Fue el 8 de diciembre de 1980 cuando un fanático que “quería ser alguien” disparó su arma a quemarropa contra el fundador de la legendaria banda británica de rock The Beatles a la entrada del edificio Dakota, ubicado en la calle 72 de Manhattan, donde vivía con su esposa, Yoko Ono.
Mark David Chapman privó al mundo del autor de “All you need is love”, “A day in the life”, “Strawberry field forever” o «Imagine», pero el crimen solo agrandó su figura.
Esa misma mañana de diciembre, Chapman le había pedido a Lennon que le autografiara una copia de su disco Double Fantasy, recién publicado entonces.
Confesó haber odiado a Lennon desde 1966, cuando el cantante hizo su famosa afirmación de que “los Beatles eran más populares que Jesucristo” y además por las letras de algunas de sus canciones.
Sin embargo, aquel día describió que su breve encuentro con Lennon “irónicamente, fue muy amable y muy paciente conmigo. La limusina estaba esperando y él se tomó su tiempo conmigo, tomó el bolígrafo y firmó mi álbum. Me preguntó si necesitaba algo más. Dije ‘no, no señor.’ Y se alejó. Un hombre muy cordial y decente”.
Cuenta Jay Hastings, portero del edificio donde residía el músico, que alcanzó a escuchar sus últimas palabras: “me han disparado”, dijo y poco después se desplomó.
El testimonio de Hastings aparece en un documental estrenado el pasado 6 de diciembre titulado ‘John Lennon: Murder Without a Trial’ (John Lennon: Asesinato sin juicio), que ofrece una visión exhaustiva del trágico suceso con la inclusión de nuevos testimonios.
Condenado a cadena perpetua, Chapman tendrá su próxima comparecencia ante la junta de libertad condicional en febrero de 2024. «Era la maldad (que tenía) en mi corazón. Yo quería ser alguien y nada iba a impedirlo», declaró.
Millones de seguidores aún veneran a Lennon. Tal vez no falten flores en el Dakota. (ALH)