Desde el ejercicio de un magisterio comprometido con la Patria, la maestra matancera Consuelo Serra Heredia debe ser recordada a los 80 años de su fallecimiento.

Nacida en Matanzas el 13 de julio de 1884, Consuelo María Anacleta Serra Heredia fue hija del destacado patriota matancero Rafael Serra Montalvo, gran amigo de José Martí. De la madre, Gertrudis Heredia, heredó la pasión por educar. Ambas viajaron a Nueva York en 1892, para reunirse con el padre y esposo, radicado en Nueva York desde 1888.

Acerca de la influencia materna que recibió, la cual consideró decisiva en su vida, expresó en una ocasión:

“(…) comprendió que la hija que tan conscientemente había traído al mundo, triunfaría en el mismo con solo que ella atendiera una cosa: al cultivo de su espíritu. Así con esmero cuidó de mi cuerpo para que éste sirviera de sostén al edificio espiritual que ella deseaba levantar en mí. Así cultivaba mi inteligencia, para que conociera y no pudiera ser engañada y cultivó mi corazón para que amara a todos, aún a los que quisieran, en el transcurso de mi vida, hacer irrealizable mi éxito en la misma.”

Una infancia martiana

En algunas fuentes se declara que Consuelo Serra Heredia fue colaboradora de José Martí y miembro del Partido Revolucionario Cubano. Sin embargo, eso no es cierto, pues era apenas una niña cuando sucedieron los acontecimientos previos al inicio de la Guerra del 95. Sin embargo, debido a la gran amistad de su padre con Martí, este le fue muy cercano.

Acerca de la influencia que recibió del Apóstol, rememoró años después:

“De niña me fascinó Martí. Correspondía él a la vida plena de ensueño y de misterio de la infancia. Verdaderamente lo que él me contaba en La Edad de Oro me hechizaba. Y era mi buena e inteligente madre, que leía conmigo cuantas veces yo se lo rogaba, la que, sin dejarme perder el encanto y la ilusión que me producía aquella lectura, me iba como señalando el fondo de realidad que había en la misma. Era la lección, sin rigidez, ni austeridad que Martí ofrecía a los niños con sencillez de niño”.

“En los cuentos de Martí, en los versos de Martí, yo respiraba la espontaneidad, la libertad que deben siempre formar el ambiente espiritual que rodea la infancia”.

José Martí la mencionó en varias oportunidades. En la sección “En casa”, del periódico Patria, la saludó en junio de 1892, con motivo de la llegada a Nueva York, con estas palabras: “Ni hay para la virtud de un hombre premio más grato que verla renacer en la delicadeza y ternura de una hija”. Al escribirle a Rafael Serra, en una carta de 1893, le llamó “…la tierna Consuelo…”. En otra de 1895, le envió “Un beso a Consuelo”.

La influencia martiana que recibió estuvo presente a lo largo de su vida. Acerca de las ideas de José Martí sobre la educación, expresó en una oportunidad:

“…los que eran agradabilísimos cuentos para la niña se convierten, se transforman en espléndido programa para la vida en sus múltiples fases. ¿Cómo veo a Martí, como mujer?

“Martí destaca la misión que le ha de corresponder al niño y a la niña al ocupar sus respectivos puestos en la sociedad. De esta manera atraviesa con la poderosa luz de su preclara inteligencia y su profundo dominio de la ciencia de la vida, las décadas que han transcurrido desde su muerte hasta el presente; y se coloca ante esta generación de cubanos, cual faro luminoso, esclareciendo, con las chispas que vierte su genio, el tan discutido problema del feminismo”.

“¿No nos destaca aquí Martí, la misión de los dos sexos, que siendo iguales en nobleza y alteza de miras, les ha de ocupar, no obstante en la vida, misiones y apostolados distintos aunque no contrarios?”.

