El doctor matancero Ruber Ortiz Legrá es parte del ejército de batas blancas que fue a salvar vidas a Turquía, luego de que el  6 de febrero último un terremoto de 7,8 en la escala Richter azotó a esa nación y a Siria. Por las pérdidas de vidas humanas y materiales representa el más  mortífero y fuerte en ambos países desde 1822 y 1939, respectivamente.

La solidaridad con estas naciones se hizo presente desde el primer momento. Desde diversos lares llegaron médicos y rescatistas para ayudar a las familias a ir saliendo de los escombros y de alguna forma recuperar la esperanza.

Cuba también  tendió su mano amiga a Turquía. Un total de 32 especialistas , de ellos 20 médicos y el resto  enfermeros y personal de apoyo integraron la delegación de la mayor de Las Antillas que participaron en la recuperación de las ciudades afectadas.

El matancero, Especialista de Primer Grado en Medicina General Integral, comenta que desde  su llegada trabajaron  en los servicios de emergencia del hospital provincial Necil Fazil, y atendieron pacientes con diversas afecciones relacionadas o no con el terremoto.

«Desde nuestra llegada a Turquía y especialmente a la ciudad de Karamanmarash, el pueblo turco nos recibió con los brazos abiertos y expresó innumerables muestras de agradecimiento a nuestro país y a nuestro pueblo.

«Cuando pasamos por algún lugar y nos preguntan de donde somos, inmediatamente, al saber que somos de Cuba, hacen un gesto de cariño, se llevan la mano al pecho y mencionan el nombre del Che y de Fidel. Sin dudas el pueblo turco siente gran cariño, admiración y  agradecimiento hacia Cuba.»

El Doctor Ruber Ortiz atiende a pacientes afectados por el terremoto. Foto: Cortesía del entrevistado

De Turquía también se llevó el cariño de sus pacientes Foto: Cortesía del entrevistado

Ortiz Legrá, integrante de la Brigada Médica Henry Reeve, cumplió misión en Azerbaiyán en 2020 como respuesta a la solicitud de ese país ante el impacto de  la pandemia de  Covid -19, lo cual significó una gran experiencia en su carrera profesional. Allí comprobó que ni el idioma ni la cultura son barreras para que la salud llegue a todos.

«Las experiencias son muchas y a pesar de las diferencias culturales, religiosas e idiomática, la medicina cubana ha encontrado la manera de contribuir a aliviar un poco el dolor de un gran número de personas que no solo están afectadas físicamente, sino también mentalmente. 

«Ayer, cuando atendimos pacientes en una comunidad alejada de la ciudad, una mujer se acercó al traductor para decirle que nosotros nos demorábamos mucho haciendo una consulta, que otros médicos eran más rápidos, pero que les gustaba nuestra forma de atenderlos, porque los examinábamos mucho y muy bien.

«También quiero destacar la alta calidad y la excelente preparación que poseen los profesionales turcos, particularmente el personal de salud.»

Ruber actualmente realiza la especialidad de Cardiología y ante la  solicitud de la  dirección del país de integrar una brigada para  partir a la República de Turquía  mostró total disposición. Ya en suelo cubano recuerda la familia que quedó al otro lado del planeta y que fortalecerá los lazos de amistad y cooperación entre ambos pueblos. (ALH)

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