Según la ONEI, la isla recibió un millón 145 mil 743 viajeros más que en igual período de 2021, entendiendo como tal toda persona que se desplaza entre dos o más países distintos.
Del total de viajeros, 971 mil 456 fueron visitantes internacionales, que suponen 807 mil 732 (593,3 por ciento) más que en el lapso comprendido entre enero y agosto del año previo.
En un análisis por países, desde Canadá arribaron 298 mil 410 visitantes, desde Estados Unidos (60 mil 885), España (55 mil 102) y desde la Federación Rusa, 38 mil 488.
Mientras, forman parte de la comunidad cubana en el exterior 212 mil 485 viajeros.
De acuerdo con las notas metodológicas anexas, se consideran visitantes internacionales todas aquellas personas que visitan a un país diferente de aquel en el que tienen su lugar de residencia habitual por un período no superior a un año.
“El motivo principal será con la finalidad de ocio, recreación, negocios u otro motivo personal, y no es el de ejercer una actividad remunerada en el país visitado”, precisa el texto.
Las cifras ofrecen indicios de la paulatina recuperación del sector turístico en la nación caribeña tras el desplome de visitantes en 2021, cuando recibió un total de 573 mil 944 viajeros internacionales, un 60 por ciento menos que el año previo.
Según declaraciones del ministro de Turismo, Juan Carlos García, Cuba no renuncia a lograr su meta de dar la bienvenida a 2,5 millones de turistas en 2022. (ALH)
La noticia es alentadora, pero sobre todo quiero destacar el enfoque realista. Se menciona de forma explícita la cantidad de visitantes, el astronómico crecimiento (lógico) respecto al año anterior y su desglose entre viajeros internacionales y provenientes de la comunidad cubana en el exterior. Aunque al final se desliza una información sobre el sector turístico, se deja al lector la decisión de inferir que muchos de estos visitantes se alojarán en nuestro sistema hotelero y aportarán directamente al financiamiento del país.
Recibir millones de visitantes es un compromiso profesional para el sector turístico. Pero el gran reto es convertir los cientos de miles de visitantes en turistas que gasten en nuestros hoteles y actividades extrahoteleras e incrementen los niveles de ocupación.
Hablar de cientos de miles de visitantes como un gran logro, significativo para el país (visitas que apenas gastan sus dólares, pues la inmensa mayoría son visitantes particulares, para alquilar en casas renta, o en casa de familia, y esos dólares o parte de ellos solo entran en el sistema cuando son utilizados en las tiendas MLC, el gran resto, casi siempre, por medios informales, termina financiando la emigración directa o «volcánica»), muy pocos son turistas con destino a un hotel, es iluso, por lo que conviene publicar ambas cifras, la segunda estaría relacionada con las reales entradas estatales necesarias para la cobertura de nuestros problemas financieros.
Hay situaciones desestimulantes para esos potenciales visitantes, el galopante alto costo de la vida en sus países, el incremento de los precios de pasaje por las aerolíneas y de las reservas por turoperadores, la guerra en Ucrania y la inseguridad que provoca en toda Europa, etcétera, pero, hoy mismo, Dominicana tiene sus hoteles llenos, de latinos, de norteamericanos y de europeos; oí que incluso hay un proyecto de visas light para turistas cubanoamericanos con familiares cubanos, para remedar una especie de «reunificación familiar» turística, y nuestros hoteles, ni hablar de la baja ocupación.