La violencia de género es un problema social que afecta a millones de personas en todo el mundo, y por ello ha recibido una atención significativa en los últimos daños.
Esta se ejerce contra cualquier persona o grupo de personas sobre la base de su género, identidad u orientación sexual.

Cuando se habla de violencia de género automáticamente se hace referencia a la violencia contra las mujeres, como si la palabra género solo hiciera referencia al sexo femenino. ¿Acaso el sexo masculino no entra dentro de la esta definición de género?.
No es un secreto que las agresiones contra la mujer son la forma más común de violencia de género. Pues a lo largo de la historia, se han normalizado estos actos, aceptándolos como parte del orden establecido.
En la sociedad actual, gracias a las tendencias feministas, este problema ha ganado visibilidad y se ha logrado establecer una lucha para erradicarlo. Es por ello que ha surgido un enfoque predominante en la protección y apoyo a las mujeres.
Por otro lado, la violencia hacia el género masculino ha sido menos discutida y estudiada.
A pesar que las tasas de violencia contra los hombres suelen ser menores, es importante tener en cuenta que las víctimas masculinas pueden enfrentar barreras adicionales para buscar ayuda; ya sea por estigmas sociales, presiones culturales o falta de recursos específicos para hombres en situación de violencia.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se estima que alrededor del 10% de los hombres han experimentado violencia física o sexual por una pareja íntima en su vida.
Pero es importante destacar que estas cifras probablemente subestimen la verdadera magnitud del problema, ya que muchos hombres no denuncian la violencia que sufren.
Gracias a prejuicios culturales, donde el «macho» ha de ser dominante, y la mujer siempre será sinónimo de fragilidad, factores como la vergüenza y el temor a no ser tomados en serio, influyen en la capacidad de denuncia (y muchas veces hasta de reconocer el problema) de estos hombres.

Según un estudio realizado en los Estados Unidos, solo el 26% de los hombres que sufrieron violencia por parte de su pareja buscaron ayuda. Muy diferentes a los resultados que se obtuvieron con las mujeres, que significaron un 74%.
En algunas sociedades los hombres pueden enfrentar mayores barreras para reconocer y denunciar la violencia que sufren debido a normas de género rígidas que estigmatizan la vulnerabilidad masculina.
Víctimas de los estereotipos
Según la psicóloga Misleidy Sensat Carreño, las respuestas socioemocionales de las víctimas masculinas de este tipo de violencia, suelen ser más evidentes y con mayor repercusión. En su opinión, este problema es ocasionado por el machismo que aún impera en la sociedad, incluso en las leyes relacionadas con este delito.
«Lamentablemente la mujer crece incorporando a su psique la posibilidad de ser víctima de violencia de género en algún momento; lo cual le prepara para este tipo de situaciones.
«El hombre históricamente ha sido visto como el agresor, y por ello se enfrenta a la desventaja social, abandono o desamparo legal.
«Los estereotipos le hacen creer que su único rol es el de proveer y surtir el hogar, el handyman que sabe hacer uso de cada herramienta y es capaz de solucionar cada obstáculo físico. Por ello se les hace tan difícil la búsqueda de apoyo».
La percepción social de que los hombres no pueden ser víctimas de violencia, puede influir en la respuesta de las autoridades y los servicios de apoyo; resultando así en una falta de recursos y ayuda para los hombres que buscan salir de situaciones de violencia doméstica o abuso.
En muchos casos los hombres pueden sentir que al denunciar la violencia de género, desafían las expectativas de la sociedad respeto a la masculinidad; envolviéndolos en sentimientos de vulnerabilidad e inseguridad.

También existe la idea errónea de que los hombres no pueden ser víctimas de violencia; y por ello muchas víctimas pueden sentirse demasiado avergonzados y dudosos como para buscar ayuda.
Sensat Carreño refiere que «ellos no conciben ser las víctimas, por su condición de hombres. Su papel es el de abusador y no el de abusado».
La falta de reconocimiento institucional y de recursos específicos para estos hombres, influye también entre los contratiempos para erradicar esta situación. Al igual que la falta de sensibilización y capacitación adecuada a las profesionales involucrados con el proceso de denuncia.
La falta de atención a esta problemática puede contribuir a perpetuar un ciclo de violencia y la desigualdad de género, mientras se afecta la salud mental, emocional y física de los hombres; así como su capacidad para establecer relaciones saludables y participar plenamente en la sociedad.
A pesar de tantos cambios y modernización, nuestra sociedad no ha logrado abordar plenamente el problema de la violencia basada en el género. La falta de inclusión y reconocimiento de todas las víctimas socava los esfuerzos por crear comunidades seguras y equitativas para todos.
Es crucial reconocer que la violencia de género no distingue entre sexos, y que tanto hombres como mujeres pueden sufrir abusos físicos y emocionales. Por ello debemos abordar este problema desde una perspectiva global que reconozca la diversidad de experiencias y desafíos que enfrentan los hombres en diferentes partes del mundo.
Ya que estos casos de violencia han sido minimizados e incluso ignorados, ahora nos toca abordar este tema desde una perspectiva inclusiva que reconozca y atienda las experiencias de estas víctimas.
Enseñarles que ningún estereotipo o error de concepto, puede minimizar su dolor.
Por Loretta Cintra y Shavelly González