El Doctor en Ciencias Nelson Espinosa Pena lleva 30 años en la presidencia de la Oficina Técnica del Ozono (OTOZ) y en más de una ocasión confió a la Agencia Cubana de Noticias (ACN) su pasión por preservar esa especie de sombrilla ultraterrestre, que protege a la humanidad contra las agresivas radiaciones ultravioletas del Sol, muy dañinas a la salud en general.
Aquel 16 de septiembre de 1995, en los bajos de la sede de la Agencia de Energía Nuclear y Tecnologías de Avanzada, en el municipio Playa, inauguraron la OTOZ en coincidencia con la fecha, pero en 1994, cuando la Asamblea General de Naciones Unidas la seleccionó para celebrar el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono.
Espinosa Pena conserva en su memoria histórica detalles de aquella iniciativa creadora y a sus 83 años reconoce a este periodista y a la ACN el significativo hecho de que, con el paso del tiempo, sumaría una acción más a la proverbial política cubana por el fomento, mantenimiento y preservación del medio ambiente, tanto es así que hasta aparece en la Constitución de la República.
Sin la más mínima alusión a los resultados de su gestión durante tres décadas, la resumió de la siguiente manera:
¿Cuáles serían en síntesis los principales impactos de la OTOZ en ese período?
Cuba cumple sus compromisos nacionales e internacionales relacionados con la protección de la capa de Ozono y una muestra evidente tienen que ver con su condición de signataria del Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono (1985) y del Protocolo de Montreal (1987).
“Específicamente con el control y paulatina eliminación de la producción y el consumo de productos químicos industriales, dañinos al medio ambiente”
Ejemplificó con la marcha de la ofensiva del Plan Nacional contra los hidroclorofluorocarburos (HCFC) y los hidrofluorocarbonos (HFC), compuestos orgánicos empleados en acondicionadores de aire y otros dispositivos, la eliminación del bromuro de metilo y el tetracloruro de carbono.
“Hay hechos palpables de la vocación ambientalista nacional y de la exclusión de sustancias agotadoras del ozono (SAO), los HCFC en el sector de la refrigeración, envases de medicamentos y otras aplicaciones.
Los proyectos cubanos han contado con la asistencia financiera del Comité Ejecutivo del Fondo Multilateral del Protocolo de Montreal, sobre todo para la evaluación de tecnologías sustitutivas por el uso de técnicas alternativas.”
La OTOZ en su movimiento
La Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal que entró en vigor el primero de enero de 2019, cuando Cuba depositó el instrumento de ratificación, persigue el objetivo de reducir gradualmente la producción y el consumo de los HFC, gases que contribuyen al calentamiento del clima.
Con vistas a su aniversario 30 el próximo 16 de septiembre, la OTOZ fomenta, además, una campaña de divulgación y concientización pública, adjunta a Cubanergía, de la Agencia de Energía Nuclear y Tecnologías de Avanzada, adscrita al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
También progresa en la eliminación para 2030 de todos los gases HCFC y elabora un plan a fin de hacer lo mismo con los clorofluorocarbonos, muy usados en la refrigeración, las espumas y los aerosoles.
La Asamblea General de la ONU seleccionó el 16 de septiembre de 1994 para la celebración del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, en coincidencia con la firma del Protocolo de Montreal, en esa ciudad, la mayor de la provincia de Quebec, en Canadá, del cual Cuba es firmante desde 1992, al igual que de su Enmienda de Kigali, capital de Ruanda.
En su estimulación, nacionalmente aplican un sistema de reconocimiento a las entidades que eliminen los HCFC y los HFC que otorga cada año el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, porque los programas prosiguen por etapas hasta la eliminación del uso de refrigerantes naturales y de bajo Potencial de Calentamiento Atmosférico (PCA), que indica la cantidad de calor atrapado por una tonelada de un gas, y por la eficiencia energética.
Lino Luben Pérez/ACN