En el pequeño pueblo matancero de Sabanilla del Encomendador nacieron, en el siglo XIX, tres grandes personalidades de la ciencia cubana.
La historia de Sabanilla del Encomendador se remonta a 1747, al ser otorgada la autorización para establecer un pueblo en la hacienda de Don Miguel Otero. En 1879 se creó el municipio de igual nombre que, tras varios avatares, existió hasta 1976. En la actualidad es un Consejo Popular del municipio Unión de Reyes. Aunque lleva el nombre de Juan Gualberto Gómez, se sigue usando, de forma paralela, su antigua denominación.

Sabanilla del Encomendador, también llamado “del Comendador”, es un pueblo situado al noroeste de la geografía matancera. Se le conoce porque en ese lugar, aunque más específicamente en el Ingenio Vellocino, nació el insigne patriota Juan Gualberto Gómez. También allí vio la luz Pedro Betancourt Dávalos, quien fuera uno de los jefes del Ejército Libertador en Matanzas durante la Guerra del 95.
Pero estos dos patriotas insignes no fueron las únicas personalidades destacadas que allí nacieron. Hijos de ese poblado también sobresalieron, desde el siglo XIX, en el campo científico. Fue el caso de tres científicos matanceros, que hicieron, en el campo de la medicina, aportes significativos a la ciencia cubana.
Federico, el cirujano fundador
Federico Gálvez Alfonso (1829-1889) se graduó como médico en Francia en 1855. La tesis que defendió tuvo como título De l’opération cesarennie. Al regresar a su patria fue redactor de la Revista Médica de la Isla de Cuba, donde dio a conocer sus primeros trabajos como médico.
Participó en fundación de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana, el 19 de mayo de 1861. Formó parte de la Sección de Medicina y Cirugía, así como de la Comisión de Medicina Legal e Higiene Pública. En 1888 recibió la condición de académico honorario. Colaboró en los Anales de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana.
Emigró tras el inicio de la Guerra de los Diez Años. Se le condenó a muerte en ausencia y sufrió el embargo de sus bienes. Presidió la Junta Revolucionaria de Nueva York. En 1878 expresó su apoyo a la Protesta de Baraguá. Ejerció como médico en Nueva York y realizó el embalsamiento del cadáver de José Antonio Páez, héroe de la independencia de Venezuela, en 1873. En Estados Unidos realizó una traducción del Manual of the Apiary (1876)
Reconocido como un gran cirujano, se le adjudican las primeras grandes operaciones realizadas en Cuba. Por ejemplo, una talla perineal por cálculo y una elefantiasis escrotal. Fue el primer médico cubano que estudió la cesárea como proceder quirúrgico. Fue catedrático sustituto de Fisiología y Patología General e Higiene en la Universidad de La Habana y profesor del cuerpo de Sanidad Militar de La Habana.
Al regresar a Cuba tras el fin de la guerra, Federico Gálvez Alfonso se consagró a su actividad como médico-cirujano. Además, participó en las investigaciones sobre la célebre enfermedad de los cocoteros que hacía estragos en la región oriental de Cuba. Falleció en La Habana, el 21 de enero de 1889. Tras fallecer, el doctor José I. Torralbas lo consideró alguien que había “…brillado con indiscutible mérito…”.
Medicina, ciencias naturales y patriotismo en Federico Gálvez Alfonso
Juan Nicolás, el bacteriólogo notable
Juan Nicolás Dávalos Betancourt (1857-1910) estudió en Matanzas y en La Habana. Se graduó de licenciado en medicina y cirugía en Madrid en 1886. Después realizó cursos de ampliación en Europa y Estados Unidos. Una vez de vuelta a Cuba, se destacó por sus resultados en el campo de la bacteriología. César Rodríguez Expósito, historiador de la medicina cubana, le llamó “el sabio que sueña con las bacterias”.
Fue una de las principales figuras del Laboratorio Histobacteriológico e Instituto de Vacunación Antirrábica de La Habana, fundado en 1887. En sus investigaciones aisló e identificó diferentes microorganismos patógenos y obtuvo sueros contra el tétanos y la fiebre tifoidea. También investigó sobre el carbunclo, el paludismo, la fiebre amarilla, la lepra, la angina infecciosa y la difteria.
