En la obra de José Martí aparecen mencionados varios de los libros publicados por el científico inglés Carlos Darwin.
El naturalista inglés Carlos Darwin murió el 19 de abril de 1882. La bibliografía que escribió y publicó fue muy amplia. Hoy se reconocen más de dos mil títulos con su firma, entre libros, resúmenes, ensayos y artículos. Esto sin contar sus notas personales manuscritas y su correspondencia, que pasa de las 13 000 cartas. Sus libros tuvieron una amplia difusión en la segunda mitad del siglo XIX, sobre todo tras la publicación de The origin of species… en 1859, que lo dio a conocer a escala planetaria.

José Martí tuvo acceso a numerosos libros de Carlos Darwin. El conocimiento que tuvo de ellos fue muy importante para dominar los postulados esenciales de la teoría darwinista así como los aspectos más sobresalientes de su labor como científico. Los que no pudo estudiar de manera directa, al menos los conoció por referencias de otros autores. En “Darwin ha muerto”, ensayo escrito por José Martí tras la muerte del naturalista ingles, mencionó 13 de sus libros. Los calificó en esa ocasión de obras “…humildes en el estilo, [y] fidelísimas en la observación…”. Algunos los mencionó después por su título y otros por una breve caracterización que permite determinar de cuál se trata.
El origen de la vida y del hombre
De todos los libros de Carlos Darwin, el más importante fue On the origin of species by means of natural selection, or the preservation of favoured races in the struggle for life. Publicado en 1859, su salida fue un suceso precursor de los modernos best-seller. Es muy probable que José Martí haya consultado alguna de sus ediciones en inglés, que fueron varias tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos. Este libro, cuyo título varió ligeramente a The origin of species… desde su sexta edición (1872), fue la obra más sobresaliente de Carlos Darwin. Han sido muy conocidos los detalles que rodearon su publicación, después de más de veinte años de investigaciones.

En una primera mención a este libro en “Darwin ha muerto”, José Martí imaginó al naturalista colocando sus obras en un estante, donde “…ponía primero El origen de las especies…”. Con esto reconoció que, efectivamente, se trataba de su principal libro, que contenía la esencia de todas las investigaciones que realizó y el aporte fundamental realizado por su autor a la ciencia y al estudio de la naturaleza. Seguidamente José Martí no expuso su contenido, sino que sintetizó magistralmente la esencia de la teoría de la selección natural. Con esto destacó que era el principal resultado que legaba desde el punto de vista científico.
Llama la atención que José Martí incluyó, en su breve reseña de la selección natural, que la teoría darwinista explicaba la evolución de las especies hasta llegar a lo que llamó el “magnífico hombre”, pues en The origin of species… Darwin no trató de ese tema de forma explícita, aunque estaba consciente de que esta sería la principal implicación derivada de sus ideas. La explicación de la inferencia martiana se sustenta en que ya conocía The descent of man…, considerado por muchos una continuidad del libro anterior, o sea, la aplicación darwinista de la selección natural al origen y evolución de la especie humana.
En otros dos momentos José Martí volvió a mencionar este libro por su título en español. El primero de ellos al destacar su significación como libro de ciencia y el impacto que tuvo en su época:
“(…) Origen de las especies, que fue tal fiesta y asombro para el pensamiento humano como el Reino animal de Cuvier, donde se cuentan cosas épicas y novelescas, o la Historia del desarrollo de Von Baër, que reveló, a luz de relámpago, las maravillas de la tiniebla, o los libros de geología del caballero Carlos Lyell, que ponen de nuevo en pie mundos caídos (…).”

Otra mención de José Martí sobre el principal libro darwinista se localiza en uno de sus cuadernos de apuntes. Aparece en un resumen del contenido del primer volumen del libro Historia del movimiento republicano en Europa, del español Emilio Castelar, publicado en ocho tomos entre 1874 y 1875. Una última referencia martiana directa a The origin of species… tiene como fecha el año 1890 y se lee en una crónica sobre el destacado inventor estadounidense Thomas A. Edison.
