Quizás ni sabía que en la jornada siguiente se celebraría el Día mundial sin tabaco. Simplemente le incomodó que en la bodega, un lugar cerrado, alguien estuviera fumando.

“En la Isla de la Juventud, de donde soy, eso no está permitido”, me dijo. En tanto, alegó, lo insoportable que resulta el olor desprendido por el tabaco.

Pensé, entonces, en los tantos sitios, muchos de esos en los cuales está ‘prohibido’, donde tuve que soportarlo.

Sin embargo, quienes desprenden ese humo parecen no advertir el malestar y, aún más, los daños que provocan con su actuar al resto de las personas.

Más de 4 mil sustancias químicas, la mayoría nocivas han sido identificadas en el humo del tabaco.

En 43 de ellas se han comprobado los efectos carcinógenos y otras están muy vinculadas con enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares.

Quienes se exponen a él son fumadores pasivos y entre el 20 y el 30 por ciento corren el riesgo de padecer cáncer de pulmón, mientras un 25 % experimentará dolencias del corazón.

Este consumo pasivo durante el embarazo, además de dañar a la madre, se relaciona con problemas sanitarios del feto y el lactante.

Y en el caso de los niños están en peligro de sufrir la muerte súbita del recién nacido; o padecer otitis media crónica, dificultad para respirar, bronquitis, asma, neumonía, tos, entre otras complicaciones.

Según el sexo, en los hombres, las enfermedades más asociadas suelen ser enfisema pulmonar, úlcera péptica, angina de pecho e infarto agudo de miocardio.

Otra alerta parecen obviar quienes a diario fuman: el tabaco envejece. Advierten los científicos que es en la cara donde predominan sus lesiones al ser mayores los efectos de los rayos ultravioletas del Sol.

Provoca, al igual, deshidratación de la epidermis y destrucción de las fibras elásticas de la dermis con la aparición de arrugas y envejecimiento cutáneo prematuro.

Se agrega la asfixia celular por la disminución de la circulación capilar, apareciendo el cutis grisáceo y apagado.

Nicotina y alquitranes se depositan en la superficie de la piel, y la congestión de los senos nasales con rinitis crónica producida por el humo, trae como consecuencia hinchazón de los párpados.

Resulta increíble, entonces, que conociendo estos daños tantos individuos continúen fumando. Más insólito resulta aún obligar a los demás a compartir este vicio.

¿Seremos siempre las víctimas de esos desconsiderados que a diario encontramos en la parada, la guagua, en la bodega… o hasta en nuestra propia casa?

Justo un día como hoy, en que se celebra el Día mundial sin tabaco, sería un buen momento para invitarlos a reflexionar. Por el bien de ellos y también por nosotros.

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