Cuando estaba en el colegio le hicieron escribir en un papel qué quería ser cuando grande, y él escribió una sola palabra: Futbolista.
Era natural, pues se pasaba el día jugando e imaginando escenarios imposibles. Además, en su casa todos lo apoyaban, pues su padre lo llevaba junto a su hermana a entrenar al club local.
Así fueron pasando los años y entró a las divisiones inferiores del Colonia alemán. Eclipsó y el Bayer Leverkusen fue tras su futuro. Lo contrató para jugar en la filial, pero fue tan deslumbrante su talento, que se quedó en el primer equipo.
Su debut profesional ocurrió de la forma más impensada. En 2020, en medio de la pandemia, la liga alemana fue la primera en volver a la cancha. En ese primer partido de retorno a la normalidad, el joven de 17 años entró a escribir su historia. Lo hizo a estadio vacío, pero con su familia apoyando por televisión y un corazón lleno de sueño.
Tres semanas después, metió su primer gol, nada más que contra el Bayern Munich. De ahí en más, los capítulos llegaron solos. Se convirtió en estrella y figura de su equipo, y este año fue pieza central del título que el Leverkusen conquistó por primera vez en su historia, logrando una imbatibilidad récord e inmortalizando su nombre para siempre.
Naturalmente vino el llamado a la selección alemana y, para no perder la costumbre, en el debut, frente a un estadio lleno, en la capital de su país y con la chapa de figura, metió el primer gol de la Eurocopa 2024, que abrió el camino para una goleada inolvidable de la selección germana.
Hace unos días su madre le había entregado un papel arrugado con lágrimas en los ojos. En el papel había escrito una sola palabra: “Futbolista”. Y el niño Florian Wirtz supo que había cumplido su sueño.