En la actualidad, la cultura audiovisual es una de las principales formas de comunicación y entretenimiento. La creación de contenidos en medios tradicionales, reels para la internet u otros materiales visuales y sonoros con fines recreativos, profesionales, publicitarios o científicos inundan cada escenario. Sin embargo, en este paisaje comunicacional, todavía muchos realizadores y escritores evaden los temas asociados al adulto mayor.

En Cuba, la población envejece por causales diversas y unido a ello degenera el pensamiento para llevar a la pantalla las narrativas de la tercera edad. Los tiempos de convergencia mediática demandan un examen de la realidad que vive este grupo etario en sus comunidades o familias y la reinterpretación en la producción audiovisual. Toca encontrar respuesta a preguntas cada vez más comunes. ¿Por qué establecer estereotipos que simplifican a los ancianos como seres frágiles, dependientes o desconectados de la realidad? ¿Cómo abordar el tema en el panorama audiovisual contemporáneo?

La cultura audiovisual agrupa series de televisión, documentales, novelas, películas, y hasta los videos que circulan en las plataformas digitales. La emisión o transmisión de los materiales, influye en nuestro pensamiento y actitudes hacia los diferentes grupos sociales. Varios estudios de las ciencias de la Psicología y la Sociología avalan este criterio.

El día a día convida al estudio de las propuestas positivas a “explorar y explotar” en la realización del imperio de la imagen y los sonidos. Los testimonios de adultos mayores protagonistas, activos, sabios (…) abundan y merecen ser contadas.

Las narrativas que se desarrollan a través de múltiples plataformas (televisión, cine, radio, redes sociales, podcasts), ofrecen una oportunidad única para contar las vivencias de la tercera edad. A su vez, amplía el alcance de las historias y permite una conexión efectiva con el público. Programas que indagan en la salud, el bienestar y las experiencias de las personas mayores ayudan a desmitificar la vejez y promueven la empatía. Además, el contenido educativo en plataformas digitales deviene una herramienta poderosa para sensibilizar al público sobre los problemas que enfrentan quienes sobrepasan los sesenta años.

Evidentemente, en un universo donde el contenido visual predomina, alarma la subrepresentación del adulto mayor. Estas propuestas, de cierta manera, influyen en cómo se les trata en la vida diaria y en las políticas públicas. Vale destacar que el tema va más allá de posiciones meramente políticas o sociales, el análisis implica llevar al escenario mediático los desafíos de esta edad. Arribar a las seis, siete, ocho o nueve décadas destaca como una oportunidad para vivir, soñar y ser feliz.

Cuba, en materia legislativa, protege al adulto mayor. La Constitución de la República recoge claramente en su artículo 88 que: El Estado, la sociedad y las familias, en lo que a cada uno corresponde, tienen la obligación de proteger, asistir y facilitar las condiciones para satisfacer las necesidades y elevar la calidad de vida de las personas adultas mayores. De igual forma, respetar su autodeterminación, garantizar el ejercicio pleno de sus derechos y promover su integración y participación social.

Otras leyes, como el Código de las Familias, llaman a visibilizar contenidos en los nuevos productos o proyectos que se gesten, entre ellos la protección, asistencia y satisfacción de las necesidades de las personas de la tercera edad. No podemos representar en las producciones audiovisuales a un adulto mayor como una cámara de vigilancia de la comunidad y esto “lamentablemente” ocurre con frecuencia. Ellos también tienen voz, valores y derechos que, en ocasiones, se oscurecen y vulneran por las transnacionales mediáticas.

La falta de una representación significativa de la tercera edad en los medios de comunicación puede arrojar consecuencias profundas y nefastas. La inobservancia de la temática en estudio deshumaniza la sociedad que compartimos juntos, y perpetúa la idea de que ellos no tienen un papel relevante. Cuando el adulto mayor se presenta únicamente a través de clichés negativos, se refuerzan actitudes discriminatorias y se ignoran sus valiosas contribuciones.

