Entre 1959 y 1964 el historiador Israel Marcos Moliner Rendón publicó los Cuadernos de Historia Matancera.

Inspirados en los Cuadernos de Historia Habanera que a partir de 1935 editó Emilio Roig de Leuchsenring, Historiador de la Ciudad de La Habana, se concibió en Matanzas la publicación de Cuadernos de Historia Matancera. El autor de la idea fue el historiador Israel Marcos Moliner Rendón, quien desempeñaba similar responsabilidad en la urbe yumurina desde 1957.

Israel Moliner Rendón: la obra de un historiador de Matanzas

Nace un proyecto

El primer Cuaderno de Historia Matancera se publicó en 1959. Se tituló Sauto. Historia de un teatro y el autor fue el propio Israel M. Moliner. Fue editado como una publicación del municipio de Matanzas. En la parte superior de la portada exhibió la declaración de inicio de la colección: Cuadernos de Historia Matancera, I. En las palabras de introducción al breve folleto escribió Israel M. Moliner:

“Con este trabajo inicia el Municipio de Matanzas una nueva era de realidades, el Gobierno Municipal Revolucionario que dirige e Comisionado Sr. Argelio Martínez del Toro, se propone darle a la Atenas de Cuba lo que hace muchos años es justa aspiración de los matanceros: un recuento de su historia y tradición”.

“La historia del Teatro Sauto (Esteban), es el primer punto a tratar, por la cercanía de su centenario y por la importancia que tamaño monumento va adquiriendo en la historia de la ciudad”.

“Por estos cuadernos desfilarán como teorías interminables los puntos de referencia que la historia ha ido marcando: San Severino, el Puente de la Concordia, el Puente de Bailén, el Paradero de Sabanilla, la Exposición de Matanzas (Palmar de Junco), la Plaza de la Vigía, la Catedral, la Iglesia de Versalles, la Casa de Amoedo, el Palacio de Junco, el Mercado de Santo Tomás, la Casa Consistorial, la Estatua de Fernando VII, etc.…”.

“Nuestra labor se oriente en beneficio del legado que la tradición ha puesto en manos de una generación que quiere hacer de Cuba un ejemplo en las Américas”.

“A ellos vamos todos, llenos de fe y de entusiasmo porque Matanzas contribuya a esta gran obra”.

“El municipio de Matanzas cumplirá con su deber; el joven Comisionado Municipal, afanoso y responsable, quiere escribir la historia de Matanzas para que las futuras generaciones reciban el mensaje de una etapa revolucionaria donde el hacer está en competencia con el saber”.

“Un programa cultural contiene el justo anhelo de un pueblo, que orgulloso de su tradición, lucha por mantener los mismos principios que inspiraron a sus fundadores”.

“Este primer Cuaderno de Historia Matancera abre el camino a futuros empeños, espéranos con los brazos abiertos, que vamos a ti, compañero ciudadano, con la satisfacción del deber cumplido”.

Portada del primero de los Cuadernos de Historia Matancera. Archivo del autor.

En el propio año 1959 apareció el segundo Cuaderno de Historia Matancera, esta vez impreso por la Imprenta Pimentel. Su título fue El aura blanca, leyenda por Gertrudis Gómez de Avellaneda, con notas de Israel M. Moliner. En esta oportunidad se recogió la célebre leyenda escrita por la poetisa camagüeyana, acerca de la relación entre el sacerdote padre Valencia y la aparición, tras la muerte de este, de un ejemplar albino de aura tiñosa. Se le volvió a editar en 1963, como Cuadernos de Historia Matancera, VIII.

Israel Moliner, en traje blanco y mirando la cámara, durante el acto de entrega en Matanzas del Premio Manolo Jarquín, en 1957. Archivo del autor.

Un tercer Cuaderno de Historia Matancera vio la luz en 1960. Como había prometido Israel M. Moliner, se dedicó a una de las instalaciones emblemáticas de la ciudad: el Palmar de Junco. Este cuaderno llevó como título Historia del Palmar de Junco y se consignó en la edición que se trataba de la reimpresión de un artículo aparecido en la revista Museo, órgano oficial del Museo Municipal de Matanzas. Tuvo una segunda edición en 1962 como publicación del Museo de Matanzas, la cual se consideró el sexto Cuaderno.

Dos obras clásicas

De la autoría del destacado historiador matancero Francisco J. Ponte Domínguez fue el Cuaderno de Historia Matancera número IV. Se trató del clásico ensayo Matanzas. La ciudad cubana de los sobrenombres (1961). En este caso se le consideró una publicación de la Oficina de Historiador de la Ciudad y del Museo Municipal. En la breve nota “Al lector”, escribió Israel M. Moliner:

“La Oficina del Historiador de la Ciudad, y el Museo Municipal de Matanzas, ofrecen este trabajo del Dr. Francisco Ponte Domínguez, como una contribución más para la historia de Matanzas, y como una obra divulgadora de nuestras preocupaciones culturales”.

“Este Cuaderno de Historia Matancera se vierte al pueblo, como un homenaje en este Año de la Educación. Nuestro empeño va encaminado a dar conocer todo lo que resulte de interés tanto al estudiante, al investigador, como a pueblo lector que ávido de saber quiere escudriñar el pasado de nuestra Atenas de Cuba”.

Portada del cuarto de los Cuadernos de Historia Matancera. Archivo del autor.

