En 1865 el catalán Juan Garrell y Mariné dio a conocer en Matanzas su invento más célebre: el reloj cosmográfico.

Existen muy pocos datos acerca de la vida de Juan Garrell y Mariné. Se sabe que era catalán, nacido en la ciudad de Reus, exmilitar y aficionado a la mecánica. No se conocen los detalles de la llegada de este inventor a Matanzas. Aunque hay indicios de que ya estaba radicado en la ciudad antes de 1865.

Un célebre reloj

Fue en la Sección de Ciencias del Liceo de Matanzas donde Juan Garrell y Mariné hizo la presentación de su invento estrella: el reloj cosmográfico. Este aparato, también llamado cosmológico, poseía características interesantes: marcaba la hora de los principales lugares del planeta, simulaba el movimiento de traslación de la tierra, señalaba el movimiento aparente del sol y su relación con los signos del zodíaco, representaba las estaciones y las fases de la luna, y exponía la fecha y el santoral de cada día. Se presentó el 26 de marzo de 1865. Acerca de este acontecimiento, se publicó la siguiente reseña:

“El Sr. J. Barnet presentó a D. Juan Garrell y Mariné, autor del aparato ingenioso denominado «Reloj cosmográfico o cosmológico». El mismo inventor, auxiliado por el Sr. Barnet, explicó detenidamente el aparato y su mecanismo, y como no podía menos de suceder, el deseo de proteger a tan laborioso artista se apoderó del ánimo de todos los Sres., así que vieron traslucir el genio de Garrell en su aparato, así que vieron el partido que el modesto catalán sacara de toscos y groseros materiales. En aquella cabeza se revelaba el genio y la Sección se entusiasmó porque encontraba una ocasión de tender su mano amiga”.

Inicio del informe publicado en el Anuario de la Sección de Ciencias Físicas y Naturales del Liceo de Matanzas. Archivo del autor.

Tras esta presentación, se elaboró un informe, titulado “Informe sobre el reloj cosmográfico de Garrell”, que

“…vino a demostrar a todos lo que era el aparato y lo que podía esperarse de su uso”.

Escrito y leído por Joaquín Barnet, se publicó en la revista El Liceo (1865). También en el periódico Aurora del Yumurí (1865), con una carta introductoria de Sebastián Alfredo de Morales, director de la Sección. Lo mismo hizo el Anuario de la Sección de Ciencias Físicas y Naturales del Liceo de Matanzas (1866).

Joaquín Barnet destacó que el informe pretendía

“…demostrar si el aparato cronométrico y astronómico que ha ideado D. Juan Garrell ofrece ventajas positivas sobre los usados en la actualidad…”.

El análisis que realizó se basó, sobre todo, en las ventajas didácticas del aparato. Expuso que era “…superior a todos los conocidos, porque en un espacio reducido ofrece mayor número de útiles combinaciones”. Lo recomendó como “…un gran recurso para los profesores de los colegios, porque es, sin disputa, el aparato que pondrá más al alcance de las tiernas inteligencias las especulaciones de la astronomía”. Consideró, que “…será solicitado por los astrónomos, agrónomos, comerciantes, y todas las personas dedicadas a las ciencias y a las artes”.

Sobre el invento de Juan Garrell y Mariné, también escribió Manuel J. Presas. Lo hizo el 12 de abril de 1865 en la serie «Revista Científica e Industrial». En ella, después de describir el reloj cosmográfico, añadió:

«Una vez perfeccionado y construido con elementos apropiados, sería más sorprendente su exactitud, pues hoy que se compone de ruedas usadas, ejes no muy pulidos, soldaduras baratas, y que tiene hilos de cáñamo, en vez de alambres metálicos compensados, funciona con la exactitud necesaria. No dudamos que el aparato Garrel ocupará en los gabinetes de estudio y en los colegios un lugar importantísimo como material de enseñanza…».