Consuelo Serra Heredia realizó estudios primarios en una Grammar School de carácter público en la ciudad de Nueva York. Al graduarse, recibió las tres medallas que se ofertaban como premio por los sobresalientes méritos académicos alcanzados. Sobre la niñez de Consuelo Serra Heredia en Estados Unidos, escribió el periodista Miguel Gualda, amigo de su padre, en 1905:

“…desde la edad de ocho años comenzó sus estudios en una escuela americana y tuvo el prurito de ser la primera en todas las clases: luchaba por dejar bien puesto su nombre, cual si tuviera la misión de reivindicar y enaltecer el de Cuba en el extranjero. Y Consuelo que ha cursado trece años de estudios en puro idioma inglés, a pesar de ello, habla nuestro idioma, el suyo, que es el del hogar en que su conciencia se formara, con tanta naturalidad y corrección como si todo ese tiempo lo hubiera pasado estudiando en Cuba”.

Dedicación al magisterio

Decidida a consagrarse al magisterio, en 1900 Consuelo Serra Heredia ingresó en la Normal College of the City of New YorK, hoy Hunter College. Allí se graduó como Bachiller en Artes el 28 de junio de 1905, lo que equivalía al título de Maestra Superior. En este centro recibió una sólida formación pedagógica, que fue el sustento de su desempeño posterior. Años después expresaría:

“…mi ideal siempre ha sido el de trasmitir a mis discípulas todo cuanto me ensenaron en el plantel donde yo me eduqué, y todo cuanto he podido aprender más tarde”.

Foto de Consuelo Serra Heredia como graduada en 1905. Archivo del autor.

Regresó a Cuba y la Junta de Instrucción de La Habana la aceptó como maestra de primer grado. Impartió clases en la Escuela Número 3, dirigida por el prestigioso educador Ramón Rosainz. También trabajó, como maestra de inglés, en la Escuela Pública Número 37. Ejerció como profesora de inglés en la Escuela Normal para Maestras de La Habana desde 1921. Allí se mantuvo hasta su fallecimiento y se convirtió en una de las figuras emblemáticas del claustro docente de la prestigiosa institución. En 1930 las alumnas de este centro le rindieron homenaje. En las palabras de agradecimiento, expresó:

“¿Cuál será mi suerte en la Normal para Maestras, me preguntaba yo? De ella, de mi suerte en ese amado plantel, vosotras, mis muy amadas alumnas sois testigos. ¡Con cuántas flores habéis regado mi camino de estudiante de la vida y de maestra del idioma inglés!”.

Fiel a un constante espíritu de superación profesional, inició estudios en la Escuela de Pedagogía de la Universidad de La Habana. Destacados profesores como Alfredo Miguel Aguayo y Luciano Martínez admiraron su dedicación. El 21 de septiembre de 1923 defendió con éxito la tesis para optar por el grado de doctora en Pedagogía, que trató sobre “El inglés en las Escuelas Normales”. También alcanzó, en 1934, el título de doctora en Filosofía y Letras.

Graduación del Colegio Sagrado Corazón de Jesús en el Teatro Apolo. En ese momento Consuelo Serra Heredia hace uso de la palabra. Bohemia, 1 de septiembre de 1940. Archivo del autor.

La labor educativa que desarrolló Consuelo Serra Heredia fue más fecunda a partir de 1912. Ese año fundó en Arroyo Naranjo una escuela privada gratuita para niñas negras, que nombró Colegio del Sagrado Corazón de Jesús. Fue directora de este plantel hasta 1927. Debió abandonar el cargo, sin dejar de ser su dueña, debido a la aprobación de una ley que prohibía impartir clases particulares a los profesores de establecimientos oficiales. Una exalumna, Francisca Rodríguez, quedó encargada de dirigir el colegio y continuar su obra.

Consuelo Serra Heredia en 1927. Archivo del autor.

Al cesar en este cargo, la nueva dirección del plantel y las alumnas, organizaron una fiesta de agasajo a Consuelo Serra Heredia, que puede considerarse de desagravio. Se realizó en la Sociedad El Pilar, el 12 de julio de 1927. El programa de la actividad fue organizado por las profesoras y alumnas del Colegio. El 17 de julio el Diario de la Marina hizo una amplia reseña de la actividad:

“La doctora Consuelo Serra y Heredia, fundadora y directora del Colegio «Sagrado Corazón de Jesús», fue homenajeada de la manera más honrosa y con las manifestaciones más deslumbradoras, magníficas y sutiles que darse puede con la palabra la música, la poesía, las flores y las artes dramáticas”.

