Si dijera que Isabel Cristina Rivero Páez nació para hacer ron, no emitiría un concepto erróneo. Esta mujer de voz tierna, sonrisa vivaz y amor por su trabajo transmite a las nuevas generaciones la cultura de mezclas y añejamientos para preservar la tradición en una tierra con grandes arraigos de este producto original.
La maestra aspirante comenta que su servicio social transcurrió en la fábrica de refresco embotelladora “Osvaldo Socarrás”, en Santa Clara. Años después el amor encontró abrigo en la ciudad de las primicias y se mudó para Cárdenas. En ese entonces comenzó a laborar en la ronera de ese municipio desde la década de los noventa.
“Este fue el trabajo que encontré, pues también había una vinatera, pero no había plaza disponible. Al parecer este era mi destino, la fábrica de ron de Cárdenas, antigua Arrechavala. Pasé por varios puestos de trabajo. Mis comienzos fueron como auxiliar de producción, luego fui mejorando al laboratorio técnico en nave de añejamiento, jefa del área de fabricación de rones, directora de la Unidad Empresarial de Base Ronera y al final me encuentro en la plaza de Especialista B en procesos tecnológicos de la Industria Alimentaria.»
¿Cómo es un día en una ronera?
«El día es siempre activo. Cuando se tiene producciones como en las destilerías que son procesos de fermentación y la destilación continua del aguardiente fresco y el alcohol etílico, como materias primas fundamentales, nuestras naves de añejamiento llevan una exquisita atención, pues es donde se resguardan las bases que van a formar parte de las mezclas de diferentes productos. Algunas las heredamos de nuestros ancestros y otras solo las sembramos y custodiamos para entregarlas a la próxima generación, y los embotellados junto a todas las áreas, mantenerlas en perfecto estado técnico y con una rigurosa limpieza, pues son lugares donde se elaboran alimentos.
“Es fundamental sentir amor por la profesión y cuando eso sucede, suele hacernos sentir más ansiosos de absorber los conocimientos que necesitas para avanzar en los procesos, por cierto, complejos. Deben prevalecer como principios el sentido de pertenencia, la humildad, la honestidad, la modestia y mantener un buen trabajo en equipo”, afirma la aspirante a maestra del ron.
¿Cuánto representa formar parte de este selecto gremio de maestra aspirante del ron ligero cubano?
«Ser integrante de este movimiento es un gran compromiso, no solo con el mundo de las bebidas espirituosas, sino también es un reto personal. Desde el punto de vista profesional te conviertes en una persona dedicada por entero a ello. Desde el primer día siento que me apasiona más mi trabajo, de todo lo que se logre para el buen desarrollo tecnológico en la manera de hacer, de crear nuevos productos y mantener con la calidad que requiere cada producción, poniendo en alto las tradiciones e idiosincrasia de la cultura ronera cubana y trasmitir todos esos saberes a las generaciones posteriores para que puedan continuar este legado.»
Desde el año 2022, los saberes de los Maestros del Ron ligero cubano se encuentran inscritos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por la Organización de las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura, UNESCO.

¿Cómo se convierte en maestra aspirante del ron?
«Tuve que asumir la plaza de Jefe de Fabricación y convertir el área en un espacio de referencia del Sistema Corporativo. Desde ese entonces, transformé el estilo de trabajar en todos los sentidos. Asimismo, mejoré la calidad de las producciones según sus procesos y trabajé en el proyecto de reanimación de la marca Perla del Norte, los Licores Cubay y en una modificación del aguardiente SaoCan.»
Isabel capacitó para su entrenamiento a jueces sensoriales para las degustaciones. Todo este desempeño dentro de la ronera hizo que el director general en aquel entonces la propusiera como maestra aspirante del ron. La especialista B en procesos tecnológicos de la Industria Alimentaria durante tres meses se preparó en Santiago de Cuba, cuna del ron ligero cubano; en la ronera de Santa Cruz, en la destilería de aguardiente y en diversas fábricas.
“Trabajé en el proyecto de traslado de la marca Varadero de Santiago de Cuba hacia Cárdenas, en el desarrollo de nuevos productos de ediciones limitadas y únicas como el Ron Gibara 1817, Ron 325 y 330 de los Castillos San Severino y San Carlos de Matanzas, Ron la Vizcaya, un proyecto de Desarrollo Local existente en la ciudad de las primicias. Todo esto incluía las presentaciones de productos y transmisión de los saberes de los maestros de la cultura del ron en general.”