Esta obra fue una de las últimas que Francisco J. Ponte Domínguez publicó en Cuba, pues poco después se radicó en Estados Unidos, donde murió en 1994. Nunca más volvió a su amada “ciudad de los sobrenombres”.

Otro texto clásico de la historiografía local que se incluyó entre los Cuadernos de Historia Matancera, fue Un modesto obrero de la ciencia: Don Francisco de Jimeno y Fuentes. Notas biográficas (1961), número cinco de la serie. Esta biografía, única que existe hasta la fecha del destacado erudito matancero, fue escrita por Ricardo Vázquez Pérez. Las palabras de Israel M. Moliner en la “Introducción”, fueron las siguientes:

“La selección del estudio de Ricardo Vázquez Pérez, para este Cuaderno de Historia Matancera se debe tanto al minuto de la investigación realizada, como a la interesante figura de Francisco Jimeno, nuestro primer historiador y bibliógrafo meritísimos”.

“Un profundo amor a su patria y un apasionado apego a su ciudad natal hicieron de Jimeno, «un modesto obrero de la ciencia»”.

“La obra de este estudioso incansable no reconoce otro cimiento, ni se encamina a otro derrotero”.

“El Gobierno Municipal Revolucionario y el Museo Municipal de Matanzas, se complacen nuevamente ofreciendo al pueblo un aporte más a la historia de la Atenas de Cuba”.

Portada del quinto de los Cuadernos de Historia Matancera. Archivo del autor.

Otros cuadernos

Antecedentes históricos de la Ermita de Monserrat y la leyenda de Yumurí (1963), escrito por Israel M. Moliner y publicado por la Oficina del Historiador de la Ciudad fue el séptimo Cuaderno de Historia Matancera. Este rindió un importante tributo a las tradiciones de la ciudad.

Portada del séptimo de los Cuadernos de Historia Matancera. Archivo del autor.

A este le siguió, en 1964, La imprenta en Matanzas, del mismo autor e impreso en los Talleres del Archivo Nacional. Fue el primero de la colección, donde llevó el número nueve, en aparecer como publicación de la Coordinación Provincial de Matanzas del Consejo Nacional de Cultura. En él se recogió el contenido de conferencia que Israel M. Moliner impartió en Matanzas el 31 de octubre de 1963, según dio a conocer el periódico Hoy de este mismo día.

Muy valioso fue el contenido del décimo Cuaderno de Historia Matancera. Se trató de Apuntes históricos de Matanzas, por José Mauricio Quintero (1964), una reproducción de la célebre obra del destacado historiador matancero del siglo XIX. Además, contó con una nota biográfica por Israel M. Moliner. También se publicó por los Talleres del Archivo Nacional, bajo el auspicio de la Coordinación Provincial de Matanzas del Consejo Nacional de Cultura.

Noticia sobre la conferencia que impartió Israel Moliner acerca de la imprenta en Matanzas. Archivo del autor.

El último Cuaderno de Historia Matancera fue el número once, titulado Enrique Lluria (1964). El autor fue José Rivero Muñiz, historiador del movimiento obrero cubano. Fue editado por la Coordinación Provincial de Matanzas del Consejo Nacional de Cultura e impreso en los Talleres del Archivo Nacional. En el “Introito”, que apareció sin firma, aunque de seguro se debió a Israel M. Moliner, se planteó:

“El cuaderno de Historia Matancera, correspondiente al número XI, que hoy damos a la publicidad, corresponde a la figura de un distinguido médico matancero y preocupado social, el Dr. Enrique Florencio Lluria y Despau, y se debe al escritor José Rivero Muñiz, quien ha agotado todas las fuentes de información con respecto a esta figura de la medicina cubana”.

“La Coordinación Provincial de Cultura y el Museo de Matanzas se complacen en ofrecer a los estudiosos e investigadores este trabajo de Rivero Muniz, leído en el ciclo de conmemoraciones de 1963, del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de la República de Cuba, y esperan que con ello se ha respondido a las orientaciones del Gobierno Revolucionario, en cuanto al conocimiento de figuras como Enrique Lluria, que ha legado a la posteridad el fruto del trabajo y el estudio”.

Final

Los Cuadernos de Historia Matancera, en sus once números, fueron un esfuerzo loable y digno de agradecer. Aunque inspirados en lo realizado en La Habana por Emilio Roig de Leuchsenring, tuvieron un antecedente local. En 1953 el historiador Israel M. Moliner comenzó a publicar los cuadernos “Matanzas epigráfica y monumental”, concebidos en defensa del patrimonio local, de los que se editaron sólo tres números.

Matanzas epigráfica y monumental: un esfuerzo en defensa del patrimonio

Varios factores influyeron en que la serie de Cuadernos de Historia Matancera no continuara. En primer lugar, las urgentes y variadas responsabilidades que asumió Israel M. Moliner deben haber limitado su tiempo. Además, las restricciones en recursos que ya comenzaba a notarse producto del bloque imperialista contra Cuba incidieron en la falta de papel y otros insumos.

No obstante, estos Cuadernos de Historia Matancera, que se distribuían gratis por el Gobierno Municipal, marcaron un hito en la historiografía local. Han existido intentos de darles continuidad, como fue el caso de los Cuadernos Históricos Matanceros y las Páginas Matanceras, que ya no se editan. Lamentablemente, en nuestras instituciones no están todos los números, lo cual amerita continuar indagando para digitalizarlos y evitar que este patrimonio bibliográfico, que es orgullo nuestro, se pierda.

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