Su rostro fue el primero que registrase la televisión en Cuba durante una transmisión en circuito cerrado. Reconocida por su talento y virtuosismo María de los Ángeles Santana se convirtió en una figura distinguida en el sistema radiofónico y televisivo del país.
Nacida en La Habana el 2 de agosto de 1914 debutó como actriz en el cine en 1930 y años más tarde incursionó como soprano poniéndole voz y melodía a las composiciones de Ernesto Lecuona. Así Santana sumaba a su trayectoria la categoría de vedette en Cuba.
Filmes como El romance del palmar, Mi tía de América, y Cancionero cubano así como otras producciones norteamericanas, argentinas y mexicanas atesoran su quehacer artístico. Compartió escena con importantes figuras como Mario Moreno (Cantinflas), Pedro Infante y Jorge Negrete.
Entre sus lauros destacan el Premio Nacional de Teatro en 2001 y el de Televisión durante el 2003. Además recibió la Medalla Alejo Carpentier y la Orden Félix Varela de Primer Grado, condecoraciones que otorga el Consejo de Estado.
Conocida como la vedette de la eterna sonrisa falleció el 8 de febrero de 2011, en la capital, a la edad de 96 años. Su legado permanece en el teatro en obras como Un sorbo de miel, Algo no dicho, La verbena de la paloma, Tía Meim y Una casa colonial. A 13 años de su partida física el público  aún la recuerda por personajes como La Alcaldesa del programa humorístico televisivo San Nicolás del Peladero y su prolífica y polifacética carrera en el mundo del espectáculo de Cuba.

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