
Y es que para nombrar a los hacedores de la calma, toda palabra queda irreverente. La valentía de cientos que miraron frente a frente los ojos del fuego jamás podrá ser silenciada. Cuba venció, conmutada de manos amigas en un hecho trascendental para la historia, la misma que se escribe hoy desde la épica de un niño soñador con ilusiones de bombero.