Dedicó numerosos trabajos científicos a enfermedades infecciosas que afectaban a los animales. Así lo hizo con el muermo equino, la difteria aviaria, la pintadilla del cerdo y el higadillo de las gallinas. En las investigaciones que realizo introdujo numerosas innovaciones relacionadas con las técnicas de laboratorio. Desarrolló en 1894, junto a Enrique Acosta, la vacuna antidiftérica, a partir de la utilización de un novedoso procedimiento.
Fue electo miembro de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana el 27 de enero de 1895. En 1899, revalidó su título de doctor en medicina en la Universidad de La Habana. En 1902 se incorporó al recién inaugurado Laboratorio de la Isla de Cuba. Estuvo entre los autores del Manual de práctica sanitaria (1905), dirigido a jefes e inspectores de Sanidad, médicos y funcionarios de la República de Cuba.
Colaboró en revistas de prestigio como los Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana. También lo hizo en los Archivos de la Sociedad de Estudios Clínicos, la Revista de Ciencias Médicas y la Crónica Médico-Quirúrgica de La Habana. Muchas de sus publicaciones fueron realizadas en colaboración con otros investigadores cubanos.
Horacio, el oftalmólogo mambí
Horacio Ferrer Díaz (1876-1960), aprendió las primeras letras en su pueblo natal. En 1893 matriculó la carrera de medicina en la Universidad de La Habana. Abandonó los estudios en el segundo año para unirse al Ejército Libertador en 1895.
En un inicio fue escolta del General en Jefe, Mayor General Máximo Gómez. En 1896, participó en el asalto al fuerte de Bagá, donde fue herido en el maxilar inferior. Fue operado con éxito de su herida en Nueva York y regresó a Cuba en 1897. Participó en la toma de Las Tunas y en el cruce de la trocha en 1898. Fue jefe del estado mayor del General de Brigada Clemente Gómez en Matanzas. Se licenció del Ejército Libertador en 1899, con el grado de comandante.
Reinició sus estudios de medicina y los concluyó en 1901. Trabajó como oculista en el Dispensario Tamayo y el Hospital Calixto García. Fue primer teniente médico de sanidad del cuerpo de artillería del Ejército Nacional en 1904. Viajó a Francia en 1906 para profundizar en los conocimientos sobre oftalmología. Fue ascendido a capitán en 1909, a comandante en 1914 y a teniente coronel en 1917.
A partir de 1918 se desempeñó durante varios años como jefe de la Sección de Sanidad del Ejército Nacional. En esa responsabilidad organizó ese servicio y realizó varias investigaciones relevantes. Publicó un Manual de Higiene Militar. Primeros auxilios (1911), que tuvo una segunda edición en 1912, utilizado durante décadas. Dirigió en 1911 la vacunación antitífica obligatoria en el Ejército Nacional.
En 1917 recibió la Orden del Mérito Militar de segunda clase. Ese mismo año fue nombrado director del Hospital Militar General de Columbia. Pasó a retiro en 1928 con el grado de coronel y se dedicó a su consulta particular en el barrio del Vedado, La Habana. Se enfrentó a la tiranía de Gerardo Machado. Opuesto al gobierno de los Cien Días y a las acciones de Batista al frente del ejército, permaneció preso por varios meses.
A partir de esta fecha se dedicó a su labor como oftalmólogo. Alcanzó gran celebridad en 1923 por la operación de un paciente ciego de 29 años, con cataratas congénitas, al que devolvió la visión. Parte de su obra científica de Horacio Ferrer Díaz quedó recogida en la revista Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. En 1950 publicó el libro Con el rifle al hombro (1950). que contiene sus memorias.
Condenó el golpe de estado del 10 de marzo de 1952 y colaboró con los jóvenes revolucionarios del Movimiento 26 de julio. En el apartamento donde vivía se estableció la planta de radio que trasmitió el llamado a la huelga del 9 de abril de 1958.