Cada 15 de noviembre el mundo conmemora el día Internacional sin Alcohol, una fecha que invita a reflexionar sobre el consumo responsable de éste y sus efectos nocivos para la salud y la sociedad.
En un contexto donde ingerir bebidas alcohólicas forma parte de la cotidianidad, es fundamental detenerse a pensar las implicaciones para nuestras vidas y las de quienes nos rodean. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cada año se registran 2,6 defunciones atribuidas al consumo de alcohol, lo que significa un 4,7 por ciento del total de muertes. La OMS resalta además, que la mayoría son hombres.
El informe explica que, a pesar de reducirse en parte las tasas de mortalidad desde 2010, la cifra total continúa siendo muy alta, con indicadores mayores en regiones de Europa y África. Según otro informe publicado por esta organización, el país donde más alcohol se bebe es Moldavia, ubicado en el sureste europeo, donde el consumo percápita es de 18,22 litros por personas al año.
En Cuba, el alcoholismo abarca el 4% de la población y el 10% son bebedores sociales. El mal uso y abuso del alcohol en ocasiones se asocia a los accidentes del tránsito, homicidios, violencia familiar y divorcios. Se estima que el 42.5 % de la población cubana adulta mayor de 15 años consume bebidas alcohólicas.
El Día Internacional sin Alcohol nos recuerda que es posible disfrutar de la vida sin depender del mismo. Fomentar una cultura de bienestar y responsabilidad no solo beneficia a los individuos, sino que también fortalece a las comunidades al reducir la violencia, los accidentes y otros problemas sociales relacionados con el consumo excesivo.
La abstinencia puede ser un acto de valentía y un paso hacia una vida más justa y plena. (ALH)