Cuando vamos a empezar la escuela nuestros padres tratan de darnos lo mejor. Quienes tienen una  mejor situación económica  compran mochilas y zapatos de marca , felpas y  lazos  para las niñas y otros pocos accesorios para varones.

Por otro lado están los que viven de un salario que no sobrepasa los 4 mil 800 pesos cubanos y que tienen que hacer malabares para cubrir estas necesidades básicas de sus hijos.  Así comienzan las peripecias de las familias cubanas  para que debutes como «se debe» en sociedad.

El tema de este comentario no es la situación económica de los hogares cubanos_aunque daría para una novela por lo candente y profundo del asunto_sino los sesgos de racismo, discriminación y violencia que a veces se esconden tras la gloriosa epopeya de dibujar una sonrisa en el rostro de los infantes.

Unas veces inconsciente y otras no tanto, las personas de piel negra justifican el acto de compensación  hacia los hijos e  hijas  exponiendo que hay que hacer el sacrificio porque tienen que estar «como los blancos».

¿Cuánta confusión genera esta frase en un niño o niña que comienza a dar sus primeros pasos como individuo fuera del ámbito familiar? ¿ Qué conductas se reproducen en estos infantes? ¿Están siendo víctimas de violencia psicológica? ¿Qué significa ir a la escuela cómo las personas caucásicas?

Hay todo un trasfondo político y cultural en esta frase. La sociedad  cubana  como tantos otros países de América Latina y del continente africano sufrieron y sufren en carne propia el fenómeno del racismo y la discriminación racial por la explotación a la que fueron sometidas durante siglos.

Aunque en África y en otros países subdesarrollados ,azotados por las grandes potencias imperialistas,  el racismo  aún  prevalece en el amplio sentido del fenómeno. La sociedad cubana constituida por la mezcla entre españoles y africanos lleva en la sangre un pasado lacerante que se manifiesta muchas veces en actitudes  reproductivas del fenómeno.

Foto: Internet

Un niño o niña  de cinco años no entiende de diferencias. Aunque comienza a desarrollar su propia autoconciencia, ve el mundo a través de las actitudes de la familia y demás individuos que les rodea,  por tal razón expresan lo que sienten a través de conductas  aprendidas en su ámbito de desarrollo.

Como parte de la voluntad política del Estado y gobierno cubanos para enfrentar la discriminación en nuestra sociedad, Cuba cuenta con un Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, aprobado por el Consejo de Ministros en noviembre de 2019.

En su ejecución actúan organismos de la administración central del Estado, e igual número de organizaciones de la sociedad civil. De igual forma participan  directamente  los Ministerios de Cultura, Relaciones Exteriores y Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

En este empeño del Estado Cubano de combatir los sesgos del racismo resalta el proyecto de la UNESCO “La Ruta del Esclavo: resistencia, libertad, patrimonio”, el cual desde hace un cuarto de siglo obra para ayudar a los gobiernos, las universidades, los medios de comunicación y las organizaciones de la sociedad civil a visibilizar  capítulo de nuestra historia, combatir el olvido y la negación de un pasado trágico.

Aunque las estrategias a nivel macroestructural son diversas, en la base de la sociedad cubana es donde más se reproducen las conductas racistas. Las familias son un eslabón  importantísimo en la erradicación de este mal social.

Esconder tras las manifestaciones de amor a nuestros hijos,  conductas discriminatorias es un acto de violencia psicológica. El niño o niña comienza a asumir  comportamientos  de otros infantes, que no tienen nada que ver con sus motivaciones e intereses. Además en su propia autoconciencia asume que las expresiones afectivas de sus padres  se circunscriben a hechos de carácter material.

El racismo afecta también el desarrollo de la personalidad. Un niño o niña que crezca en un ambiente discriminatorio y de negación de su propia identidad corre el riesgo de ser víctima de violencia porque asume el rechazo como el resultado de no ajustarse a los patrones belleza y comportamientos dominantes. Muchas veces esta violencia proviene de personas en igualdad de condiciones con el individuo violentado.

El  fenómeno de la discriminación racial se manifiesta de igual forma en personas caucásicas, aunque en menor medida. Las normas y leyes que rigen la sociedad se ajustan a todas las personas sin distinción de raza ni sexo.

Con piel negra o blanca;  ricos o pobres; hombres o mujeres  todos formamos parte de una sociedad basada en principios de humanidad e igualdad. No reproduzcamos conductas racistas en la infancia . Dejemos que lleven con orgullo su identidad y su historia desde el respeto a la diversidad porque ellos son la esperanza del mundo.

Provoca debate sobre el racismo nueva sirenita Disney

 

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