Comprometido con el amigo Lovio a redactar unas notas sobre la recepción infantil de los animados soviéticos que durante décadas programó la televisión cubana, apelo a los recuerdos y unos pocos apuntes al respecto. A propósito de Masha y el Oso, que hoy conquista las más lejanas latitudes, se me ocurre que los animados “rusos” tienen mucho que contar.

Cabe recordar que para cierta parte de la opinión pública carente de formación cinematográfica y alguno que otro humorista, el cine ruso, como siempre le llamaron incluso durante el período soviético, era objeto de bromas y pésima categorización.

Alejados de los infelices comentarios y algunos chistes de mejor proceder, cierto es que la niñez cubana nacida en los años 60, 70 y 80 del pasado siglo disfrutó de una variada programación de animados procedentes de los países socialistas, que cada tarde eran trasmitidos por la televisión cubana.

Ya me las pagarás, La reina de las nieves, Mashenka y el oso, el Tio Stiopa, El antílope dorado, entre otros muchos, recrearon personajes de la cuentística rusa e hicieron las delicias de los más pequeños. Muchos adultos no escaparon del encanto, y sentados con sus hijos frente a la pequeña pantalla disfrutaron de aquellos materiales.

Debo destacar que esos mismos animados solían acompañar cada día la programación cinematográfica de nuestras salas de cine.

Curiosamente, en 1986 durante una visita a la extinta Unión Soviética -ya lo he comentado alguna vez- fui invitado por diligentes cuadros del Konsomol a inaugurar una especie de club nocturno para la juventud moscovita. La trasmisión simultánea en los monitores que disponía el local de viejos cartones de Walt Disney con que muchos habíamos crecido en Cuba, constituyó la principal oferta de la recepción nocturna.

En cambio, para muchos cubanos, los animados “rusos” se recuerdan con cierta cuota de nostalgia, y en las leyendas e historias narradas entonces, guardan auténticos tesoros de sus lejanas y entrañables fantasías.

La frase Deja que te coja, gritada por un lobo feroz en su fracasado intento de atrapar la escurridiza liebre, llegó a formar parte de las expresiones cotidianas de muchos cubanos, en tanto otros identificábamos a la policía con aquel personaje alto y fuerte que presto a brindar su ayuda al común ciudadano, siempre se las arreglaba para descubrir a los autores de cualquier fechoría.

Sin embargo, a la vuelta de unos años la industria de los animados rusos ha obrado el milagro de regresar con nuevas propuestas y conquistar la audiencia de los más diversos públicos de todo el mundo.

En marzo de 2017 un artículo de BBC Mundo refería que el animado ruso Masha y el oso formaba parte de los más vistos en YouTube y contabilizaba entonces 2.002.558.251 vistas y 1.782.000 Me gusta.

La popular animación, creada por la productora Animaccord en 2009, basa su historia en un cuento tradicional ruso de igual nombre, inspirada en la serie Mashenka, animada en stop motion, del estudio de animación Soyuzmultfilm.

Desde entonces, ante el triunfo de la actualizada serie no faltan las acusaciones y señalamientos de aquellos que intentan descubrir en la realización rusa una herramienta de poder blando en manos de Vladimir Putin.

Hasta negativos efectos sicológicos llegan a cargarle por su carácter ¡“agresivo y desagradable»!, según críticas  publicadas en The Times. Lo cierto es que la propia compañía estadounidense Netflix halló ventajosa la adquisición de los derechos de las nuevas series rusas y ha encontrado en los televidentes norteamericanos un público receptor.

Ante la aceptación de las nuevas propuestas que gozan de una visualidad, animación e historias ciertamente atrayentes, los animados rusos han multiplicado sus seguidores en todos los rincones del mundo. En esas propuestas, Masha y el oso constituye una avanzada que desde 2020 hasta el último año estrenaba su sexta temporada entre setas, petirrojos y dragones, mientras ya trabajaban en los nuevos capítulos de la séptima.

En tiempos en que las producciones rusas suelen ser rechazadas por los “gendarmes” del mundo, sus viejas leyendas y aún sus nuevas historias pugnan por atrapar la atención de los más diversos públicos. Una sólida cultura, que goza de magníficos argumentos recreados con las técnicas más novedosas, hace el milagro. (ALH)

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