Día Mundial del Reciclaje: Una responsabilidad compartida para proteger nuestro planeta  

Cada 17 de mayo, desde el año 2005, se celebra el Día Mundial del Reciclaje, una iniciativa promovida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para concienciar sobre la importancia de reducir, reutilizar y reciclar.

Su propósito es claro: transformar nuestra relación con los residuos y avanzar hacia una economía circular que preserve los recursos naturales y mitigue el cambio climático.

En un mundo donde cada persona genera 0,74 kilogramos de basura al día —y los países ricos producen el 34 por ciento de los residuos globales—, las actividades para celebrar esta jornada nos recuerdan que el reciclaje no es una opción, sino una urgencia.

Estas acciones, sin duda alguna, son un aliado contra la crisis ambiental. Su implementación efectiva permite la reducción de residuos y ahorro de recursos ya que reciclar evita que millones de toneladas de materiales terminen en vertederos o en el océano.

Por ejemplo, solo el nueve por ciento del plástico se recicla a nivel global, mientras que el 22 por ciento contamina ecosistemas; reciclar una tonelada de papel salva 17 árboles y ahorra 3,3 yardas cúbicas en vertederos, y, además, el aluminio, infinitamente reciclable, permite ahorrar el 94 por ciento de la energía necesaria para producirlo desde cero.

En otro orden ambiental, el reciclaje es un activo importante en la mitigación del cambio climático. Los vertederos son una bomba de tiempo ambiental: emiten metano, un gas 25 veces más potente que el dióxido de carbono. Reciclar residuos orgánicos mediante compostaje reduce estas emisiones. Además, reutilizar un frigorífico evita 566 libras de dióxido de carbono, equivalente a plantar diez árboles.

El reciclaje, además, forma parte de los esfuerzos globales de innovación y economía circular. Por ejemplo, la Unión Europea lidera este renglón con metas ambiciosas entre las que destaca reciclar el 60 por ciento de sus residuos urbanos para el año 2030, o implementar tecnologías como el deep learning –una rama del aprendizaje automático que utiliza redes neuronales artificiales con múltiples capas para modelar y aprender representaciones complejas de datos– para clasificar materiales, y el reciclaje químico de plásticos, las cuáles están revolucionando la industria.

En ese sentido, Cuba se halla entre desafíos y la esperanza. Datos extraídos de testimonios de la Feria Internacional CubaIndustria 2024 reflejan que nuestro país genera poco menos de trece mil toneladas diarias de residuos sólidos, un reto que se agrava en polos turísticos como Viñales o Varadero, donde la población flotante supera a la local.

Según el XVI Congreso Internacional de Reciclaje, el cual formó parte del citado evento y feria internacional, Cuba enfrenta obstáculos complejos para desarrollar de manera eficiente las acciones de reciclaje a gran escala. Entre ellos resalta una infraestructura obsoleta, con un por ciento elevado de equipos tecnológicamente anticuados; la falta de cultura ciudadana, y un enorme potencial desaprovechado.

No obstante, aunque lentos, se perciben ciertos avances. Uno de los más destacados son los nueve proyectos de ciencia e innovación que se desarrollan en la provincia de Pinar del Río para modernizar el sector; las campañas de concienciación en polos turísticos, como Guardalavaca, donde proponen ciclos de recogida permanente, y los proyectos ambientalistas matanceros “Ecologito”, “Cocomar” y “Amigos de la Naturaleza”.

El reciclaje no es solo tarea de gobiernos, empresas o comunidades amenazadas: cada elección cuenta. Usar bolsas de tela, separar residuos o reparar dispositivos electrónicos —cuya generación crece cinco veces más rápido que su reciclaje— son acciones cotidianas que marcan la diferencia.

La economía circular es el camino, pero requiere compromiso colectivo. Hoy, más que nunca, proteger el planeta es una responsabilidad compartida.

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