La Sección de Ciencias acordó, además, iniciar una suscripción con el objetivo de reunir fondos para que Juan Garrell y Mariné viajara al extranjero a perfeccionar y multiplicar su obra. Mientras tanto, el reloj cosmográfico se exhibió en los salones del Liceo los días 23 y el 24 de junio de 1865 y en casa de Manuel J. Presas, calle Velarde # 5. La suscripción fue iniciada por la directiva de la Sección, que designó a Joaquín Barnet como depositario. El periódico Aurora del Yumurí, en una de sus Gacetillas, informó el 23 de junio de 1865, que el “…sorprendente aparato…”, sería expuesto también en el Casino Español. Además, puso en conocimiento de los lectores, que Juan Garrell y Mariné “…concurrirá de 5 a 7 de la tarde, al punto donde esté el reloj, para satisfacer con algunas explicaciones la curiosidad del público”.

Imagen de la primera lista de suscripción publicada en Aurora del Yumurí. La encabeza la dirección de la Sección de Ciencias. Archivo del autor.

Las listas de la suscripción a favor del reloj de Garrell aparecieron en la Aurora del Yumurí los días 12, 13, 14, 17, 18, 19, 20, 24 y 25 de enero de 1866. Las donaciones públicas aportaron la cantidad de 447 pesos con 37 centavos. Aunque fue una importante cifra, no sería suficiente para cumplir el propósito planteado, lo cual fue reconocido por la propia Sección de Ciencias.

Posteriormente, Juan Garrell y Mariné pasó a La Habana, donde obtuvo el apoyo de varios científicos y de algunas autoridades. Le adicionó otras mejoras al reloj cosmográfico y logró presentarlo en la Real Academia de Ciencias el 27 de agosto de 1865, “…haciendo relación de su mecanismo y de los medios incompletos con que lo había realizado”. Sin embargo, esta institución “…se abstuvo de emitir el informe que se solicitaba por no estar comprendido en el círculo de sus atribuciones”. Al parecer, la Sociedad Económica de Amigos del País emitió un dictamen favorable al invento, pero sin ir más allá en el apoyo material a su autor.

Durante la estancia en la capital cubana, Juan Garrell y Mariné logró que las máximas autoridades de la colonia conocieran detalles del reloj cosmográfico y de otros de sus inventos. De esa forma pudo cnseguir el apoyo de los capitanes generales Domingo Dulce y Francisco Lersundi. Esto explica que el 26 de octubre de 1867, la Gaceta de la Habana, periódico oficial del gobierno, informó que había sido citado por la secretaría del Gobierno Superior Civil el día 22, con el objetivo de presentarse “…a enterarse de un asunto que le concierne”.

Al parecer era para ofrecerle información sobre el financiamiento que iba a recibir, pues el 13 de febrero de 1868 la Sección de Gobierno, Administración y Fomento del Ministerio de Ultramar, aprobó una resolución para apoyar los proyectos de Juan Garrell y Mariné. Mediante ella se le abonaron 2 600 escudos, “…en concepto de premio a su aplicación y estímulo a sus ulteriores trabajos…”. Además, en 1867 se inició en La Habana otra suscripción a favor de este invento, que no tuvo el impacto ni los resultados de la realizada en Matanzas.

A punto de salir de Cuba, escribió una carta de agradecimiento a Sebastián A. de Morales. Se publicó en Aurora del Yumurí el 29 de enero de 1868, y en ella reconoció el apoyo que le brindó la Sección de Ciencias del Liceo. Mencionó que Matanzas había sido el “…lugar donde tuvieron principio mis relojes cosmográfico y decimal…”. Entre las personas que mencionó, a las que agradeció por su apoyo, aparecían los nombres de cuatro capitanes generales españoles: Domingo Dulce, Francisco Lersundi, Joaquín del Manzano y Blas Villate, Conde de Valmaseda. Esto ofrece una idea de que el reloj cosmográfico fue conocido al más alto nivel en Cuba.

