Manuel Zambrana Navia fue un médico matancero de largo y reconocido historial como profesional consagrado a su labor.
Aunque nació en Matanzas el 20 de noviembre de 1839, Manuel Félix Zambrana Navia fue heredero de un ilustre apellido habanero. En su familia paterna hubo varias personalidades destacadas en la historia de Cuba. Un tío, Antonio Zambrana Valdés, fue rector de la Universidad de La Habana, y un primo, Antonio Zambrana Vázquez, estuvo entre los redactores de la Constitución de Guáimaro. Otro tío, Ramón Zambrana Valdés, participó en la fundación de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.
Recibió las primeras letras en el Colegio La Empresa, de los hermanos Guiteras, donde dio múltiples evidencias de una consagrada dedicación al saber. Estudió en el Colegio El Salvador, en La Habana, donde alcanzó el grado de bachiller en ciencias. Formó parte de la pléyade de matanceros que recibió de forma directa el influyo bienhechor del ejemplo ético de José de la Luz y Caballero.
Los inicios
Matriculó en la Universidad de La Habana y se graduó como licenciado en medicina el 1 de marzo de 1864. En el tercer año de la carrera ganó accésit en 1860, con una memoria sobre el tema “¿La fuerza nerviosa, es idéntica o por lo menos análoga al fluido eléctrico, o es por el contrario una fuerza sui generis?”. En la apertura del curso 1860-1861, el rector de la Universidad de La Habana, su tío Antonio Zambrana Valdés, se refirió a este reconocimiento alcanzado por Manuel Zambrana Navia:
“Dos memorias fueron presentadas en la facultad de medicina, ambas de un mérito positivo y que merecieron por tanto un justo voto de aprobación. En ambas se revelan los buenos conocimientos de sus autores, que resultaron serlo los bachilleres don Manuel Valentín Suárez, del quinto año, y don Manuel Zambrana y Navia, del tercero, los cuales, confirmando por el resultado del examen la exacta idea que de sus talentos había formado el claustro, obtuvieron el premio principal y el accésit en el mismo orden en que han sido nominados”.
Una vez obtenido el título de licenciado en La Habana, Manuel Zambrana Navia pasó a Madrid para revalidar el título de doctor, según lo establecido en la época. La tesis para doctorarse en medicina la defendió el 2 de julio de 1864, en la Universidad de Madrid. El tema escogido fue “el influjo de las ciencias naturales en la medicina”. Fue investido como tal el 9 de julio de 1864 y recibió el título correspondiente el 1 de agosto de 1864. Ese mismo año se publicó como Discurso leído en la Universidad Central por el Licenciado Don Manuel Zambrana y Navia en el acto de recibir la investidura de Doctor en la Facultad de Medicina (1864).

En esta obra, Manuel Zambrana Navia defendió el carácter integral de la medicina, en estrecha relación con los descubrimientos y avances de las ciencias naturales. Así lo demostró al defender ideas como las siguientes:
“…la medicina y las ciencias naturales son dos ramas de un mismo tronco, que alimentadas por igual savia tienden a confundirse muchas veces: ábranse las páginas de la historia y quedará de mostrada de una manera indudable la tendencia unánime de los médicos de todos los tiempos a apoyarse en las luces que las ciencias naturales nos suministran”.
“¿Por qué razón las ciencias médicas han hecho tan pocos progresos, a pesar de los numerosos trabajos emprendidos y llevados a cabo para elevarlas a la cumbre de su perfección? Porque casi siempre se ha considerado al hombre aislado en la naturaleza: apenas se empieza hoy a comprender la importancia del estudio comparativo de su organización con la de los demás seres animados, y que nunca llegaremos a tener una anatomía y una fisiología verdaderas si no comprendemos en el estudio el sistema general de los seres vivientes”.
“Es preciso no olvidar que somos un anillo de la gran cadena de la vida, que todos los seres se entrelazan los unos con los otros, y que separando un eslabón del conjunto para estudiarlo por sí solo, se rompe en cierto modo la trama de todas las verdades, y no se comprende el resorte que mantiene la existencia de cada objeto”.
“…las ciencias naturales, cuyo benéfico influjo se extiende a todos los ramos del saber humano, a las artes, al comercio, la industria y a todo cuanto contribuye a procurar al hombre comodidades y hacerle agradable la vida, son el móvil de los grandes resortes de la civilización y engrandecimiento de los pueblos”.
Al mes siguiente, la noticia del éxito logrado por Manuel Zambrana Navia llegó a Matanzas. La recogió el diario matancero Aurora del Yumurí en la gacetilla “Mucho nos place”, el 10 de agosto:
“Según vemos en los periódicos de Madrid, ha alcanzado un completo triunfo en sus estudios el apreciable joven matancero D. Manuel Zambrana… (…) En el paraninfo de la Universidad central de la Corte tomó el mencionado joven la investidura de doctor en la Facultad de Medicina… (…) “…leyó una brillante memoria acerca del influjo de las ciencias naturales sobre la medicina, llenando así completamente su misión, y viendo realizadas sus más bellas esperanzas. El Sr. Zambrana obtuvo en este acto la envidiable nota de sobresaliente, en presencia de un numeroso concurso, en el que se contaba lo más notable de la Corte en todos los ramos del saber, como asimismo muchos compatriotas del agraciado… (…) Esta noticia nos ha llenado de satisfacción, y no dudamos que será acogida por los matanceros con muestras de verdadero regocijo”.
El 15 de septiembre de 1864, el diario matancero Aurora del Yumurí publicó en la sección “Gacetilla”, la nota “Excelente discurso”, en la cual expresó:
“Sólidas ideas, elevados pensamientos, robustas razones, imágenes vivas, originalidad e inteligencia; he aquí lo que resalta en el escrito a que aludimos, verdadera muestra de los triunfos que el expresado joven ha sabido adquirir durante sus estudios”. (…) “…Matanzas se enorgullece hoy al ver que uno de sus hijos acaba de conquistar la palma del saber ante el Jurado del Aula Magna de la Metrópoli de España. Por nuestra parte nos congratulamos por ellos, y damos la más sincera enhorabuena a la apreciable familia del nuevo doctor en Medicina”.
Al día siguiente comenzó la publicación del Discurso… en las páginas de Aurora del Yumurí. Se hizo por partes y abarcó, además, los días 17, 18 y 20 de septiembre de 1864.

