Este 28 de octubre se cumplirían cien años de la muerte del médico y patriota matancero Juan Guiteras Gener.
Juan Guiteras Gener nació en Matanzas el 4 de enero de 1852, en el seno de una ilustre familia de la ciudad de los puentes y fue bautizado como Juan Luis Simeón Guiteras Gener. Recibió las enseñanzas primara y secundaria en el Colegio La Empresa, dirigido por su tío Antonio Guiteras y donde también se destacaron Eusebio, su padre, y su tío Pedro José. En 1867 se graduó de bachiller en artes en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas.
Sus estudios de medicina los comenzó en la Universidad de La Habana y los terminó en la de Pennsylvania, Estados Unidos, donde se graduó de Doctor en Medicina y de Doctor en Filosofía, en 1873. Su tesis Influencia de la actividad funcional en el desarrollo del esqueleto, fue premio de la Facultad de Medicina. Revalidó su título de Doctor en Medicina en la Universidad de la Habana en 1901.
Después de 1873 desarrolló una intensa labor científica y asistencial. Fue médico interno y de visitas del Hospital de Filadelfia (1873-1879). En Frankfurt, Alemania, completó en 1889 su especialización en anatomía patológica y en el Instituto de Higiene de Berlín, en 1891, estudió los avances de la bacteriología, ciencia que experimentaba un gran desarrollo en ese momento.

En su carrera docente se desempeñó como instructor de Semiología en la Universidad de Pennsylvania (1879-1884), profesor de Patología y Clínica Médica de la Escuela de Medicina de Charleston (1885-1889), profesor de Patología General y Especial en la Universidad de Pennsylvania (1889-1899), profesor titular de Patología General y Patología de Afecciones Intertropicales de la Universidad de la Habana (1899-1921) y Profesor de Honor (1921-1925).
Fue Decano de la Facultad de Medicina y Farmacia de la Universidad de la Habana de 1905 a 1909. Como oficial médico del Marine Hospital Service realizó una notable labor y participó en la Guerra Hispano-cubano-americana. Perteneció a la Primera Comisión Americana para el Estudio de la Fiebre Amarilla en 1879 y durante muchos años fue infectólogo consultante de la Fundación Rockefeller.
Ocupó en Cuba los más altos cargos sanitarios: presidente de la Comisión de Fiebre Amarilla, director del Hospital de Enfermedades Infecciosas Las Ánimas (1901-1909), director Nacional de Sanidad (1909-1921) y Secretario de Sanidad y Beneficencia (1921-1922). Fundó y dirigió en La Habana la Revista de Medicina Tropical y la Revista de Medicina Tropical e Higiene.
Perteneció a numerosas academias y sociedades científicas de América y Europa. En 1922 fue electo Académico de Mérito de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. Su bibliografía sobre temas de medicina fue amplísima y abarcó, sobre todo, los relativos al parasitismo en las zonas tropicales. Fue un ferviente defensor de la obra de Carlos J. Finlay. Al constituirse en 1925 la Federación Médica de Cuba fue electo por aclamación su primer presidente.
Gloria y apoteosis
Tres momentos ejemplifican el carácter de hombre íntegro que tuvo Juan Guiteras Gener, los que conforman la gloria y la apoteosis de los últimos años de su vida. Primero su renuncia al cargo de secretario de Sanidad y Beneficencia del gobierno de Alfredo Zayas, con motivo de la injerencia estadounidense en los asuntos cubanos.
Todo comenzó en 1919, cuando el gobierno yanqui manifestó la intención de realizar una inspección sanitaria en Cuba. La respuesta de Juan Guiteras fue contundente:
“Permítame decirle: No estoy dispuesto, sin protestar, a someterme a intromisión autoritaria en los asuntos sanitarios de Cuba, por ninguna nación que no esté en mejores condiciones que nosotros. Una acción semejante colocaría el país que lo intentase en una posición ridícula, y a nosotros en la de un país oprimido con propósitos que, por las condiciones existentes, podrían aparecer instigados por otros móviles que no sean los humanitarios”.
Además, agregó:
“Siempre ha sostenido que debemos mantener un estado de salud satisfactorio como una obligación sagrada hacia nosotros mismos y hacia nuestros vecinos, no por razón de leyes escritas o compromisos internacionales”.
Ante la amenaza de invocar la Enmienda Platt, sostuvo:
“Si hubiese algunos, sin embrago, que en este particular estuvieses dispuestos a invocar las llamadas cláusulas Platt de nuestra Constitución, les diría que las exigencias de dichas cláusulas tienen un límite…”.