The descent of man, and selection in relation to sex (1871), es el segundo libro en importancia dentro del legado de Carlos Darwin. Fue mencionado por José Martí en “Darwin ha muerto”, como El origen del hombre en el sumario y como Originación del hombre dentro del texto. Tuvo como principal objetivo aplicar lo expuesto en The origin of species a las particularidades de la especie humana. Con esto su autor defendió el origen natural del ser humano y que su evolución era parte inseparable del desarrollo del mundo orgánico. Acerca de la repercusión de este libro, José Martí comentó que su publicación
“(…) movió a buena parte de los hombres, no hechos a respetar la libertad del pensamiento soberano, y los esfuerzos del buscador sincero y afanoso, a cóleras injustas, que no siente nunca ante el error el que posee la fuerza de vencerla.”
Aunque no lo citó por su título, José Martí también mencionó el libro The expression of the emotions in man and animals (1872). Lo ubicó correctamente como un trabajo dedicado a ofrecer nuevas evidencias sobre la evolución humana, a manera de una segunda parte de El origen del hombre. Por eso destacó que en él Carlos Darwin puso:
“(…) en junto los hábitos de los cuadrumanos y los del hombre, por ver si hallaba razón nueva que añadir, con la de originación de la mente del hombre de la mente de los simios, a su teoría de la originación del ser humano (…).”
Entre los libros de Carlos Darwin que más llamaron la atención de José Martí estuvo Geological observations on South America (1846), una de los dos textos que el sabio inglés dedicó a nuestra América. Al mencionarlo recordó
“(…) todo lo que está sencillamente dicho, no como autócrata que impone, sino como estudiador modesto, en su libro de Observaciones geológicas sobre Sud América. ”
El Diario del Beagle
El mérito de ser el libro de Carlos Darwin que más conoció y estudió José Martí, corresponde al Journal of researches into the natural history and geology of the countries visited during the voyage of H.M.S. Beagle round the world, under Command of Capt. Fitz Roy. Con este título se publicó en 1845 y 1860, pero fue conocido como Diario del Beagle. En “Darwin ha muerto” apareció citado como Diario de investigaciones de la geología e historia natural de los varios países visitados por el buque de Su Majestad Beagle, bajo el mando del capitán Fitz-Roy, de 1832 a 1836.
En la sinopsis que hizo del mismo, José Martí señaló:
“Y es el otro de sus libros sabrosísimo romance, en que las cosas graves van dichas de modo claro y airoso, y cuenta a par las gallardías del gaucho y los hábitos de los insectos, y cuándo hubo caballos en la vieja América, y cómo los doman ahora. Es un jinete sabio, que se baja de su cabalgadura a examinar las cuentas azules que ciñen, a modo de brazalete, las muñecas de las indias de la Cordillera, y a recoger el maxilar de un puma fétido, en cuya piel se ven clavadas aún las uñas de los cóndores”.
Después de este brevísimo resumen, aprovechó José Martí para ofrecer una valoración. Sobresalió un elogio del científico y una velada crítica a la falta de un análisis científico y detallado del ámbito social de nuestra América. Planteó en este sentido:
“No hay en ese Diario de investigaciones de la geología e historia natural de los varios países visitados por el buque de Su Majestad Beagle, bajo el mando del capitán Fitz-Roy, de 1832 a 1836, esa arrogancia presuntuosa, ni ese culpable fantaseo de los científicos apasionados, que les mueven a callar los hechos de la naturaleza que contradicen sus doctrinas, y a exagerar los que las favorecen, y a completar a las veces con hechos imaginarios aquellos reales que necesiten de ellos para serles beneficiosos. Ni es profundo, sino sincero. No se ve al sectario que violenta el Universo, o llama a él con manos impacientes, sino al veedor pacífico que dirá implacablemente lo que ha visto. En cosas de mente, no ve más que lo que sale a la faz, y no profundiza hombres, ni le mueven mucho a curiosidad, ni se cuida de penetrar su mundo rico”.

