Es 30 de julio y como cada año a Santiago le hierbe la sangre en las venas. Como le hierbe a Cuba cuando condena  el crimen.  Vayamos a honrar a nuestros mártires. Los que consagraron todo, en plena flor de la juventud, para construir la Patria soñada por el Maestro.

Frank País y Raúl Pujol, dos jóvenes revolucionarios enfrentados a la injusticia y el desgobierno. Acribillados a balazos, cayeron un día como hoy hace 58 años en las calles heroicas de la rebelde Santiago.

La jauría de Fulgencio Batista, cometió el crimen, para satisfacer la sed de sangre del odioso tirano. El mismo al que los odiadores de turno le pretenden adecentar la imagen como si la memoria de los pueblos fuera tan frágil y escurridiza.

No habrá más crímenes como aquel, porque ya no habrá más tiranos, ni lacayos, ni servidores de ocaso en copa nueva, porque no existe  regreso posible para los que reniegan la Patria soñada por Martí.

Es 30 de julio y el pueblo rinde homenaje a los Mártires de la Revolución Cubana. Matanzas también sabe de memoria el dolor de la Patria. Hijos suyos cayeron ante los muros del Moncada y el Goicuría, en la ciudad, el llano y la sierra combatiendo la tiranía.

Con Frank y Pujol, se levantan el ejemplo imperecedero de Mario Muñoz, el médico del Moncada, la sangre irredenta de Reynold García, la sabia generosa de René Fraga, Miguel Sandarán, Franklin Gómez, Juan Ripoll y tantos otros que abonaron como ellos, la simiente luminosa de la Patria.

 

 

 

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