Aunque para gustos se han hecho los colores, resulta difícil definir que un producto sea más delicioso que otro cuando de sabores se trata. Tal es el caso de los helados Coppelia que en su momento se comercializaron como los mejores del mundo.
Lo cierto es que la reconocida Catedral del helado, ubicada en la La Rampa habanera, estuvo de cumpleaños por estos días y aún se recuerda la variedad de sabores con que vino al mundo.
El pasado 4 de junio se cumplieron 58 años de que la capital de todos los cubanos se regalara una institución de esta naturaleza concebida arquitectónicamente por el prestigioso Mario Girona, pero a la belleza del inmueble había que regalarle la mayor calidad de sus productos.
Entonces gozó Coppelia de una moderna tecnología para asumir la producción de sus deliciosos helados.
La variedad de sabores se disfrutaron en la cercana Atenas de Cuba, ciudad que por mucho tiempo dispuso de magníficas heladerías.
Baste recordar las existentes en el patio interior de la desaparecida Plaza del Mercado, famosas por la diversidad de sus sabores, o los helados Vidal en la calzada de Tirry, en el barrio de Pueblo Nuevo.
Pero entonces la reina de las heladerías matanceras era El París. Ubicada en la calle Santa Rita esquina San Ambrosio, también en la barriada neopoblana, la institución distinguía por la variedad y calidad de sus helados. Era difícil para muchos viajeros informados, no desviarse unos metros de su itinerario para deleitarse con aquella maravilla que se mantuvo por larga data en la preferencia del numeroso público.
Al transitar por el lugar y mirar al interior de la modesta instalación, nunca sacié la curiosidad que me hacía la imagen de aquellos hombres que a diario batían manualmente grandes tinas de leche y demás ingredientes para elaborar sus codiciados helados.
Luego, al frente de la entidad, diligentes empleados ofrecían el servicio que contaba con una diversidad de sabores naturales y otras golosinas, que Ud. podía disfrutar en sus mesas de mármoles blancos. .
De regreso a los días que los helados Coppelia llegaron a la ciudad yumurina, cabe recordar que fue en el restaurante del hotel Louvre donde se ofertaron por vez primera a la población matancera. El servicio ofrecido desde horas de la mañana y extendidos hasta la noche, rápidamente ganó la atención de los matanceros. Muchos hicimos la consabida cola varias veces al día para disfrutar del encanto de los helados Coppelia.
Eran los días que Radio 26, la emisora provincial de radio, se ubicaba frente al parque de La Libertad justamente a un costado del Louvre. Entonces muchos jóvenes acudíamos al lugar para escuchar la programación musical de la emisora. El propio parque constituía un lugar de paseo y concentración para la juventud. Se hacía divertido hacer la cola, mientras se disfrutaba la música y luego saborear alguno de aquellos apetecidos helados.
Sobre el surtido de los helados Coppelia se ha insistido. Llegaron a registrarse 54 sabores ofrecidos en 26 combinaciones posibles. Hasta nuestros días llegan las propuestas conocidas como Tres Gracias, Ensaladas y Vacas Negras entre otras.. Entonces distinguían aquellas aderezadas con frutas tropicales como los Sondys supremos.
En el interior de la asumida heladería reinaba la limpieza, el orden y la elegancia. Téngase en cuenta que el servicio se prestaba en el salón principal de la institución hotelera, con su mobiliario histórico y una elegante vajilla de copas y cucharillas para la degustación.
Después Matanzas contó con su heladería Coppelia, construida con una atractiva concepción arquitectónica, que a su humilde relator siempre le pareció pequeña.
Varadero también construyó su Coppelia. Concebido por el propio Mario Girona, sobre el conocido parque de la 8 000 taquillas en la ciudad balneario, desde su inauguración gozó de la calurosa acogida popular.
En la actualidad la producción estatal de helados se ha visto seriamente afectada por el déficit de leche y otras carencias. Por lo regular se apela a la iniciativa privada con acceso a los productos necesarios para sostener un nivel de producción, desde luego con precios que ya no resultan tan populares.
Con los años la restauración y ampliación del hotel Louvre dotó a la emblemática institución de una pequeña cafetería donde se expende irregularmente el helado que de algún modo recuerda los viejos tiempos.
Otras marcas han asumido el reto, pero vale el esfuerzo para que un día recuperemos la variedad, la calidad y los precios de que ayer gozaron los helados Coppelia, Así podríamos acercarnos en lo posible a satisfacer el sabor que demande cada gusto.