Teatro Sauto: una institución llena de historias

Fachada lateral vista desde la calle Medio.

El Teatro Sauto,  Monumento Nacional, llega a su 160 cumpleaños este seis de abril con plena vitalidad desde el punto de vista constructivo y de realización de un perfecto programa de actividades en sus salas.

Luego de más de siglo y medio de existencia, diferentes entidades y factores del país proponen que sea declarado Patrimonio de la Humanidad.

Su historia se remonta a finales del siglo XIX, 1800- 1899, cuando los habitantes de Matanzas lograban un gran desarrollo económico cuyo esplendor hizo que fuera posible pensar en hacer más por el desarrollo cultural e intelectual de la alta clase esclavista, la naciente burguesía y la clase media.

La poesía, la música, la pintura y las artes escénicas, junto a la literatura, fueron tema principal de tertulias o espectáculos que se realizaban en casas de las familias más influyentes o en el pequeño teatro llamado Principal, inaugurado en 1830 y al que el público debía asistir con sus sillas, pues carecía de las llamadas butacas que conocemos hoy.

Ya en esa época Matanzas era cuna de destacadísimos colegios, poetas, tertulias, músicos y otros exponentes de las demás artes que le facilitaron el sobrenombre de Atenas de Cuba, proclamado por Rafael del Villar, director del Liceo artístico y literario de la ciudad, el 17  de febrero de 1860.

Así, al hacerse pequeño el escenario para las artes surge la idea de construir un teatro como los grandes coliseos mundiales clásicos de la época, en un terreno ubicado entre las márgenes y  desembocadura de los ríos San Juan y Yumurí, frente al mar.

Anteriormente allí estaban la plaza de toros de la ciudad y depósitos  de la Real Aduana.

Se procedió inmediatamente a convocar al concurso para proyectos de realización del ansiado teatro y el ganador resultó el italiano Daniel D’Allaglio, quien fue discípulo del constructor del teatro, mundialmente famoso, conocido como la Escala de Milán.

La construcción se inició en 1861 y finalizó en 1863. Durante esos años, según cuenta la historia en los periódicos y pasquines de la época, la diversión y la ocupación de los habitantes era ir a  ver cómo progresaba el proyecto o crear ferias, rifas o cuanta idea fuera productiva para recaudar dinero entre los pudientes o simples personas de la comunidad.

El teatro realmente se terminó en el ultimo mes de 1862, pero su apertura se retrasó por diferentes motivos y se materializó en  los primeros días de abril de 1863. Por eso en la medialuna de los arcos de las puertas de entrada está la fecha del año 1862.

Las canteras de Don Manuel Santos Pargas fueron las proveedoras del material necesario para su construcción  y también otro hecho histórico se vincula al teatro, pues mientras se sacaban los cantos y al perderse la barreta con que se removían, se descubrió una de las cuevas más hermosas y bien conservadas del país, las Cuevas de Bellamar, otro orgullo para los matanceros.

El Sauto en estos casi dos siglos ha pasado por diferentes períodos. Funcionó en sus inicios como teatro y sala de fiestas debido al mecanismo, hoy único en perfecto estado que se conserva en el país y en el continente, que eleva la platea de forma mecánica cuando cuatro personas activan su engranaje. A mediados del siglo pasado se convirtió además en cine y en la década de 1960 su deterioro e importancia nacional motivó se considerara una reparación capital que le devolvió parte de su estructura y belleza original.

En 10 de octubre de 1978  fue declarado Monumento Nacional, y desde entonces las diferentes administraciones lucharon por devolverle el aspecto e importancia  que tiene para los matanceros y el país.

La amenaza del tiempo y el deficiente trabajo de algunas reparaciones hicieron que en  los últimos años del siglo XX se detectaran termitas que amenazaban con devorar las maderas de la institución.

Así las autoridades decidieron una reparación capital por partes sin cerrar la institución, lo que se logró hasta el 2010, cuando fue imposible continuar así y se cerró el teatro.

Esta última reparación duró hasta el 2019 y el resultado fue fabuloso, porque se logró reponer su originalidad hasta un 92 por ciento. En ello influyeron las nuevas tecnologías de luces y audio, así como el sistema de climatización, que hubo de ser adaptado lo más posible sin perjudicar mucho la originalidad.

El Sauto reabrió sus puertas en 2019 cuando se iniciaba la pandemia de COVID19, y por ello solo  ofreció funciones en determinados períodos.

Hoy luce su mayor esplendor con un expediente en proceso para presentarlo como candidato a ser declarado Patrimonio de la Humanidad. Si se aprueba, se dice que sería el primer teatro con esa condición en el mundo.

Muchos directores tuvo el teatro a lo largo de su historia, pero indudablemente los más brillantes fueron los años en que Don Ambrosio Sauto le tuvo a su cargo y que propiciaron el cambio de Teatro Esteban a Teatro Sauto tras su muerte.

Hoy sus restos descansan en un nicho especial en el segundo  balcón junto a su esposa, justo detrás del palco que siempre usaba.

Muchas leyendas acompañan a la institución, entre ellas las que incluyen el sonido de la campanilla que tocaban cuando se iniciaba la función o en los intermedios, la fila seis en su primer asiento donde dicen se sentaba un asiático y se escuchaba perfectamente el sonido de las obras, las musas del Olimpo con una de ellas ausente, y otras que la imaginación popular regaló desde siempre a la institución.

El teatro en la segunda mitad del siglo XX tuvo a mujeres encargadas de su administración, pero Cecilia Sodis fue un baluarte en su cuidado y conservación y llegó a defender el criterio de la necesidad de una restauración capital perfecta hasta el final de sus días.

No pudo ver la reapertura del coloso matancero. No descansó en el empeño y deterioró su salud hasta el desenlace fatal. Todos la recuerdan con sus largos vestidos y bufandas atendiendo el más mínimo  detalle de las funciones y los invitados. Muchos sienten su presencia actualmente entre bambalinas o corriendo de aquí para allá para vigilar cada detalle.

La actual administración, con Kalec Acosta al frente, sigue sus pasos y confesó en una entrevista exclusiva para esta página que el tesoro fundamental del teatro Sauto reside en la calidad de la selección del personal que allí trabaja, el orgullo de ser parte de ese colectivo y el sentido de pertenencia que invade a todos desde el momento en que ingresan. (ALH)

Las escaleras de entrada a la platea se separan cuando se eleva el mecanismo para convertirlo en sala de bailes.
Interior de la sala con sus sillas originales, balcones y palcos protegidos por maderas que individualizan su entrada.
Lámpara central que posee el mecanismo utilizado antes de la electricidad y que permitía bajarla desde el techo a la platea para encender velas, lamparas de aceite o gas.
Mecanismo de elevación de la platea desde el nivel donde va la orquesta.
Mecanismo de elevación de la platea.

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