Este libro tuvo gran significación en la obra martiana, lo cual se demuestra a partir de otras menciones suyas referidas al mismo. En ellas demostró que jamás olvidó su lectura. Sobre todo por la forma sencilla y fiel en que Carlos Darwin describió la hermosura y singularidad de la naturaleza americana. En 1883, ante el descubrimiento de restos de un mastodonte en Estados Unidos, recordó el célebre diario como un
“(…) libro, sincero, ordenado, más lleno de deseos de saber que de generoso calor humano, más preocupado del modo con que los insectos vuelan que del modo con que vuelan las almas (…)”
Cuatro años después, la evocación del Diario del Beagle volvió estar presente en la obra martiana. En esta oportunidad, a propósito de una crítica a un artículo sobre Argentina publicado en el Harper´s Monthly, José Martí mencionó con admiración
“…la relación desnuda del viaje de Darwin en la fragata “Beagle” [que] resulta a veces, por el influjo de la beldad americana en el autor sincero, épica como nuestro natural resplandeciente, fúlgida como un brillante negro, fresca y casi olorosa…”.
Otros libros de Darwin
En “Darwin ha muerto”, José Martí mencionó otros libros del naturalista inglés por sus títulos. Fue el caso de Geological observations on the volcanic islands visited during the voyage of H.M.S. Beagle… (1844), que tradujo como “Observaciones geológicas en las Islas Volcánicas”, pero sin ofrecer valoraciones acerca de su contenido. También se refirió a The power of movement in plants (1880), al que destacó como
“…Poder del movimiento de las plantas, donde se narran maravillas, y travesuras, y misterios de árboles, arbustos y algas, las cuales suelen, en la estación del amor, disputar una parte de sí a que busque en su hogar retirado la esposa apetecida…”.
Varias obras aparecen mencionadas por José Martí en este ensayo de forma indirecta, de acuerdo al tema que abordaban. Así hizo con The different forms of flowers on plants of the same species (1877), al señalar que Darwin estudiaba en su jardín
“…una familia de plantas semejantes, en que por varios y continuos modos, había venido a parar en ser planta florida la que al principio no lo era…”.
Lo mismo hizo con The effects of cross and self fertilisation in the vegetable kingdom (1876), que fue recordado por su título o una aproximación: “La autofertilización del reino vegetal, que saca de sí mismo los elementos de su vida…”. De igual forma, al referirse a “…su monografía, llena de revelaciones y sorpresas de los animales de la familia Cirripedia…”, aludió al libro A monograph of the sub-class Cirripedia, with figures of all the species, que apareció en cuatro tomos entre 1851 y 1854, dos de ellos dedicados al estudio de las especies fósiles.

The structure and distribution of coral reefs, libro editado en 1842 y 1874, lo mencionó después por su título: “La estructura y distribución de las rocas de coral…”. Al iniciar “Darwin ha muerto”, José Martí resaltó esta referencia indirecta: “…bajo aquella urna, era una islilla de coral, que le había revelado la obra magna del insecto mínimo…”. Aunque lo llama “insecto”, debe aclararse que el coral es un celenterado.
Del libro “Las plantas insectívoras, que parecen fantástico cuento…”, comentó José Martí al inicio de “Darwin ha muerto”, que “…en aquel rinconcillo del jardín [de Darwin], era un grupo de plantas voraces, que se alimentan de insectillos…”. Hay que destacar que Insectivorous plants (1875) estuvo entre las obras darwinistas más conocidas y populares.
Un libro sobre las lombrices de tierra
Una de los libros de Darwin que José Martí admiró fue The formation of vegetable mould, through the action of worms (1881). Este trató la influencia de las lombrices de tierra en la formación de la capa vegetal del suelo. En “Darwin ha muerto”, al describir las huertas e invernaderos del naturalista inglés, destacó la existencia de “…un cerrillo de polvo húmedo, en que observaba cómo los insectos van elaborando la capa de tierra…”. Aquí introdujo otra licencia en su comentario, pues se trataba de lombrices de tierra, o sea, anélidos, y no de insectos.