Una larga faena
Después de graduado, Manuel Zambrana Navia viajó a Francia e hizo varios cursos en la Universidad de París. Al regresar a Cuba ejerció en el barrio de Pueblo Nuevo, en la ciudad de Matanzas y estableció su consulta particular en Gelabert 83. También hizo labor asistencial en el Asilo San Vicente de Paul, el Hospital de Santa Isabel y el Hospital de San Nicolás, en la misma ciudad. Fue Vacunador Segundo de Matanzas y socio del Instituto Práctico de Vacunación Animal de las Islas de Cuba y Puerto Rico.
Tuvo una destacada actitud en el enfrentamiento a la epidemia de viruelas que azotó la ciudad de Matanzas en 1867. Para dar fe de los esfuerzos realizados publicó Memoria leída en la sesión celebrada por la Junta de Sanidad la noche del 16 de febrero de 1867, dando cuenta al Excmo, Sr. Presidente de la misma de los trabajos de la Comisión Sanitaria de Pueblo Nuevo durante la presente epidemia de viruelas (1867).
En esa oportunidad, Manuel Zambrana Navia asumió la defensa de una de las conquistas más valiosas de la ciencia médica: la vacunación. Al respecto criticó “…las vociferaciones de la parte inculta del pueblo y de otros no muy cultos que no creen en la eficacia de la vacuna”, sobre lo cual agregó:
“Nosotros debemos trabajar para llegar a desterrar esas preocupaciones populares que tanto mal causan en la marcha de las buenas medidas; pero teniendo muy presente que esa es una obra muy difícil, lenta; una obra que solo el tiempo, la justicia y el detenimiento reflexivo podrán consumar”.

Manuel Zambrana Navia fue socio de la Sección de Ciencias Físicas, Naturales y Matemáticas del Liceo Artístico y Literario de Matanzas, primera institución científica del territorio yumurino. En premio a su desempeño fue electo tesorero de la misma el 14 de febrero de 1868. Participó de forma activa en las sesiones científicas públicas que realizó esta Sección en 1868.
En la sesión inaugural, realizada 19 de abril de 1868, Manuel Zambrana Navia presentó una memoria sobre el llamado ‘Mal de Addison’, primera vez que se debatió sobre esta enfermedad en Cuba. Según se expresó en Aurora del Yumurí, presentó “…una nueva teoría con la cual pretende explicar la causa, incógnita hasta ahora, de tan rara enfermedad”. Este trabajo siguió discutiéndose en las sesiones del 26 de abril y 3 de mayo. Todas las opiniones las resumió el doctor Domingo Cartaya, director de la Subsección de Medicina y Cirugía, el 10 de mayo. Esta fue la primera vez que se debatió sobre esta enfermedad endocrina en Cuba.
En Aurora del Yumurí se resaltó que se había demostrado
“…notable entusiasmo, pues a pesar de no ofrecer el tema interés palpitante y de referirse por otra parte a una enfermedad rara se ha extendido el debate y, agotado el campo de la medicina, se ha buscado fuera de él un arsenal de razones nuevas, y la botánica, la anatomía comparada, la embriogenia y la antropología concurrieron en auxilio de su hermana la hija de Hipócrates”.
Las sesiones científicas públicas de 1868 en el Liceo de Matanzas
Poco tiempo después, Manuel Zambrana Navia fue nombrado director del Hospital de Santa Isabel, cargo que desempeñó por treinta años. El 14 de febrero de 1889 fue autorizado, mediante un decreto del Gobierno, para explicar cursos de clínicas generales médico-quirúrgicas en los hospitales de Matanzas. Dentro de la labor formativa que desarrolló hay que destacar el asesoramiento que brindó a María de Guía Miranda Rivero, primera mujer cubana que obtuvo oficialmente el título de comadrona.

En premio a los méritos acumulados, la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana eligió a Manuel Zambrana Navia como académico corresponsal en Matanzas , el 12 de diciembre de 1897. Era el reconocimiento de la comunidad científica cubana a la consagración de un excelente médico y hombre de ciencia. Eso fue hasta su fallecimiento, el 16 de julio de 1910.