“Suntuosidad social, hermosura y brillantez pedagógica y magnificencia artística que enlazados con la elocuencia del bien decir y la más gallarda y mejor entonada recitación, constituyeron la ofrenda de amor que la Asociación de ex alumnas y alumnas de ese modesto y ejemplar plantel de enseñanza, que mantiene bajo la égida santa de la Patria redimida y de la madre iglesia católica”.

Acerca de las palabras que pronunció la homenajeada, se añadió:

“Podemos asegurar que los conceptos, la intención, la forma y elevación doctrinales que emitió con severidad religiosa, axiomática y solemnemente, fundamentan a la educadora como a una eminente maestra”.

Consuelo Serra Heredia en 1929. Archivo del autor.

Años después Consuelo Serra Heredia retornó a la dirección y entonces se le denominó Escuela Hogar Consuelo Serra. El 5 de diciembre de 1937 recibió un emotivo homenaje por los 25 años de fundada esta institución educativa. El acto, realizado en la Sala «Falcón», fue reseñado por los principales periódicos habaneros. En el discurso central, Eugenio Domínguez Torres señaló:

“Hablar de Consuelo Serra, de su capacidad pedagógica, de su entusiasmo y consagración a la escuela, de sus afanes y desvelos en favor de la enseñanza, del santo apostolado, en fin, que ha hecho de su juventud, que tramonta y de su vida, todo gentileza y austeridad, es honor pocas veces obtenido y motivo de orgullo para quien lo alcanza”.

“Exaltar a esta educadora cubana, es, en verdad, tarea que enaltece y dignifica. Bien pudo realizarla cualesquiera de sus discípulas. No necesitaban ellas —que tan preparadas están para las lides del entendimiento— lenguaje ampuloso ni frases esmaltadas de sutilísimas imágenes. La vida de Consuelo Serra es transparente como el cristal”.

“Consuelo Serra, como queda dicho, ha sido una sacerdotisa de la enseñanza. Hija de una verdadera educadora, aunque careciera de título profesional, tuvo en Gertrudis Heredia —su idolatrada madre— el mejor modelo. Ajustó a él sus ansias de mejoramiento espiritual y un día como el de hoy, hace veinte y cinco años, fundó, bajo la advocación del «Sagrado Corazón de Jesús», el colegio que lleva su nombre. Poseedora de la chispa divina del genio, abarcó, con certera mirada, el panorama pedagógico de la república, se dio cuenta, cuando los demás se apegaban a los moldes trazados, que los Planes de Estudio de la llamada instrucción pública, sólo conducían a formar «hombres fragmentarios», (…) creó esta «Escuela Hogar», cuyos resultados palpamos y con la cual, en brillantes «Bodas de Plata», hoy se desposa. En ella se cultivan, a la par que las facultades mentales y morales, las artes y ciencias domésticas. Se rinde culto a las concepciones sublimes del espíritu; mas no se olvida el clásico apotegma de que le primero es existir para luego filosofar. «Templar el alma para la vida» —como recordaba el maestro inolvidable— ha sido la misión de su ilustre directora y abnegadas colaboradoras. Todos los años se gradúan distintas educandas; pero, ni las que terminan su instrucción primaria ni las doctoras en varias facultades que aquí acaban sus estudios académicos, se avergonzarán nunca de unir a su título profesional el de aptas para el manejo de una casa y la constitución de una familia”.

“Veinticinco años de labor, sin acumular los consagrados a enseñanzas especiales y establecimientos del Gobierno, bien le hacen merecedora a la condecoración que se le otorga. Nadie la lleva con mayores méritos. Pero, más duradero que el brillo de la medalla que, dentro de breves momentos, penderá de su pecho, será el recuerdo mismo de este homenaje y la gratitud de quienes se lo tributan. Sólo el amor crea. Y las entrañas de Consuelo Serra, fecundas en abnegación y bondad, pueden sentirse orgullosas de haber acogido, con cariño maternal, a esta legión de maestras que es ya luminoso faro en las conciencias y en el porvenir ensombrecido de la patria”.

