Ante el inicio de la Guerra de los Diez Años en 1868 numerosos catedráticos del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas no dudaron en servir a la Patria.

Durante la Guerra de los Diez Años, el gobierno español clausuró las instituciones representativas de los cubanos en Matanzas: Liceo Artístico y Literario, Colegio La Empresa, Instituto de Segunda Enseñanza. Sin embargo, poco se ha abundado en las razones concretas para que esto sucediera, más allá de ejemplos muy puntuales. No ha quedado esclarecido para la historia, el ejemplo patriótico de la mayoría de los integrantes de estos espacios institucionales.

Así sucedió con el claustro del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas. Fue, en esencia, parte de un movimiento que sacudió la educación insular en un momento de definiciones. El estudio de la participación política de los catedráticos cubanos en la llamada Guerra de los Diez Años es un campo virgen en la investigación histórica cubana. Fue, en toda línea, lo que el investigador José Antonio Cañizares Márquez, de la Universidad Complutense de Madrid, denominó “…la rebelión de los catedráticos de Instituto en Cuba”.

El llamado de la patria

Al comenzar la insurrección cubana el 10 de octubre de 1868 existían en Cuba cuatro institutos de segunda enseñanza. Estos eran los de La Habana, Santiago de Cuba, Matanzas y Puerto Príncipe. En total agrupaban 70 catedráticos. De ellos, 49 se vincularon de alguna forma a la rebelión, para un setenta por ciento del total. Por institutos esto se comportó de la siguiente forma: en La Habana el 51 por ciento, en Santiago de Cuba el 63 %, en Matanzas el 71 % y en Puerto Príncipe el 88 %. Ante esta abrumadora evidencia, el gobierno colonial decidió suprimir en 1871, por cuestiones políticas, los institutos de Santiago de Cuba y Matanzas. A su vez, el Instituto de Puerto Príncipe estaba clausurado de hecho desde 1868.

Acerca de las razones para esa medida, se argumentó:

“…en esos dos establecimientos [Santiago de Cuba y Matanzas] como se ha dicho se han vertido doctrinas perniciosas contrarias a la integridad de la nación y a los buenos principios religiosos; porque en ellos se ha encaminado el corazón de los jóvenes contra sus mismos padres, haciéndoles odiar a la madre patria; porque en ellos conspiraban sus profesores contra el Gobierno que les distinguió y les dio su confianza, y porque de ellos han salido muchos de los mismos con la quijotesca pretensión de hacer girones el glorioso pabellón de Castilla, bajo el cual nacieron y se criaron: rompiendo con su nacionalidad y dejando en las Cátedras sembrada la mala semilla que es necesario extirpar destruyendo esos fueros de insurrección en que con simulado intento se han pintado a los ojos de la juventud, la tiranía de los gobiernos, y la libertad de los pueblos y donde se han discutido hechos de la actual lucha mostrando sus simpatías por todo aquello que el laborantismo fragua e inventa en favor de lo que ayer fueron sus maestros y hoy practican la destrucción y la ruina con la enseñada rebelión contra sus padres y la patria”.

Sobre la actitud mantenida por muchos catedráticos, se señaló en 1871:

“…por desgracia no pocos han sido, y son tenidos por réprobos enemigos de nuestra nacionalidad, y nuestro gobierno que al grito infame de Yara de las Cátedras que del mismo Gobierno obtuvieron y en las que traidora y sordamente trabajaron, salieron para los campos, con la enseña de la rebelión, o bien jugaron a extrañas tierras para llevar adelante la propaganda de sus infames intentos. basta indicar aquí que entre ellos se cuenta a D. José Quintín Suzarte, Ambrosio Valiente, Ildefonso Estrada y Zenea, Tomás y el hermano Cristóbal Mendoza, Betancoures, Agüeros, Arangos, Del Montes, Blanchet y otros muchos que sería enojoso recordar”.

Nuestros patriotas

En Matanzas, de 28 catedráticos que impartieron docencia en el Instituto de Segunda Enseñanza entre 1868 y 1871, a 20 se les acusó de infidencia. Ellos fueron:

El botánico, naturalista y médico Sebastián Alfredo de Morales González. En 1868 era catedrático de Historia Natural y Agricultura. Desde joven fue procesado por sus ideas anticolonialistas y desterrado. Residió en Filipinas, donde estudió medicina alopática. Regresó a Cuba en 1858. Colaboró en varias publicaciones con poesías, trabajos científicos y crítica literaria. Fundó y dirigió la Sección de Ciencias del Liceo de Matanzas. Emigró durante la guerra del 68 por Estados Unidos, Colombia y Venezuela. Conspiró en la guerra del 95. Fue académico de mérito (1897) de la Real Academia de Ciencias de La Habana. Dejó inédita su Flora de Cuba (1893), premiada en la Exposición de París de 1900.