Cuántas veces hemos escuchado freses como: “Ya tu no sirves para eso”, “Estás desactualizado” “abuelo tu no sabes nada de eso”, “ya estás viejo”. Cuántas personas simplifican los roles de la tercera edad al solo hecho de ser “Abuelos” y nada más, cuando en realidad la esencia transita más allá de esa función familiar.

Otras actitudes marcadas por el silencio de las acciones restan importancia a la presencia de los ancianos en el hogar, se les irrespeta las decisiones, quedan abandonados y sin la protección de los hijos o son desalojados de sus propios hogares… Ejemplos marcarían toda una serie televisiva con varias sagas o temporadas.

Si bien, en las últimas producciones audiovisuales se vislumbra un despertar en las representaciones positivas y algo matizadas, aún queda mucho por hacer. El abordaje de temas como la sexualidad y el sexo en la tercera edad, los problemas de la migración, el empoderamiento femenino, ambiciones, deseos, desafíos y la importancia de vivir plenamente nos mostrarán al adulto mayor como un ser social y fomentarían un cambio “tan necesario” en la percepción hacia la vejez.

Una de esas producciones que nos hace reflexionar sobre el tema es The buket list, . El filme estadounidense del año 2007 traducido al español se puede encontrar con los títulos “Ahora o nunca”, “Lista de deseos” o “Antes de partir”. El largometraje recoge la historia de dos adultos mayores que antes de morir, a consecuencia del cáncer, hacen un recuento de todas las cosas que querían hacer, experimentar y ver en la vida. La cinta interpretada magistralmente por Jack Nicholson (Edward Cole) y Morgan Freeman (Carter Chambers) une a dos ancianos en uno de los hospitales particulares donde su dueño (Carter) es atendido por un cáncer terminal.

Carter y Edward a pesar de sus diferencias sociales, descubren que deben aprovechar el tiempo perdido. Así que, en contra de las órdenes del médico y del sentido común, estos dos auténticos hombres abandonan el hospital y se lanzan juntos a la carretera para vivir la aventura de sus vidas, una lista de cosas por hacer antes de morir.

The buket list se adentra en los conflictos de las despedidas eternas, mueve a la reflexión de cómo experimentar una mejor vida y ofrece una mirada nostálgica hacia las familias. Del guion a la imagen en movimiento queda perpetua una de las mejores formas de representar las narrativas de enfermedades terminales en el adulto mayor.

La presencia de la tercera edad en el imperio de la cultura audiovisual es un tema complejo que todavía refleja avances y desafíos. Se trata de destacar capacidades para experimentar juntos (artistas-escritores-realizadores y públicos) conexiones emocionales. Por lo tanto, es fundamental que los creadores de contenidos audiovisuales ofrezcan narrativas más inclusivas y auténticas con el fin de lograr una visión positiva de la vejez.

Los realizadores, al incluir estas diversas perspectivas en los materiales audiovisuales, ofrecen una representación más rica y completa que desafía los estereotipos actualmente existentes y predominantes. Al verse reflejados en los medios, las personas de la tercera edad pueden desarrollar una mayor autoestima. Las narrativas que destacan la diversidad de experiencias entre los ancianos fomentan una visión más positiva y compleja de esta etapa de la vida.

La convergencia narrativa de la tercera edad en los materiales audiovisuales es esencial para construir una representación más matizada de este grupo demográfico. A medida que avanzamos hacia un futuro donde la población envejece, donde la migración crece, es crucial prestar atención a esta temática tanto en la programación televisiva, radial o para internet.

La relación entre el abordaje de la tercera edad en la producción audiovisual contemporánea y la polémica que lo rodea es clara: mientras algunos medios perpetúan estereotipos negativos, otros desafían estas narrativas y ofrecen representaciones más auténticas.

En fin, para avanzar en este campo, debemos promover una conciencia hacia el debate y realizar un estudio sobre el impacto de las representaciones audiovisuales de la tercera edad. Aunque el abordaje del envejecimiento demográfico en los materiales audiovisuales parezca un sitio común, todavía es una tarea pendiente. Urge, entonces, desarrollar narrativas más inclusivas y realistas desde el panorama de la cultura audiovisual. Solo así, podemos envejecer en el arte de comunicar.

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