Uno de los mejores decimistas que ha tenido Cuba, Adolfo Alfonso, nació el 8 de julio de 1924 en Melena del Sur. A los 14 años ya cantaba los tangos de moda, y a los 16 cambió radicalmente de género musical inspirado por las controversias.
Hoy se recuerda su fallecimiento, ocurrido el 23 de enero de 2012, a la edad de 87 años.
Este poeta excepcional se unió en un dúo inolvidable con el matancero Justo Vega, su eterno amigo. La pareja de Justo y Adolfo se caracterizaba por una controversia seria y cabal del primero y jocosa y satírica del segundo, que finalizaban con el yumurino malhumorado y fuera de sí.
Sus interpretaciones resaltaron por su musicalidad, variedad en las tonadas y riqueza poética, y Adolfo afirmaba que todo cuanto había logrado en este género se lo debía a su pareja artística.
Fue en 1939, en la emisora CMBF, cuando comenzó oficialmente Adolfo su carrera. Poco tiempo después pasó a trabajar en la Mil Diez, en un programa dirigido por Justo Vega y que contaba con intérpretes de primera calidad, entre ellos Benny Moré.
En el programa televisivo El Guateque de Apolonio, trasmitido por Telemando Canal 2, laboró por poco más de un año con Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, y en diferentes emisoras de radio se unió a Miguel Matamoros, Merceditas Valdés, Chanito Isidrón y el famoso dúo de Celina y Reutilio, entre otros.
Al fundarse el programa de televisión Palmas y Cañas Adolfo Alonso actuó con los cantantes Ramón Veloz, Coralia Fernández, Radeúnda Lima y Angelito Valiente, entre otros muchos.
Contó que cuando escuchó las controversias se dio cuenta de que había nacido para la décima cubana, para la improvisación, y como su defensor participó en giras artísticas por escenarios de Panamá, Perú, México, Venezuela, España y Angola, y recibió significativas condecoraciones nacionales e internacionales.
Mereció además el Premio Nacional de Música en el año 2004, la Orden Félix Varela de 1er grado y la Distinción por la Cultura Nacional.
Por su modo de interpretar la música campesina, por su jocosidad y nivel de improvisación, alcanzó la simpatía y el respeto no sólo de los cubanos, sino también de públicos de diferentes partes del mundo.
Ha sido calificado como un genial artista popular que con su verso se ganó el amor de todo su pueblo.