Admirado por sus contemporáneos, el cura José Ramón de la Paz y Morejón sobresalió por su labor pastoral y científica. A recordar su obra se dedica esta reseña.

En Cuba, desde finales del siglo XVIII y principios del XIX, se iniciaron los estudios acerca de la utilidad económica de la flora nacional. En este sentido la labor de la Sociedad Económica de Amigos del País fue trascendental, a partir del esfuerzo individual de algunos de sus integrantes.

Uno de los más destacados en este propósito fue el presbítero José Ramón de la Paz y Morejón. Este estacado naturalista cubano se desempeñó como cura en Yaguaramas y Guamutas, zonas pertenecientes a las actuales provincias de Cienfuegos y Matanzas. Allí realizó estudios y observaciones acerca de la utilidad y aplicaciones de la flora cubana.

José Ramón de la Paz y Morejón nació en San Antonio de los Baños. Muy joven fue ordenado sacerdote y a ese ministerio se dedicó el resto de su vida. Desde 1836 se vinculó a la Sociedad Económica de Amigos del País y comenzó a enviar objetos naturales con destino al museo de esta institución. También colectó objetos arqueológicos y monedas antiguas, que remitió al mismo lugar. En algunos momentos también colaboró monetariamente con esta corporación.

Varias colecciones de semillas elaboradas por Paz y Morejón fueron enviadas a la Sociedad Patriótica de Sevilla entre 1840 y 1842. Este mismo año fue electo Socio de Mérito de la Sociedad Económica de Amigos del País. Se desempeñó por varios años como cura y vicario foráneo de Yaguaramas, localidad de la cual escribió su historia. En 1844 pasó a desempeñar igual responsabilidad en Guamutas, Matanzas. Dos años después envió 102 muestras de maderas a España.

Un estudioso de la flora cubana

La labor científica Paz y Morejón consistió, principalmente, en estudiar la flora de las diócesis que atendía como eclesiástico. Heredero de las reformas promovidas por el Obispo Espada y Félix Varela, fue evidente su interés por el conocimiento científico. Ambos factores se combinaron y le permitieron recoger opiniones en diversos lugares, sobre el aprovechamiento de numerosas plantas cubanas. Al mismo tiempo, pudo observar de forma directa el uso que le daban los campesinos y habitantes de esos lugares, los momentos de floración y los terrenos en que crecían.

Publicó varios trabajos en las Memorias de la Sociedad Económica, relacionados con las propiedades, usos y aprovechamiento económico de las plantas cubana. Entre ellos “Notas explicativas de las semillas de plantas indígenas, que por comisión de la Real Sociedad Patriótica, ha remitido con dirección a la de Sevilla el amigo de mérito D. José Ramon de la Paz y Morejón, cura y vicario de la Hanábana, residente en Yaguaramas” (1841).

También dio a conocer otros, como ¡Un árbol cuya leche mata la gente!” (1842) y “Relación de otras semillas de plantas indígenas, que por comisión de la Real Sociedad económica, remite a la de Sevilla, el amigo de mérito D. José Ramon de la Paz y Morejón, cura y vicario de Yaguaramas” (1842). Además, publicó “Oficio del cura de Yaguaramas remitiendo al Escmo. Sr. Presidente una ave rara y muestras de los productos de nuestras parras silvestres” (1842) y “Tintes preciosos que se extraen de algunas de nuestras maderas” (1843). El primero de estos dos trabajos apareció en la revista El Museo Mexicano en 1843.

Paz y Morejon colaboró con la revista El Prisma, donde publicó tres artículos: “Palma cana”, “La Gía” y “Perros jíbaros”. El primero dedicado a mostrar una curiosa palma bifurcada con dos troncos, que existía en la hacienda Las Charcas, en Yaguaramas. En “La Gía” combatió la creencia popular que planteaba que esta planta se originaba de una avispa. Estos artículos se acompañaban de bellas láminas litografiadas.

En el caso de “Perros jíbaros”, Paz y Morejón trató, sin éxito, de demostrar que provenían de una especie autóctona. No obstante, expuso numerosas observaciones, que demuestran el tiempo que dedicó a estudiar los hábitos de estos animales. Al final de este artículo, declaró su amor por la investigación de la naturaleza: “…una ciencia en que a cada paso se llena el hombre de placer, reconociendo el poder de la Divinidad…”.

Los criterios de Paz y Morejón acerca de nombres botánico vulgares fueron recogidos por Esteban Pichardo en las distintas ediciones de su diccionario sobre voces cubanas. El 1 de junio de 1862 fue propuesto por Felipe Poey como socio corresponsal de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana en Guamutas, hoy Martí, Matanzas.

Destacadas personalidades de la ciencia cubana, como Ramón de la Sagra, Miguel Rodríguez Ferrer, Antonio Bachiller y Morales, Juan Ignacio de Armas y Manuel J. Presas, elogiaron la labor científica que desarrolló Paz y Morejón. Este amante y estudioso de la naturaleza cubana murió en La Habana el 26 de diciembre de 1867. (ALH)

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