Esta educadora matancera se caracterizó, además, por una activa vida social. En 1929 presidió el Comité de Acción para la creación de un asilo para niñas desamparadas. Igualmente, Fue presidenta de la asociación femenina Damas de la Cruz Rosa. De fuertes convicciones cristianas, sobresalió por su actividad benéfica en la Iglesia Parroquial de Jesús del Monte.

Consuelo Serra Heredia en 1935. Archivo del autor.

Parte del ideario pedagógico de Consuelo Serra Heredia quedó recogido en la revista Adelante, donde escribió la sección titulada “Pedagógicas”. Así lo demuestran los artículos “La educación y los problemas sociales” y “Nuestros adolescentes deben constituir la esperanza de la Patria Cubana”, ambos de 1935. Esta publicación, que existió entre 1935 y 1936, fue abanderada en el combate contra la discriminación racial en Cuba. Colaboró con la columna “Ideales de una Raza”, que dirigía el periodista Gustavo Urrutia en el Diario de la Marina. Allí publicó varios trabajos, entre los que sobresale “Nuestros valores étnicos” (1929). Pueden mencionarse, además, “El baile” (1928), “Para mis alumnas de la Escuela Normal de La Habana” (1930) y la conferencia “El problema racial en Cuba” (1935).

Un pensamiento propio

Estudiar la obra escrita por Consuelo Serra Heredia permite valorar la profundidad de su pensamiento. Este se caracterizó por la autenticidad y por la defensa del carácter transformador de la educación. También manifestó confianza ilimitada en los valores del pueblo cubano. En “El baile”, conferencia que pronunció en la Sociedad Jóvenes del Vals, en 1928, defendió la importancia de esta manifestación artística. Lo consideró un “…factor necesario en la formación de nuestros valores sociales”. Sostuvo la necesidad su enseñanza, pues

“Sería conveniente que nosotros también nos detuviésemos en el estudio de este arte para considerar en él, aparte de su significación social, que de por sí es bien importante, su influencia educativa sobre nuestra juventud”.

Acerca de las ventajas del baile añadió:

“Innumerables con las ventajas de este arte bien encauzado: proporciona el equilibrio nervioso, establece la armonía entre los distintos músculos y, sobre todo, establece la más sublime armonía con el alma”

Uno de los trabajos de Consuelo Serra Heredia más mencionados ha sido “Nuestros valores étnicos”, que se publicó en el Diario de la Marina, el 27 de enero de 1929. Apareció en la sección “Ideales de una raza”, del periodista Gustavo E. Urrutia. Al comenzar la autora destacó que unión entre cubanos negros y cubanos blancos, era “…el bello ideal que se apodera hoy de nuestra conciencia social…”. Tras resaltar la necesidad de consolidar en Cuba la patria “con todos y para todos”, señaló que era necesario “…por lo que toca a nuestro grupo étnico, que nos esforcemos por mantener siempre nuestros valores a la luz pública…”. Entonces agregó con juiciosa claridad:

“Hay que difundir entre todos nuestros valores, ya que afortunadamente no tenemos que crearlos, pues que existieron siempre para justo orgullo nuestro, en lamente y en el corazón de nuestros mayores. En su actuación, en su vida toda podemos ver, escritos con caracteres salientes, estas virtudes irresistibles: dignidad, concentración moral. Dignidad con que sentimos el orgullo legítimo de ser cubanos y de ser negros, porque los negros cubanos hemos hecho muchas cosas buenas y dignas, en todas las fases de la vida cubana, y esto no siempre mediocremente, sino también de manera distinguida y saliente. Concentración moral, para no desviar nunca ninguna fuerza, para no perder jamás ninguna oportunidad que nos conduzca a la inquebrantable grandeza intelectual-moral a que tenemos no ya el derecho, sino el deber de aspirar”.