Al final, expresó con firmeza:
“Ahora bien, yo estoy preparado para demostrar que nuestra mortalidad general y nuestra mortalidad por enfermedades transmisibles presentan cifras más bajas que las de los Estados Unidos”.

La recta posición de Juan Guiteras no fue olvidada por el gobierno estadounidense. Valiéndose de intrigas y manejos poco diplomáticos, el enviado yanqui, general Enoch E. Crowder, logró que el 17 de junio de 1922, el presidente Alfredo Zayas aceptara una renuncia que el doctor Guiteras no presentó. Tras este lamentable hecho, dirigió a Zayas el célebre “Memorandum para el señor presidente”, donde refutó uno tras otro, todos los criterios infundados en relación con el estado sanitario de Cuba. Vale la pena recordar algunos de sus párrafos:
“El hombre del Norte corre peligro de equivocarse cuando juzga por primeras impresiones la situación sanitaria de un país tropical. La miseria, el hambre y la suciedad están más a la vista en los países donde el frío no los obliga a taparse u meterse entre paredes”.
“Cuando un gobierno extranjero de tal modo se entrometía en juzgar y criticar la situación sanitaria de otro país, era de suponer que el país extranjero se sentía seriamente amenazado por la presencia de enfermedades epidémicas que pudieran ser allí introducidas, o por lo menos, que se había presentado entre nosotros un notable incremento de la mortalidad”.
“Y no era así. Fue aquello el ataque más injustificado que puede imaginarse. Cuba había logrado mantenerse libre de la este bubónica que se presentaba en varios puertos de la Unión. Las amenazas de importación de enfermedades se presentaban más de allá para acá que de Cuba a los Estados Unidos”.
“En su parte sanitaria la Enmienda Platt es una invención diabólica. En efecto, nada más deprimente, nada podía desacreditarnos más que el suponer que necesitábamos de una amenaza extranjera que nos obligase a defender la salud de nuestro pueblo. Y hemos sido tan ciegos que hemos invocado la Enmienda Platt para apoyar nuestra Sanidad. Contra esa actitud nunca ha faltado mi protesta”.
“Si Cuba es saludable hoy es porque la hemos hecho saludable y hemos sabido mantenerla así”.
Dejó Juan Guiteras Gener de ser secretario de Sanidad, pero ante ese trance sucedió un segundo momento de gloria en su vida. Regresó a su ciudad natal y fundó una escuela cerca de su finca San Agustín, en Benavides, donde se dedicó a enseñar a leer y escribir a niños pobres de la zona y a brindar consultas médicas gratuitas a los pobladores.
Allí lo conoció el médico Mario Emilio Dihigo, quien lo describió en el libro testimonial Memorias de una larga vida (1974). Sobre Juan Guiteras Gener expresó:
“Era un hombre de mediana estatura, de ademanes pausados y cuyos cabellos blancos contrastaban notablemente con la brillantez y viveza de su mirada. Se encontraba residiendo en su modesta finca San Agustín, alejado del mundanal ruido, porque después de ocupar el más alto cargo de la Sanidad Cubana, había sido víctima de la venganza de un procónsul norteamericano y de la tolerancia de un presidente acomodaticio”.
“Para emplear su tiempo en algo útil, además de dedicarse a la lectura, en un modesto consultorio atendió gratuitamente a sus vecinos y reunió un grupo de niños a quienes enseñó a leer y escribir”.
“Conservaré siempre un grato recuerdo de las visitas que hice al doctor Guiteras en su finca San Agustín. Su vasta cultura y su afabilidad hacían su conversación interesantísima. Cualquier tema que abordara lo iluminaba de amenidad. ¡Con cuánto deleite oí de sus labios los recuerdos de su viaje a Alemania para estudiar la tuberculina de Koch, (…)! ¡Qué gran interés despertaba en mí oír hablar a alguien que había conocido y tratado a Koch, a Ehrlich, a Virchow, a Pfeiffer y a Kitasato!”.
“Era un encanto oírle hablar de los tiempos pasados y de las costumbres criollas antiguas. Tenía grandes conocimientos astronómicos adquiridos de su padre e identificaba las constelaciones y las principales estrellas”.
“—El cine, el cabaret, la vida moderna —me decía— han matado la antigua costumbre de contemplar el firmamento. Ya no se mira el cielo, Dihigo, ya no se mira el cielo”.
