La historia de Cuba, de sus hombres y mujeres, ha estado constituida por una pléyade de conductas, acciones y actitudes ante la vida, las cuales han sentado las bases de nuestro sistema de ideas en la sociedad cubana.

Desde los tiempos de antaño la familia cubana presenta síntomas de racismo hacia las personas negras.

Ya la población conoce y ha estudiado, por tanto, hay que hablarles sin titubeos. Pero aún muchas personas ven el tema de la racialidad como algo extraño y la discriminan.

El conjunto de clases, sectores y grupos sociales, así como el sistema de sus relaciones mutuas conforman la estructura social de la sociedad.

La población en Cuba avanza significativamente y deja atrás los estereotipos, modos de actuar y pensar a un lado.

Un ejemplo de esto lo constituye el tema del racismo. Aunque muchos siguen abochornando y miran de manera distinta a las personas con distinto color de piel.

La estructura de clases en la sociedad constituye un panorama complejo. La organización social de la Cuba colonial, estuvo marcada por las diferencias existentes entre las diferentes regiones del país, al decir de Torres Cuevas en esclavitud y sociedad, “existían dos Cubas, económica y socialmente diferentes.”

A principios del siglo XIX no se había producido una integración nacional, pero sí un crecimiento de la población como resultado de la introducción de esclavos.

Los negros eran explotados de manera diferente desde las plantaciones hasta las labores domésticas y ocupados en trabajos y oficios rudos.

Los aspectos mencionados con anterioridad trascienden hoy y se incorporan a la cultura y al imaginario, para reproducir imágenes peyorativas en torno a la raza negra.

Almeida Junco en 2011 en «Género y racialidad» expresó:»… desde sus inicios la sociedad cubana se caracterizó por una estratificación de clases que se correspondía con una filiación racial, en cuyos estratos inferiores se encontraban sobre representados los negros.»

Durante la etapa neocolonial impusieron a los grupos negros y mestizos un proceso traumático para la integración a la estructura socioclasista.

Todos estos elementos van configurando desde lo sociocultural, un imaginario donde el negro se asocia con todo lo malo, subvaloración, exclusión y diferencias con respecto a la raza blanca.

Un ejemplo de la lucha por la discriminación racial es la novela cubana Cecilia Valdés o la loma del Ángel de Cirilo Villaverde

La esclavitud y el roce de razas marcan a Cecilia Valdés, tanto en las vidas de los personajes como en el mismo discurso de la obra.

Refleja los altibajos de la política colonial española en la isla, a través de pugnas entre los personajes cuyas razas, en el caso de los de color, tienen su origen en la esclavitud.

Foto: Tomada de Internet

Los conflictos que provoca, raciales, sociales y por supuesto económicos se extienden a toda la población, tanto urbana como rural y Villaverde los presenta de manera minuciosa, concentrándose en los avatares de una familia representativa, compuesta de españoles peninsulares y criollos, entre los cuales existen discrepancias en cuanto al status colonial de la isla.

Pero Cecilia Valdés es una gran novela histórica que da la medida cabal de toda la cultura cubana de la época, además de su valor literario en sí, que no es poco y de la discriminación racial que existía en el siglo XIX.

La cultura de Cuba es mestiza, que proviene de las raíces históricas. Con una población aborigen escasa, aniquilada en el proceso de conquista y colonización.

Las raíces demográficas, culturales y políticas son imprescindibles para entender como se formó la mentalidad colectiva del cubano y también para pensar en las maneras en que, tras tres siglos de permanencia la discriminación pudiera ser subvertida.

En 1959 triunfó la Revolución Cubana, pensaron que cesaría la discriminación racial, la realidad era que el proceso de reivindicación solo estaba en sus inicios.

La Revolución Cubana se propuso barrera las diferencias sociales y raciales. Se quería barrer con la mentalidad construida a lo largo de cinco siglos, en la cual el blanco era superior a lo negro.

La realidad social implica la construcción de un nuevo modelo proyectado y vinculada a la pobreza, la eliminación de las desigualdades, atender la diversidad de una sociedad multirracial como resultado del propio proceso histórico y de formación de la nación cubana.

Dos acciones para eliminar la discriminación existen desde mi perspectiva.

La primera tiene que ver con la justicia social y la segunda relativa al cambio de mentalidades, que su evolución resulta compleja.

Con el propósito de combatir y eliminar de forma definitiva este flagelo desde el año 2020 el Consejo de Ministros aprobó el Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial, que explica con claridad las esencias de este mal.

