En su infancia fue obrero tabaquero y culminó su vida como un científico consagrado. El botánico cubano Juan Tomás Roig y Mesa legó a los cubanos un ejemplo de modestia y ciencia.

El patriota

Nacido en Santiago de las Vegas el 31 de mayo de 1877, Juan Tomás Roig y Mesa tuvo que dedicarse al trabajo desde niño. Así lo exigió la modestia de su extensa familia, sobre todo tras la muerte de su padre cuando contaba con cinco años de edad.

Ante la imposibilidad de continuar los estudios primarios fue aprendiz de tabaquero. En 1894 viajó a Cayo Hueso, Estados Unidos, donde residían gran cantidad de emigrados cubanos.

Comenzada la guerra el 24 de febrero de 1895, Roig participó de forma activa en la recolección de fondos para los que luchaban en Cuba Libre. También integró las filas del Partido Revolucionario Cubano, que agrupaba a los defensores de la independencia.

El maestro

Regresó a Cuba en 1898 y, ávido de conocimientos, comenzó su formación como maestro. Participó en las escuelas de verano y en el segundo viaje de maestros cubanos a la Universidad de Harvard. En ambos casos se destacó por su inteligencia y deseos de superación.

Comenzó como maestro de inglés y por sus propios méritos fue ascendiendo en el escalafón magisterial. Se graduó de bachiller en 1906, para después matricular en la Universidad de la Habana la carrera de farmacia y perito agrónomo.

Sin dejar de impartir clases de inglés, se presentó a la plaza de ayudante de la Cátedra de Botánica en la universidad, la cual ganó de forma brillante. En 1910 se graduó de Doctor en Farmacia y Perito Agrónomo. Dos años después alcanzó el título de Doctor en Ciencias Naturales.

El científico

Fue en 1913 que Roig comenzó su fecunda labor en la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas. Este fue el contexto donde desarrolló sus investigaciones acerca de cultivos cubanos y sobre la flora cubana, que lo consagraron como uno de nuestros botánicos más brillantes.

Entre sus obras principales aparecen su Diccionario botánico de nombres vulgares cubanos y Plantas medicinales, aromáticas o venenosas de Cuba. Además de aportes a la botánica, ambos libros fueron contribuciones perdurables a la cultura cubana.

También escribió acerca de las variedades de malanga, tabaco, boniato, cedro, entre otras especies. Con su labor se conoció mucho mejor la riqueza forestal cubana, en particular sus árboles maderables.

Estuvo entre los fundadores de la Sociedad Cubana de Historia Natural Felipe Poey y de la Sociedad Cubana de Botánica. Integró la Asociación Nacional de Emigrados Revolucionarios Cubanos y el Colegio Nacional de Silvicultores.

Después de 1959 continuó aportando a la ciencia cubana, a pesar de su avanzada edad. Colaboró con la Campaña de Alfabetización en 1961 y estuvo entre los miembros de la Academia de Ciencias de Cuba en 1964.

Al morir, el 20 de febrero de 1971, recibió el homenaje sincero de su pueblo, orgulloso de uno de sus hijos más humildes y ejemplares. (ALH)

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