En “Darwin ha muerto”, valoró
“…ese último libro suyo, que mueve a cariño y agradecimiento por la ternura que revela su inefable amor a lo pequeño, y por la nueva gala de ciencia, siempre grata a la mente, que a él se debe, en el cual libro dice cómo los gusanillos generosos van labrando para habitación y sustento de los seres vivos, aquella parte de la tierra en que surgen después, perfumosos y frutados, los próvidos vegetales”.
Unos meses antes, desde la “Sección constante” en La Opinión Nacional, de Caracas, José Martí adelantó parte de su contenido. En ese momento escribió:
“Los periódicos ingleses abundan en alusiones a la última obra de Darwin. El famoso naturalista ha empleado largo tiempo en estudiar la inteligencia de los gusanos. Su libro tiene por esto la amenidad de una novela, a lo que contribuye la originalidad y gracia del asunto, y la tierna y profunda personalidad del filósofo, que ama vehementemente a la naturaleza, y departe con ella como en amoroso diálogo. El naturalista se ha enamorado de los insectos que describe, y ve a esos animalillos cuyos hábitos y espíritu revela a los hombres como vería a criaturas suyas, a lo que tiene derecho, pues en verdad los crea para la ciencia”.

La influencia de esta obra de Carlos Darwin en José Martí fue significativa. Es muy posible que, pensando en este libro, reconoció en 1884, como parte de su labor periodística, la obligación de
“…condensar, en párrafos que parecen diamantes pulidos o impenetrables fortalezas, los frutos de esa ambiciosa observación científica con que hoy se miran, aun por los ojos inquietos de los poetas, los trances de la tierra y los de las pasiones, los gusanos y el vapor de luz de las estrellas, las rocas y las almas”.
Otra breve mención apareció en un texto de 1889, escrito para La Opinión Pública, de Montevideo. En un comentario sobre diferentes escuelas y universidades norteamericanas, las que elogió por sus métodos pedagógicos, destacó una de ellas, donde se
“…habló con naturalidad y sentido en la discusión sobre la conveniencia del Senado en las repúblicas, o la función del gusano en el desarrollo de la tierra”.
Este propio año recordó este libro de Carlos Darwin en su cuento “Bebé y el señor Dom Pomposo”, publicado en La Edad de Oro. Lo hizo al dedicarle esta oración:
“…y si los gusanos van fabricando la tierra: como dijo ayer en la sala aquel señor de espejuelos”.
En el “Discurso en el Liceo Cubano”, pronunciado en Tampa, el 26 de noviembre de 1891, al criticar a los que no defendían la revolución armada como la única vía para alcanzar la independencia, llamados por José Martí en esta oportunidad como “petimetres de la política”, afloró nuevamente la huella de este libro de Carlos Darwin. Al finalizar la idea exclamó:
“¿Y qué le hemos de hacer? ¡Sin los gusanos que fabrican la tierra no podrían hacerse palacios suntuosos!”.
Los libros de ciencia
Un aspecto a considerar en el conocimiento martiano sobre los libros de Carlos Darwin, que quizás influyó en el acceso que tuvo a ellos, es que la editorial norteamericana encargada de divulgar la obra darwinista en Estados Unidos fue la Appleton, donde José Martí ejerció como traductor y editor entre los años 1883 y 1886.
El conocimiento martiano sobre la trascendencia de la labor científica de Carlos Darwin, tuvo como punto de partida el conocimiento de sus principales libros. José Martí estudió profundamente textos como el Journal of researches… y Geological observations on South America. Además, dominó las esencias de otros como The origin of species… y The descent of man…. Su cultura científica le permitió valorar los libros darwinistas, asumir lo mejor de ellos y señalar lo que consideró requería más profundidad de análisis.
Los libros de Carlos Darwin fueron una influencia trascendental en la vida de José Martí. Quizás pensando en ellos, como en otros que le permitieron aprender de la ciencia universal, escribió en 1895: “Donde yo encuentro poesía mayor es en los libros de ciencia…”. Mientras, en uno de sus poemas hizo una confesión que recuerda, entre otras muchas, las lecturas que hizo de los libros de Carlos Darwin:
“Siempre que hundo la mente en libros graves
La saco con un haz de luz de aurora:
Yo percibo los hilos, la juntura,
La flor del Universo…”.