“Nuestros mayores nos han legado estas virtudes, estos valores étnicos; a nosotros nos toca recogerlos y colocarlos bien alto, donde todo el mundo los vea y sirvan de paz y unión entre todos los cubanos, que reconocerán en ellos valores nacionales, valores cubanos”.

Consuelo Serra Heredia fue entrevistada en 1929 por Nicolás Guillén y Gustavo Urrutia para el Diario de la Marina. Entre las preguntas formuladas estuvo una dedicada a sus estudios en Nueva York. Al preguntarle si era una escuela sólo para gente de color, respondió:

“De ninguna manera. Para negros y para blancos. El año en que yo me gradué, el número total de alumnas fue de seiscientas seis. Seiscientas eran blancas. Seis de color. Yo era la única cubana. Pero a pesar de la abrumadora minoría en que me hallaba nunca me sentí molesta, no fui preterida jamás”.

Ante la duda del periodista sobre si no había racismo en Nueva York, añadió:

“Sí lo hay, como en todos los sitios de la Unión. Un poco menos que el Sur, pero existe, Lo que yo he tratado de señalar es el hecho de que en el colegio nunca hallé la oportunidad de disgustarme. Y en la calle… Pues en la calle, donde quiera que tuve una dificultad tuve a las autoridades de mi parte. Pero todo ello fue muy pocas veces. No tengo realmente quejas de New York”.

Al ser interrogada sobre su feminismo, expresó:

“Yo sí soy feminista. Cuando yo era estudiante, allá en New York, di una conferencia sobre la equiparación de los derechos de la mujer con los del hombre. ¡Caro que abogo por ella! Pero quiero que la mujer está cultivándose diariamente, que esté nutriendo su espíritu todos los días. Yo, a la verdad, no estoy muy impaciente”.

En “Para mis alumnas de la Escuela Normal de La Habana”, de 1930, realizó una emocionante valoración de su labor como maestra. También reflejó aspectos autobiográficos interesantes. Las ideas que expresó ratifican la confianza que siempre mostró en la educación como principal vía para el mejoramiento humano. Por esta razón, escribió:

“…el espíritu humano es sublime en su apreciación de los valores espirituales. Qué importan las células, ni el color de la epidermis…”.

Consuelo Serra Heredia en 1944. Archivo del autor.

La conferencia “El problema racial en Cuba”, que impartió en 1935 en el Colegio de las Hermanas Oblatas, es otra muestra de su ideario. En ella destacó que era un problemática que debía ser abordada y que los prejuicios raciales perjudicaban a los blancos y a los negros por igual. Consideró que la falta de educación era una de las causas que provocaban la existencia de estos prejuicios. También defendió que no existían “razas” inferiores ni superiores. Negó de forma enfática que el perjuicio racial fuera “…una parte esencial de la psiquis del hombre blanco cubano”. Por último, ratificó su fe en la “…educabilidad de los sentimientos en la especie humana”.

80 años después

Entregada en cuerpo y alma a la noble tarea de educar, Consuelo Serra Heredia murió de forma repentina hace ochenta años, el 21 de abril de 1945, en La Habana. Fue un suceso inesperado, que causó conmoción. Entonces, la dirección de la Escuela Hogar la asumió su esposo, el destacado abogado Pedro N. González Veranes. Dos años después se develó un busto con su figura en el Club Atenas, elaborado por la artista Caridad Ramírez.

Nota sobre el homenaje a Consuelo Serra Heredia, dos años después de su muerte. Noticias de Hoy, 23 de abril de 1947. Archivo del autor.

En los últimos años la personalidad y el ideario de Consuelo Serra Heredia han sido objeto de estudios y aproximaciones. Fue, en la época que le tocó vivir, una mujer negra que superó prejuicios raciales y de género. Sin embargo, siempre mantuvo una actitud militante contra ambos. Convencida de la educación como fuerza emancipadora, se consagró a la formación de las nuevas generaciones, sobre todo de niñas y jóvenes negras que hicieran bien a la patria. El ejemplo que legó está más presente que nunca.

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