“De los mejores caíste el primero por la ley del destino. Tus enemigos de ayer te admiran hoy, honran y son amigos de tu patria.”
Así se deja leer en uno de los laterales del monumento que en mármol de carrara, sostiene la inmortal figura de Domingo Mujica Carratalá, ubicado en el parque central que lleva su nombre en el municipio de Jovellanos, donde además es considerado como su Patriota Insigne.
Nuevamente evocamos su legado, 159 años después de que este municipio lo viera nacer, precisamente el 15 de septiembre del año 1865. Fue el primogénito del matrimonio de Don Domingo Mujica, natural de Guanabacoa, y Doña Juana Carratalá de Sotolongo, oriunda de Macurijes, ambos de ascendencia española, quienes tuvieron dos hijos más, José y María.
Como otros niños de esa época estudió la enseñanza primaria en su natal Jovellanos y después pasó a Matanzas, donde inició sus estudios de bachillerato, los cuales fueron interrumpidos por la muerte del padre, hecho que lo obligó a trabajar en diferentes oficios y negocios. No obstante, su interés por la lectura contribuyó a su extensa y sólida cultura histórico-literaria.
De su hogar recibió el mejor modelo de probidad e hidalguía, pues los padres enseñaron a sus hijos a sentir por la Patria desde temprana edad.
No pocos fueron los intentos por incorporarse a la gesta libertaria de este “criollo levantisco”, fama ganada entre los oficiales del Ejército Español por sus altercados sostenidos.
Frustrados sus intentos en el territorio, partió hacia La Habana y de allí a Las Villas, donde logra integrarse al Ejército Libertador en la prefectura de Jobo Rosado, en las fuerzas del capitán Manuel González.
Mujica mantenía su sueño de encender la Guerra por la Independencia en Matanzas. Tanto reafirmó su petición que el coronel Joaquín Castillo le concedió el permiso y partió hacia el centro de la provincia yumurina.
En su tierra natal no recibió el apoyo esperado y pocos fueron los que se le unieron; aun así, considerables fueron las acciones de guerra desarrolladas: en una de ellas, el 11 de agosto de 1895, cayó el joven José Cadenas. Este hijo de Jovellanos fue el primero que murió en combate por la libertad en su propio terruño.
Delatada su presencia en la localidad, fue hecho prisionero y posteriormente trasladado en tren y con fuerte custodia a la ciudad de Matanzas, donde lo internaron en el Castillo de San Severino.
De inmediato se le instruyó proceso sumarísimo que de antemano estaba decidido. El 19 de agosto el Consejo de Guerra que juzgó a Domingo lo condenó a muerte.
En la mañana del 20 de agosto de 1895 lo condujeron al lugar conocido como “tercera glorieta” o “última glorieta” del Paseo de Santa Cristina, hoy Paseo de Martí, y cumplido el brevísimo ritual de las órdenes al piquete de soldados se escucharon los disparos.
El poeta Bonifacio Byrne, en el poema que le dedicó y que le costó el exilio, dice en una de las estrofas:
Murió de cara al mar aquel valiente,
bañado por la luz de la alborada,
noble, serena y firme la mirada,
tranquilo el corazón, alta la frente.
Se produjo así el primer fusilamiento de un patriota cubano en la Guerra del 95 en Matanzas.
No conocían aquellos soldados al hombre que cegaban la vida, al original en sus ideas y actos, al de gran capacidad intelectual, notables y profundas convicciones; al joven que colocó el reclamo de la Patria por encima de los más grandes afectos terrenales, al Comandante del Ejército Libertador Domingo Mujica Carratalá.
No solo septiembre convida a evocar, pues su legado trasciende y se multiplica en las generaciones de cubanos dignos que ven en él un verdadero modelo de hombre a seguir. (ALH)