Si tuviera que elegir el ron de su preferencia, ¿cuál sería?
«En mi caso, como maestra aspirante del ron cubano y cualquier maestro que se encuentre dentro del movimiento no tiene elección por ningún tipo de marcas. De forma general defendemos el ron cubano y su cultura, la forma de hacerlo.»
¿Cuánto representa la ronera para Isabel?
«Es mi casa. Me paso el mayor tiempo en ella desde la mañana al atardecer y ahora en estos tiempos, también estamos de noche, sobre todo los operarios y jefes de áreas que se dedican a cumplir con los planes y se buscan alternativas. Siento que toda gira a mi alrededor y necesito saber de ella siempre todos los días.»
¿Puede faltar en la vida de Isabel el ron?
«Claro que no, ya el ron es parte de mí, está impregnado en mi impronta.»
¿Qué variedad de rones se realizan en la ronera de Cárdenas?
En estos momentos los trabajadores de la ronera de Cárdenas realizan producciones alternativas como el Vodka Navegante, para el turismo, bebidas saborizantes de fresa y mandarina y refrescantes con bases de jugo natural de naranja, combinado con licores que simulan un coctel de bajo grado alcohólico.
Maestra aspirante del ron ligero cubano. ¿Cuánto representa?
«En primer lugar, no tengo una formación como Ingeniera Química, sino un Técnico en Bebidas y Licores, que fue lo que estudié. Son conocimientos empíricos por los años de trabajo en la fábrica. El día a día en un lugar como este te enseña en muchas ocasiones más que una profesión. Te enfrentas a diversos problemas y lo resuelves para que tu nave de añejamiento no carezca de bases para llenar los barriles y puedas darle continuidad a los productos que se producen en la fábrica.»
En la familia, ¿existe alguien que siguió sus pasos?
«Lastimosamente no tengo a nadie. Mi sobrina es Licenciada en Química; sin embargo, no le emocionó la idea, puesto que la fábrica de ron más cercana le quedaba muy lejos de su lugar de residencia.»
Isabel afirma que en la industria ronera es una gran familia, no de sangre, pero sí del alma. “Me encanta poder trasmitirles a todos los jóvenes que se me han acercado mis humildes conocimientos”.
¿A la hora de terminar el proceso de Ron, degusta el producto?
«Con exactitud no te puedo decir la fecha en que me inicié como juez entrenada. Antes tuve que pasar por cursos de preparación para lograr hacer una buena degustación, no solo de los productos terminados, sino también lograr la selección de las materias primas que intervienen en las mezclas, para evitar errores en las producciones a grandes escalas y trabajar días seguidos en la degustación de productos en desarrollo. Todo esto viéndolo desde una perspectiva laboral no te provoca inestabilidad, sino que te proporciona entrenamiento en la actividad.

“No soy bebedora, ni siento preferencia por ninguna bebida. Al degustar mis sentidos se preparan para disfrutar los aromas de las diferentes bebidas”, señala.
«Actualmente, estoy inmersa en un nuevo proyecto con Rusia con dos surtidos de Silver Dry y Añejo bajo una marca de cliente llamada Danza del Fuego.»
Para Isabel tener como asesor al maestro del ron ligero cubano César Augusto Martí Marcelo, ronera Central de Las Villas representa todo un privilegio por los conocimientos transmitidos y la entrega a tan noble profesión.
Los hombres y mujeres que integran este selecto gremio de cultores del ron ligero cubano lo desarrollan con el objetivo de preservar una tradición que nació en Santiago de Cuba en el año 1862. “Nuestra profesión no es para incitar al alcoholismo como muchos piensan, sino el quehacer del cubano que de una manera responsable disfruta del producto como parte de nuestra cultura.”
Entre los retos de esta mujer talentosa se encuentra obtener el título de Maestra del Ron Ligero Cubano. Con su quehacer diario por treinta y cinco años ininterrumpidos en esta empresa, Isabel protege la tradición de mezclas, añejamientos y se encarga que las futuras generaciones preserven la cultura ronera que identifica a todos los cubanos. (ALH)