Vale la pena reproducir la descripción que hizo Juan Garrell y Mariné de las bondades de su invento:

“Mi reloj macaba la hora de todos los lugares del globo, el movimiento de traslación de nuestro planeta por medio del cual se presentan las estrellas cada una en el meridiano del lugar que les corresponde. El reloj también marcaba el movimiento aparente del Sol y la relación de este astro con los 12 signos del Zodíaco, y por consiguiente determinaba las estaciones y la declinación de dicho astro. También marcaba los lugares que tienen un día o una noche continuada: el movimiento aparente de la Luna representado en todas sus fases; la hora y minuto, con números arábigos, del meridiano del lugar donde funciona el aparato; el día del mes, mes, día de la semana y por último el santo del día. Ahora señala a más de lo referid hasta aquí; la hora de paso de la Luna por el meridiano de cualquiera de los puntos de la Tierra, su edad, el signo del Zodíaco en que se halla y por medio de un pequeño cálculo que se hace de memoria, se determina la hora de su salida y puesta”.

Noticia en el Diario de Córdoba, 5 de agosto de 1868, p. 2. Archivo del autor.

De acuerdo a las evidencias, con el dinero reunido se pudo fabricar al menos un ejemplar o prototipo del reloj cosmográfico. El 5 de agosto de 1868 el Diario de Córdova informó que, según publicó el Diario de Reus, Juan Garrell y Mariné había construido “…un nuevo y original reloj…”. A continuación, añadió:

“Lo más sorprendente es, según el Diario, que el autor y constructor nunca había empuñado el martillo ni la lima, ni jamás tuvo estudios científicos, todo lo cual aumenta su mérito por cuanto manifiesta una inteligencia clara y nada vulgar”.

Con posterioridad a 1884 aún el reloj cosmográfico era objeto de atención. Por esa fecha la Sociedad Económica Matritense emitió un informe acerca de este invento. Lo redactó su presidente, el ingeniero Alberto Bosh Fustegueras (1848-1900).

Reloj que se conserva en Ediciones Vigía. Archivo del autor.

No es posible determinar qué ocurrió finalmente con el reloj cosmográfico de Juan Garrell y Mariné. Sin embargo, de acuerdo al criterio del M. Sc. Leonel Pérez Orozco, Conservador de la Ciudad de Matanzas, el enorme reloj que hoy se conserva en Ediciones Vigía, es una versión del creado por el inventor catalán. En este caso construido en Nueva York en 1870.

Otros inventos

En la carta que envió a Sebastián A. de Morales en 1868, Juan Garrell y Mariné mencionó otros de sus inventos. Entre ellos un “…aparato motor…”, basado en un principio de física. También un

“…Reloj Cuadrante o Decimal, acompañado de un plano hidrográfico, de un Octante, de un Compás, todo basado en los principios de dicho sistema decimal: por lo tanto, facilita los cálculos, lo mismo a la Astronomía que a la Náutica y uniforma el sistema de medidas, pues hacía innecesario el sexagesimal usado hasta hoy”.

Añadió que este reloj también fue analizado por la Sección de Ciencias, que emitió un informe al respecto, y por una comisión de oficiales de la Armada. Por último, hizo referencia a un “…Telégrafo de señales, aplicable a las Vigías de toda clase”.

De regreso a España, Juan Garrell y Mariné se radicó en Madrid, donde se vinculó de forma estrecha a la Sociedad Económica Matritense, en la que presentó varias de sus innovaciones. En un balance sobre las tareas de la institución en el año 1871, se expuso que se había “…emitido informe sobre el aparato del mecánico D. Juan Garrell y Mariné, destinado a medir la corriente de los ríos, y otro del mismo inventor para sustituir las campanas de bucear…”. El 6 de julio de 1872 esta institución le entregó una “carta de aprecio” en reconocimiento como autor de “…un aparato de bucear…”.

Noticia en La Independencia Española, 8 de julio de 1872, p. 3. Archivo del autor.

