Los acabados llamativos, la capacidad de aceleración y la velocidad, generan pasión por los vehículos de dos ruedas. Una hermandad de aficionados a las motorinas integran al Club de Motos Eléctricas de Matanzas.
Las rodadas con destino hacia sitios necesitados de una mano solidaria componen el grueso de las actividades de los motoristas. Visitan casas de niños sin amparo filial y hogares de abuelos. Además realizan jornadas de limpieza en calles y playas.
«En la zonas aledañas a Santa Marta hemos llegado hasta los barrios más vulnerables, hasta el corazón del monte, donde hemos tenido encuentros muy especiales con los niños», cuenta el presidente del Club, Omar García Argeta.
El vicepresidente, Maykel Bahamonde, habla de la felicidad que generan las donaciones en círculos infantiles. Muestra entusiasmo al comentar de la gracilidad de los infantes, quienes rebosan de alegría si un juguete cae en sus manos.
La veintena de asociados al Club, con año y medio de existencia, promueven la responsabilidad medioambiental. La transportación mediante vehículos eléctricos reduce la huella de carbono en las ciudades e incentiva la movilidad sostenible.
Las metas fundacionales del Club descansan en el trabajo de concientización del cuidado y preservación del medio ambiente. «Ahora constituye uno de los motivos por el que continuar rodando en familia», como refiere la hermandad forjada alrededor de medios de transporte.
Rodar, sí, pero con un sentido, es la consigna del Club de Motos Eléctricas matancero. (ALH)
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