La presencia de floraciones, vitales para la alimentación de los enjambres, evidencia que está en su esplendor la producción melífera. La salud de la floresta sirve de cobija a los apiarios y bien lo sabe el apicultor, ese gestor del tiempo que, cada día, custodia y resguarda la colmena.

Foto: Edgar Moraga

La resiliencia de las abejas cubanas posibilita que los resultados de la apicultura en la provincia de Matanzas sean sostenibles en el tiempo. El éxito de los nuestros se sustenta en la trashumancia de las abejas hacia las distintas floraciones y la capacidad de los matanceros que, por más de dos décadas, sostienen el liderazgo en el acopio de la miel.

Foto: Edgar Moraga

El rendimiento de las colmenas depende del desempeño de las abejas, de la competencia de los apicultores y de la tecnología que, en nuestro país, es mayormente artesanal.

Foto: Edgar Moraga

Con la disminución del número de colmenas la producción de miel en el mundo tiende al decrecimiento. Cuba, por el contrario, asume compromisos productivos superiores. Como rasgo distintivo y de mucho valor para el sector, se acentúa la incorporación gradual de gente joven, señal de la fuerte tradición apícola. La familia de Miguel Ángel Hernández y sus hijos, son muestra de ello.

En Matanzas se trabaja en el mejoramiento de las abejas seleccionando las colmenas que manifiestan una elevada productividad y hábitos higiénicos superiores. La finca Coincidencia, en Jovellanos, es de referencia en la crianza de reinas.

Foto: Edgar Moraga

Para este 2025, los matanceros se trazan metas superiores y sostienen el empeño de mantener su condición de referente de la apicultura en el país. (ALH)

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