Según La Correspondencia de España, edición de 1 de enero de 1874, Juan Garrell y Mariné

“…acaba de inventar unas candelillas para encender el combustible, que muy pronto van a anunciarse al público, pues sabemos que está ya funcionando en Madrid una fábrica de ellas.

“Estas candelillas sirven para encender el carbón en las hornillas, y también el cok o la leña, no despiden olor, y cunado la llama que dan no encuentran algún cuerpo extraño, se verifica la combustión sin humo”.

“El modo de usarlas es sumamente sencillo”.

Noticia en La Correspondencia de España, 1 de enero de 1874, p. 3. Archivo del autor.

Meses después, el 18 de abril de 1874, Juan Garrell y Mariné presentó a la Dirección General de Instrucción Pública, Agricultura e Industria, del Ministerio de Fomento, unas “Candelas para encender combustible y calefacción de líquidos”. El 27 de octubre del propio año, hizo lo mismo, esta vez con un “Nuevo sistema de mecheros para el gasto de petróleo”.

A propósito del centenario de la Sociedad Económica Matritense, en 1875 se emitió un informe donde fueron valorados los inventos de Juan Garrell y Mariné. Se le reconoció la condición de

“…inventor de un reloj cosmográfico, de varios péndulos compensadores, de señales marítimas, de una balanza de precisión, de un hidrómetro, de un aparato de bucear y de otros muchos mecanismos ingeniosos”.

Se informó, además, que una comisión había analizado cada una de las propuestas presentadas. Sobre un aparato para medir la velocidad de las corrientes, esta se limitó a determinar si era “…preferible el mecanismo del inventor a los que se emplean ordinariamente”. En relación con el aparato de bucear, destacó que “…no ha logrado presentar un aparato superior a los más perfeccionados”.

Por lo que se infiere, Juan Garrell y Mariné, no tenía nociones elementales de dibujo mecánico, lo cual limitó la presentación adecuada de sus inventos. En esta cuestión, la comisión señaló que

“…ha tenido ocasión de ver confirmadas sus doctrinas acerca de la educación popular. Difícilmente podrá presentarse un ejemplo de la necesidad imprescindible del estudio del dibujo y nociones de mecánica para los obreros que más se distingan por su talento, tan convincente como el del Sr. Garrell”.

La conclusión a la que se arribó, planteó que:

“Su ingenio, nada vulgar, resuelve complicados problemas de astronomía, difíciles cuestiones de dinámica y de física, y suple a los procedimientos del cálculo matemático con hábiles combinaciones; pero pierde con frecuencia un tiempo precioso inventando lo que ya está conocido, ideando métodos para conseguir lo que es fácil de obtener por el sencillísimo empleo de ciertas fórmulas, y concluye por no poder representar sus inventos alcanzados después de muchos afanes”.

Por último, se sugirió que Juan Garrell y Mariné se dirigiera

“…al Ministro de Fomento con el único fin de que prestara algunos servicios en establecimientos industriales, y recientemente se ha conseguido, pues le consta a la Sociedad que su patrocinado ha sido favorecido con un modesto cargo en el Conservatorio de Artes y Oficios, donde es de suponer que con su laboriosidad e inteligencia se haga acreedor a nuevas recompensas”.

En 1876, el Real Consejo de Sanidad conoció de un “…aparato inventado por D. Juan Garrell y Mariné con destino al socorro de los asfixiados…”. En un informe se destacó que la Comisión de Higiene opinó sobre su “…verdadero y por desgracia escaso valer…”. Se consideró que fue “…ideado, con más buena fe que ventaja, para el caso de asfixia”.

A partir de aquí no hay más noticias de Juan Garrell y Mariné. Sus inventos no tuvieron trascendencia y fueron a menudo desestimados. Lo que sí parece ser una realidad es que fue un hombre amante del conocimiento, con un enorme sentido de la creatividad. También es cierto que Matanzas fue, por muchas razones, el punto de partida de sus más fervientes proyectos como innovador e inventor.

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