El Día Internacional del Suelo, celebrado cada 5 de diciembre, nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre la importancia de un recurso vital pero a menudo subestimado. Aunque a primera vista pueda parecer algo común y sin importancia, el suelo desempeña un papel fundamental en nuestra vida cotidiana y en el desarrollo de la agricultura, una de las actividades vitales para la supervivencia humana.

Los suelos son mucho más que simples capas de tierra bajo nuestros pies. Son un ecosistema complejo que alberga una gran diversidad de organismos vivos, como bacterias, hongos, insectos y lombrices, que desempeñan un papel crucial en la fertilidad del suelo. Además, los suelos actúan como reservorios de agua, regulando su disponibilidad y evitando la erosión. También son fundamentales para el ciclo de nutrientes, proporcionando los elementos esenciales para el crecimiento de las plantas y, por ende, para nuestra alimentación.

Foto de Jan Kroon en Pexels
El Día del Suelo fue aprobado en diciembre del año 2013 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Foto de Jan Kroon en Pexels

Esta celebración surge a partir de una iniciativa de la Unión Internacional de Ciencias del Suelo (IUSS), cuyos miembros recomendaron en el año 2002 una jornada internacional para homenajear al suelo. Posteriormente, el gobierno de Tailanda reiteró la propuesta y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) apoyó la creación del Día Mundial del Suelo en el marco de la Alianza Mundial por el Suelo.

Gracias a estos esfuerzos, en diciembre del año 2013 la propuesta fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y 2014 se convirtió en el primer año de esta celebración.

A pesar de su importancia, los suelos están enfrentando numerosas amenazas en la actualidad. Informes de diferentes agencias de la ONU consultados refieren que la urbanización descontrolada, la deforestación, la sobreexplotación agrícola y el cambio climático son algunos de los principales factores que contribuyen a la degradación de los suelos. Al respecto, concluyen que «la pérdida de la capa fértil del suelo y la erosión resultante tienen graves consecuencias para la producción de alimentos y la sostenibilidad de los ecosistemas».

En ese sentido, la agricultura desempeña un papel esencial en la preservación y el uso sostenible de los suelos. La adopción de prácticas agrícolas sostenibles, como la rotación de cultivos, la conservación de agua y la aplicación de abonos orgánicos, contribuye a mantener la salud del suelo y a prevenir su degradación. Además, la agricultura regenerativa, basada en la restauración y mejora de la calidad del suelo, puede ayudar a revertir los daños causados por las prácticas agrícolas utilizadas tradicionalmente.

El campo de Cuba en los últimos años ha sido objeto de muchas transformaciones.
El campo de Cuba en los últimos años ha sido objeto de muchas transformaciones. Foto: Portal del Ciudadano Santiago de Cuba

Es por ello que la preservación y conservación de los suelos resulta de alta prioridad para la Estrategia Ambiental de la Agricultura de nuestro país. Con ese objetivo se aprobó en el año 1993 el Decreto Ley No. 179, que da atribuciones al Ministerio de la Agricultura cubano para fomentar su utilización bajo principios agro-ambientales y determinar las normas adecuadas de explotación para otros usos.

Además, el campo de Cuba en los últimos años ha sido objeto de muchas transformaciones, sin embargo, los bajos niveles de incremento en la producción de alimentos, las cifras negativas del rendimiento agrícola y el poco aprovechamiento de los suelos nos alertan que todavía no se puede asegurar que esas estrategias estén resultando en beneficios para la población.

No obstante, los esfuerzos a nivel institucional para impulsar estrategias agroambientales se redoblan, por ejemplo, los ministerios de la Agricultura y el Grupo Empresarial AzCuba establecen principios y normas para la aplicación adecuada de los nutrientes en cada uno de los cultivos; promueven la diversificación de las cosechas y la investigación y el uso de herbicidas, pesticidas y fertilizantes no químicos, que no dañen el equilibrio del suelo y permitan altos niveles de rendimiento. Asimismo se promueve la utilización de productos biológicos y orgánicos para la sustitución de agroquímicos y la aplicación de esquemas de rotación de cultivos sobre la base de un conocimiento adecuado de la tierra.

Por ello resulta fundamental que los gobiernos, las organizaciones y la sociedad en general tomen medidas para proteger y conservar los suelos. La implementación de políticas que promuevan la gestión sostenible del suelo, la educación y concienciación pública sobre su importancia, y la inversión en investigación y desarrollo de técnicas agrícolas sostenibles son acciones clave para garantizar la salud de nuestros suelos y el futuro de la agricultura.

En el Día Internacional del Suelo debemos recordar que nuestro bienestar y el de las generaciones futuras dependen de la preservación y el uso sostenible de este recurso. Solo a través de una gestión responsable y consciente de los suelos podremos asegurar la seguridad alimentaria, la protección del medio ambiente y un futuro próspero para todos. (ALH)

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