Refiere además Dihigo que los asistentes al Congreso Médico Nacional de 1924, fueron a rendirle tributo a San Agustín, lugar donde pasó Guiteras todos los fines de semana en la etapa en que fue secretario de Sanidad. También se conoce que residió en una casa de la calle Manzano número 54, donde vivió con la mayor modestia.

La gloria de Juan Guiteras y Gener, expresada en el reconocimiento y admiración de sus colegas, se evidenció el 24 de octubre de 1925, cuando el gremio de médicos cubanos, durante la fundación de la Federación Médica de Cuba, lo eligió presidente de la Junta Nacional. Fue el primer médico en prestar juramento. Según Dihigo
“…dos mil médicos lo aclamaron, de pie, al aparecer en el escenario del Teatro Payret, donde leyó unas cuartillas que han sido consideradas, después, como su testamento profesional”.
En esta gloriosa ocasión, Juan Guiteras Gener expresó:
“Médicos cubanos, compañeros: Me habéis honrado llevándome a la presidencia de esta Asamblea y hoy vengo a serviros como en otro tiempo me esforcé siempre por hacerlo. Mi primer deber es saludaros”.
Al finalizar dejó estas sentidas palabras:
“…aprovechad estos momentos de entusiasmo, y esta propaganda y esta franca exposición de nuestro modo de ser, de nuestras inclinaciones y de nuestros pensamientos; aprovechadlos, os digo, para que resplandezca y perdure luminosa entre nosotros, la verdad. Un viejo Maestro y hombre bueno dijo en nuestro país que «sólo la verdad nos pondrá la toga viril», pero uno mucho más grande que él, Juan el Evangelista, había dicho antes que él: “y la verdad nos hará libres”.
Cuatro días después, el 28 de octubre de 1925, falleció Juan Guiteras Gener, víctima de una afección cardíaca, en su ciudad natal y a la edad de 73 años. Sobre esta muerte repentina, escribió Mario E. Dihigo:
“Entre sus compañeros se comentó, seguramente con razón, que su corazón enfermo no pudo soportar tan profunda conmoción espiritual. Quizás, de no haberse producido esta, su vida hubiera podido prolongarse algo más. Pero yo me pregunto: aun limitando algo su supervivencia, ¿no fue preferible ofrecer al hombre digno y honrado el homenaje de desagravio de todos sus compañeros de profesión? A mi modo de ver, la respuesta es afirmativa”.
La descripción del sepelio de Juan Guiteras Gener, realizada por Manolo Jarquín, corresponsal del Diario de la Marina, destacó lo grandioso del último homenaje que le tributó su ciudad natal. Estuvieron presentes las autoridades locales, de la Secretaría de Sanidad y de numerosas instituciones y asociaciones científicas. También lo más selecto de la alta sociedad matancera. Sin embargo, Jarquín destacó lo siguiente:
“Los ramos de flores que tapizaban el pavimento de la capilla ardiente sería imposible mencionarlos, porque en su mayoría carecían de dedicatorias”.
“Eran humildes ofrendas de las muchas familias que Juan Guiteras esos dos anos de su estancia en Matanzas, había asistido sin cobrarles”.
“Era la gratitud de los desheredados de la fortuna —los amigos del filántropo— que en forma de rosas perfumaban su Capilla ardiente”.
En otro momento añadió:
“…fueron muchísimas las casas que pusieron lazos y cortinas negras en sus ventanas”.
“A todo lo largo de la carrera, se apiñada el pueblo, como solo lo hemos visto cuando aquel otro entierro que no olvidará nunca Matanzas: el de Domingo L. Madan”.
“Guiteras ilustre, filántropo, Guiteras noble, bueno y sencillo, era llorado por ese pueblo, que se enorgullece de que aquí naciera quien tanto prestigio dio a Cuba”.
Finalizó Manolo Jarquín la descripción de ese momento de dolor, al destacar la relación entre la gloria y la apoteosis de Juan Guiteras:
“Un día espléndido, con cielo sin nubes, y un sol que lo adornaba todo, sirvió de marco al cuadro de dolor que presentaba ayer Matanzas, la ciudad lánguida y dormida”.
“Un día igual, el del domingo pasado, radiante y hermoso, recibió Guiteras la última gloria que le ofrendaban sus compañeros, los médicos todos de la Isla, designándolo Presidente de Honor de la federación Médica de Cuba”.
“Fue una apoteosis en vísperas de su muerte”.
Juan Guiteras Gener legó a su patria y a Matanzas una obra científica y pedagógica muy valiosa, así como un ejemplo imperecedero de investigador y profesional de la medicina. En su honor la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas lleva su nombre y allí existe una cátedra dedicada al estudio de su obra.