Emilio Blanchet Bitton, escritor, historiador y geógrafo, quien desempeñó la cátedra de Francés. Fundador del Liceo de Matanzas, que lo nombró socio de mérito en 1865. Impartió clases en el Colegio La Empresa. Miembro de la Sección de Ciencias del Liceo de Matanzas. En 1869 emigró a España, donde se graduó de doctor en filosofía y letras e impartió clases de literatura griega en la Universidad de Barcelona. Volvió a Cuba en 1899. Entre sus obras estuvieron: Manual de historia de España desde los tiempos más remotos hasta 1814 (1865) y Compendio de historia de Cuba (1866).

Domingo Juan Cartaya García, médico graduado en París y catedrático de Griego en el Instituto de Matanzas. Formó parte de la Sección de Ciencias del Liceo de Matanzas como vocal y director de su Subsección de Medicina y Cirugía.

Juan Francisco Prieto Acosta, médico y profesor. Fue secretario y catedrático de Física y Química del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas, así como de Retórica y Poética. Integró la Sección de Ciencias del Liceo de Matanzas.

Ramón María Estévez San Jorge, agrimensor, perito tasador de tierras y perito mercantil. Desde 1865 desempeñó la cátedra de Mecánica Industrial y Química Aplicada del Instituto de Matanzas, siendo además secretario. Impartió clases en los colegios La Empresa y El Progreso. Estuvo entre los miembros de la Sección de Ciencias del Liceo de Matanzas.

Sebastián Alfredo de Morales. Archivo del autor.

Otros dos catedráticos patriotas del Instituto de Matanzas fueron:

Ildefonso de Estrada y Zenea, habanero que residió en Matanzas entre 1858 y 1867. Era catedrático de Aritmética Elemental. Fue vocal secretario de la Comisión de Instrucción Primaria de la ciudad. Perteneció al Liceo de Matanzas. Emigró a México durante la Guerra de los Diez Años. Allí desarrolló una extensa labor educativa. Volvió a Cuba en 1878 y se consagró a la enseñanza.

José Quintín Suzarte Hernández, director del Instituto en 1868 y catedrático de Economía Política y Legislación Mercantil. Estudió en el Seminario de San Carlos. Tuvo una activa vida literaria y colaboró en numerosas revistas y periódicos. Vivió varios años en Venezuela. En Matanzas también fue director del periódico Aurora del Yumurí. Al iniciarse la guerra del 68 se trasladó a México, donde trabajó activamente por la independencia. Regresó a Cuba tras el Pacto del Zanjón.

Además, entre los catedráticos “infidentes” estuvieron:

Leonardo del Monte y Aldama, miembro de la familia Del Monte. Era agrimensor y catedrático de Dibujo Lineal, de Adorno y Topográfico. Fue miembro fundador de la Junta Republicana de Cuba.

Salvador Condaminas Casacuberta, quien se desempeñó como catedrático de Aritmética Mercantil y Teneduría de Libros. También ejerció como profesor de Retórica y Poética. Fue maestro en varios colegios y autor de numerosos libros para la enseñanza que se editaron en Matanzas.

Bernabé Maydagan, catedrático de Física y Química. Se destacó como periodista y fue director de Aurora del Yumurí y también del Diario de Matanzas.

Sixto Lima y Macías, catedrático de Geografía e Historia y de Geografía Estadística y Comercial. Dirigió el Colegio Ventosa en Matanzas. También fue profesor en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana.

Fernando Domínguez y Domínguez, conocido y popular maestro matancero. Dirigió el Colegio El Progreso y publicó Elementos de física (1860), con Sebastián A. de Morales. Era catedrático de Idioma Inglés.

Pio Campuzano, catedrático de Gramática Latina, y maestro de primera enseñanza en Matanzas, donde dirigió el Colegio Santa Teresa de Jesús.

Jorge de la Calle, catedrático de Legislación Mercantil y Legislación Internacional. Fue un destacado miembro del Liceo de Matanzas.

Los demás catedráticos patriotas acusados de infidencia fueron Ambrosio José González y Ramón D’Meza y del Valle, catedráticos de Inglés; Miguel Curchieri, de Aritmética Elemental; Agapito Boises Díaz, de Francés y también de Geometría, Dibujo Lineal y Topográfico; Francisco P. Flaguer, de Psicología, Lógica y Filosofía Moral; y Antonio Martínez del Romero, de Psicología, Lógica y Filosofía Moral. Sobre estos catedráticos existen muy pocos datos, más allá de la patriótica actitud que mantuvieron en ese momento de sus vidas.

Ildefonso de Estrada y Zenea. Archivo del autor.

En todos los casos fueron declarados infidentes cuando se comprobó su colaboración con la insurrección o la participación en actividades patrióticas en la emigración. Cada uno perdió propiedades e incluso varios fueron sentenciados a muerte en ausencia. Algunos de ellos, como Sebastián Alfredo de Morales, eran revolucionarios de vieja data, cuyas ideas eran bien conocidas por las autoridades españolas desde años anteriores.

La Guerra de los Diez Años, la lucha del pueblo cubano contra el despotismo colonial, requirió, sobre todo en sus primeros tiempos, la definición de posiciones. Había que escoger entre los que morían por la libertad y los que ahogaban la libertad que nacía. Para estos catedráticos del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas la decisión estuvo más que clara: con Cuba siempre.

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