Desde la capital de todos los cubanos viajó una guayabera con destino a Matanzas como obsequio del presidente de la República Miguel Díaz Canel Bermúdez al Premio Nacional de Teatro, René Fernández.

Muy pocos en Cuba pueden considerarse Maestro de Generaciones, lo que reclama un amor especial. Y es precisamente esa pasión lo que llevó a René a ser considerado una de las más importantes figuras del teatro para niños en Cuba.

Matancero de nacimiento y de corazón, el Premio Nacional de Teatro conmemoró en el Teatro Sauto, de la Atenas de Cuba, su 80 cumpleaños. Fueron ocho décadas de las que dedicó gran parte a la creación teatral infantil, tal como rememoró en la tarde.

Estudiantes de la escuela Carucha Camejo brindan homenaje a René Fernández. Foto: Félix González Pérez.

De la mano de los estudiantes de la escuela de títeres Carucha Camejo, el maestro disfrutó la interpretación de su primer texto, La amistad es la paz. La obra, escrita por un René adolescente con el fin de entretener a sus hermanos pequeños, causó furor en la década de los 60 del pasado siglo en los Guiñoles de todo el país. Cargada de un simbolismo único, la pieza deviene canto al amor y a la lucha contra la discriminación de cualquier tipo.

Hasta el teatro monumento nacional que lo vio debutar siendo aún estudiante de secundaria, llegaron familiares, amigos y personalidades de la cultura para festejar junto a él sus 80 primaveras.

Entre recuerdos, confesiones y risas, la tarde transitó entre obsequios de la mano de Rubén Darío Salazar y Teatro de las Estaciones, Danza Espiral, Teatro El Mirón Cubano, la compañía Nova Danza y la Dirección provincial de Cultura.

La Atenas de Cuba y la Isla en general le deben disímiles aportes a la cultura, como lo son la creación de la Calle de los Títeres en Daoiz en 1985 y el inolvidable Romance del papalote que quería llegar a la Luna. (ALH)

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