Entre risas, juegos de mesa, música y ejercicios físicos transcurren las jornadas de verano en las cuatro Casas de abuelos  de la ciudad de Matanzas. Ellos, acompañados por el personal de salud,  reciben atención y seguimiento en cada una de las instituciones para mejorar su calidad de vida durante la tercera edad.

Las entusiastas Bertha, Nora y Wilda reconocen la gran familia que han formado con los años en las Casas de abuelos. No dejan pasar un día sin asistir a su segundo hogar y allí compartir charlas, meriendas, la siembra de frutales y condimentos y también el chequeo de su salud. Sus risas delatan la felicidad de estar en un lugar tranquilo y acompañadas por personas de bien.

La Dra. Nora Liss Gómez Domínguez, jefa del Programa de atención al adulto mayor, comenta que la provincia dispone de 28 Casas de abuelos, algunas de ellas certificadas, y se trabaja para lograrlo en las que aún no tienen este reconocimiento de salud para contribuir a una mejor atención a este segmento poblacional.

No obstante los desvelos existen carencias materiales que atentan contra la comodidad de los abuelos, como es la falta de televisores y ventiladores en muchas de las instituciones. El desgaste propio del tiempo y la falta de reposición hacen que escaseen.

Gómez Domínguez agrega que el avituallamiento en sentido general resulta una dificultad a pesar de las gestiones con los gobiernos locales y las asignaciones del sector de salud. También sucede así con los mantenimientos y reparaciones estructurales.

Los abuelos siguen acudiendo a estos centros para allí disfrutar de momentos culturales y de entretenimiento con quienes desde las instituciones de salud brindan amor y compañía para contribuir a la salud y bienestar de las personas de la tercera edad. (ALH)

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