo y volumen, respondiendo a las señales de los músicos y ajustando el flujo de la pieza según sea necesario.

Markus Rindt, director artístico de la Dresdner Sinfoniker, explicó que el objetivo de incorporar al robot no es «reemplazar a los seres humanos,» sino explorar nuevas posibilidades para interpretar obras de gran complejidad que podrían ser prácticamente imposibles para un director humano.

La importancia de la colaboración humana y robótica

El debut de MAiRA en Dresde no debe reducir a un espectáculo de tecnología: es una colaboración sin igual entre ingenieros y músicos. La empresa Franka Emika trabajó estrechamente con los músicos de la orquesta para ajustar la programación del robot y asegurar que cada movimiento reflejara la intención del compositor.

Este proyecto fue supervisado además por expertos en música clásica que asesoraron en la calibración de los movimientos de MAiRA para que el robot lograra una gestualidad que, aunque artificial, fuera acorde con la tradición de la dirección sinfónica. La precisión y sincronización del robot sorprendieron tanto a los músicos como al público y abre un lógico debate sobre el papel de la inteligencia artificial en el mundo artístico.

La pieza interpretada por el robo-director de tres brazos

El concierto «Robot Symphony» constó de tres partes: dos dirigidas por la mano humana y una por los tres brazos robóticos. En su turno, el robot MAiRA, equipado con tres brazos, sostiene un trío de barras lumínicas de diferentes colores para señalar el ritmo. Cada sección de la orquesta sigue un color específico, generando así ritmos cruzados y superpuestos. Este sistema permite que el conjunto se divida en tres grupos sincronizados, cada uno respondiendo de manera independiente a su señal de color, lo que crea una interacción rítmica única y compleja en la interpretación. Un espectáculo no solo musical sino también visual, que recuerda a los ritmos de las películas de ciencia ficción.

Andreas Gundlach es un compositor y pianista de jazz alemán conocido por sus innovadoras composiciones, especialmente en el ámbito de la música contemporánea. En el concierto «Robot Symphony» de la Dresdner Sinfoniker, contribuyó con una pieza titulada Semiconductor’s Masterpiece, compuesta específicamente para aprovechar las capacidades del robot MAiRA Pro S. Su obra explota la interacción de los tres brazos del robot, que dirigen diferentes secciones de la orquesta en patrones rítmicos complejos y entrelazados.

MAiRA no es el primero

MAiRA es actualmente uno de los robots más avanzados técnicamente en la dirección de música, aunque no es el primero en incursionar en este campo. En 2008, un robot de 1,2 metros de altura con una batuta dirigió a la Orquesta Sinfónica de Detroit en la interpretación de»The Impossible Dream de Mitch Leigh», perteneciente a El Hombre de La Mancha. Más tarde, en 2017, el tenor italiano Andrea Bocelli se presentó junto a la Orquesta Filarmónica de Lucca en Pisa, bajo la dirección de YuMi, un robot «colaborativo» de doble brazo diseñado para interactuar con humanos. Recientemente, en julio de 2023, un robot androide asumió el papel de director en el Teatro Nacional de Corea en Seúl, ampliando aún más los experimentos de dirección robótica en escenarios musicales

Una anécdota final: el director que murió a causa de un «golpe» de batuta

Jean-Baptiste Lully, célebre compositor de origen italiano y figura clave en la música barroca francesa, murió de manera trágica e irónica. En enero de 1687, mientras dirigía una interpretación en honor a la recuperación del rey Luis XIV, Lully se golpeó accidentalmente el pie con su gran bastón de dirección, un tipo de batuta larga que se usaba en la época para marcar el ritmo golpeándola contra el suelo. Esta herida, aunque inicialmente leve, se infectó y desembocó en una gangrena. Lully, que también era bailarín, se negó a la amputación necesaria para detener la infección, temiendo que perder una pierna le impediría bailar. La gangrena se extendió y acabó con su vida el 22.

Este incidente es uno de los más singulares en la historia de la música y probablemente contribuyó al abandono del bastón de dirección en favor de batutas más ligeras y manejables, similares a las que se usan hoy en día.

(Eugenio M. Fernández Aguilar/Muy Interesante Digital)

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