En el artículo Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial: «Yo creo en el color cubano»,  publicado en Cubadebate el 11 de marzo de 2020, Pedro de la Hoz,  presidente de la Comisión Aponte en Cuba compareció en el espacio televisivo  Mesa Redonda  y comentó que:

“Antes del 59 había patrones racistas en muchos nichos de la sociedad. Lo primero que hizo la Revolución fue desmontar la mayoría de estas prácticas, aunque ello no garantizó la erradicación del problema”.

De la Hoz recordó el poema del reconocido poeta Nicolás Guillén que plantea la situación antes de triunfar la revolución y los cambios que se produjeron a partir de 1959.

“(…) Tengo, vamos a ver,
tengo el gusto de andar por mi país,
dueño de cuanto hay en él,
mirando bien de cerca lo que antes
no tuve ni podía tener.
Zafra puedo decir,
monte puedo decir,
ciudad puedo decir,
ejército decir,
ya míos para siempre y tuyos, nuestros,
y un ancho resplandor
de rayo, estrella, flor (…)”

La mejor vía se vincula a la esfera educacional a través de todos los espacios poniendo importancia en la escuela, familia y medios masivos; esto sin contar con los tropiezos y tal vez las incomprensiones de las personas vinculadas a los diferentes sectores.

Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.

Aclarar que los niños no nacen racistas, se forman así por la sociedad y la familia que los rodea, portadores de la mentalidad discriminatoria, establecida por años atrás.

Para eliminar la actitud que puedan adquirir los infantes resulta necesario ir a la raíz del problema y reeducar a la sociedad actual.

Y todo esto implica a la escuela, los medios masivos, la familia y sobre esta dirección actores participantes: maestros, padres, abuelos, promotores culturales…

Si no se implementa un proceso educativo integrador y constante, no se podrá erradicar las conductas raciales arcaicas. Las condiciones no son difíciles de crear, aunque el problema sigue siendo lo más complejo.

En la Cuba de estos tiempos, existen profesionales capacitados para desplegar acciones necesarias, además de contar con una bibliografía actualizada, sobre temas y asuntos vinculados al racismo en la sociedad cubana.

Hombre y mujeres, negros y mulatos fueron maestros destacados en los años coloniales, incluso a Antonio Medina, en alusión a José de la Luz y Caballero se le conocía como “El don pepe de la raza de color”, quien dirigió una escuela y también el periódico El Rocío.

Las maestras negras también desempeñaron un papel activo en la enseñanza.  Con la sabiduría que la caracterizaba fueron capaces de poner en práctica lo que sabían enseñando música e idiomas.

Un ejemplo de esto fue Úrsula Coimbra de Valverde, quien desempeñó un papel importante en la publicación de la revista Minerva.

Varios intelectuales negros publicaron en periódicos importantes, un paradigma por todos lo fue Gustavo Urrutia, que dispuso de una página en el conservador diario de la Marina. María Latapier era farmacéutica a principios del siglo XX y administró el lugar en la sociedad Unión Fraternal, en la cual se prestaban servicios médicos a los asociados.

Tanto en la colonia como en la república hubo artistas destacados, hombres y mujeres como Catalina Berroa, Brindis de Salas y muchos otros que dejaron su impronta en el patrimonio musical. En política se destacaron Juan Gualberto Gómez, destacado periodista y patriota insigne de Unión de Reyes, además existe un premio de periodismo que lleva su nombre.  Rafael Serra, Martín Morúa Delgado y muchos más, algunos insurgentes como Evaristo Estenoz.

Negros y mulatos de ambos sexos participaron anónimamente en guerras y rebeliones y fueron líderes de importancia en el movimiento sindical cubano, con repercusión internacional como Jesús Menéndez, Lázaro Peña o Inocencia Valdés, que lideró a las despalilladoras.

Las mujeres que lucharon por la independencia de la nación no accedieron a dar el paso al frente por ser madres de héroes, sino por su propia voluntad.

Resulta imprescindible formar a los nuevos maestros sobre la base de los nuevos programas y conocimientos.

No deben ser vinculados solamente a la historia, es preciso que se introduzcan cuestiones de genética en las ciencias naturales, propiciar lecturas de nuestros antepasados, que los más pequeños de casa conozcan que muchos negros y mulatos tanto hombres como mujeres fueron partícipes de las luchas por la independencia y que muchos integraron las ramas del arte y la literatura.

Muchas relaciones de parejas en la actualidad son personas de diferentes colores de piel. Sin embargo, las familias lo han aceptado positivamente, pero a otras aún les queda la discriminación racial.

Aunque pasen los años ya la persona tiene impregnada esa ideología hacia el racismo.

Para cambiar el modo de pensar y actuar de las personas debemos tener en cuenta que no se transforman por sí solas, son reflejo de la sociedad en la que viven, razón por la cual una proyección antirracista requiere de importantes cambios a través de múltiples e integradas acciones constructivas, una con más complejidad que otras pero imprescindibles.

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *