José Nicolás Ferrer Mena fue un destacado médico y naturalista cubano que participó en la redacción de la Constitución de 1901.

En las elecciones celebradas el 15 de septiembre de 1900 fueron electos los delegados a la Convención Constituyente que debía elaborar la constitución de la futura República de Cuba. Se escogieron 31 delegados y sus respectivos suplentes. Entre los correspondientes a la provincia de Santiago de Cuba estaba el general Joaquín Castillo Duany. Sin embargo, este no pudo ocupar su escaño y le sustituyó el suplente electo. Fue el único caso en que esto ocurrió y dio la posibilidad al médico y naturalista José Nicolás Ferrer Mena de contarse entre los constituyentes de 1901.

El mambí

De acuerdo con Carlos M. Trelles, José Nicolás Ferrer nació en Guantánamo en 1870. Otros autores destacan que vio la luz en Santiago de Cuba, donde formó parte de los jóvenes del Club San Carlos, que macharon a incorporarse al Ejército Libertador en 1895. Ferrer se unió a la revolución el 8 de julio de 1895, en los días previos al combate de Peralejo. Allí atendió a 26 españoles heridos, entre ellos, a Miguel Primo de Rivera, quien 30 años después se proclamó dictador en España.

Durante la guerra del 95, José Nicolás Ferrer fue Jefe de Sanidad Militar del Segundo Cuerpo y jefe de Sanidad del Consejo de Gobierno. En Crónicas de la guerra, José Miró Argenter destacó el valor del médico Ferrer, cuando escribió que

“…el joven doctor José Nicolás Ferrer recién salido de las aulas universitarias se dirigía al campo de la Revolución para ejercer en medio del tumulto de las batallas el noble sacerdocio de la medicina…”.

José Nicolás Ferrer alcanzó el grado de coronel del Ejército Libertador según ascenso del 22 de septiembre de 1895. Formó parte de las tropas de los generales Bartolomé Masó, Jesús Rabí y Calixto García. Con este último participó en el ataque a Las Tunas en 1897. Una vez concluida la contienda integró la Asamblea de Representantes de Santa Cruz del Sur, que después se estableció en el Cerro, La Habana, donde ocupó inicialmente uno de los puestos de secretarios de mesa.

Representó a la provincia de Santiago de Cuba en la Convención Constituyente de 1901. Fue de los pocos profesionales de las ciencias médicas y naturales que integraron esa asamblea. Otros dos médicos también formaron parte del cónclave, el destacado científico Diego Tamayo Figueredo y el general Pedro E. Betancourt Dávalos. Sin embargo, el único que sobresalió además como naturalista fue José Nicolás Ferrer quien participó en los debates e incluso, según se plantea, presentó varias proposiciones referidas a la instrucción pública.

Fue en lo relativo a la aceptación de la Enmienda Platt donde el nombre de José Nicolás Ferrer cobró protagonismo. La primera votación acerca de esta ley se realizó el 28 de mayo de 1901. Esta fue aprobada, con aclaraciones y ligeras modificaciones, por 15 votos frente a 14, con dos ausencias. En esta ocasión, José Nicolás Ferrer estuvo entre los que se opusieron a la imposición de ese apéndice constitucional. Sin embargo, el 12 de junio de 1901, después de agrios debates y profundas decepciones, acosados por las amenazas del gobierno yanqui, los asambleístas aprobaron la incorporación de la Enmienda Platt a la Constitución cubana. Lo hicieron por dieciséis votos contra doce, con cuatro ausencias. Esta vez, José Nicolás Ferrer hizo constar su voto a favor, vencido por las circunstancias.

El naturalista

José Nicolás Ferrer había obtenido el grado de Licenciado en Medicina y Cirugía en la Universidad de La Habana el 21 de junio de 1895. El título le fue expedido tras el fin de la Guerra de Independencia, el 18 de abril de 1899. Enamorado de la enseñanza, alcanzó una cátedra como profesor de Historia Natural en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santiago de Cuba. En 1901 fue delegado en Santiago de Cuba de la Liga contra la Tuberculosis. Participó en varias Conferencias Nacionales de Beneficencia y Corrección.

El 7 de mayo de 1908 defendió la tesis que le permitió alcanzar el Doctorado en Ciencias Naturales. Se tituló Nuevas orientaciones sobre el transformismo (1908). Ese mismo año se publicó como libro. También apareció en el tomo sexto de la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, en mayo de 1908. Se reprodujo además en los números 2, 5 y 6 del primer tomo de las Memorias de la Sociedad Cubana de Historia Natural Felipe Poey, en 1915.

En este ensayo, que insertó a su autor en la historia de la recepción del darwinismo en Cuba, José Nicolás Ferrer dio conocer las ideas del destacado botánico y evolucionista neerlandés Hugo de Vries y su teoría de la evolución por saltos. También destacó el origen natural de la especie humana y presentó diversos casos interesantes en defensa del evolucionismo. Al concluir afirmó:

“El hombre como todo ser organizado es un producto de la evolución de otros seres que le son afines; él mismo sigue su marcha por el sendero de la vida, evolucionando hacia el perfeccionamiento de su organización. De quince años a la fecha se ha adelantado considerablemente en los conocimientos adquiridos sobre la evolución y origen animal del hombre, pero mucho más hay que investigar todavía. Y si se ha llegado hasta acumular el tesoro de conocimientos que hoy poseemos, ¿por qué no lograremos constituir una síntesis completa, general del transformismo? Buffon nos estimula a ello con estas sus hermosas palabras: «El espíritu humano no tiene límites y se extiende a medida que el universo se despliega a su vista. El hombre puede y debe intentarlo. Sólo de tiempo necesita para llegar a saberlo todo»”.

Al iniciarse el gobierno de José Miguel Gómez en 1909, José Nicolás Ferrer fue designado jefe de la Sección de Enseñanza Superior de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes. También se desempeñó como Subsecretario de forma interina y como tal asistió a la inauguración de la Academia Nacional de Artes y Letras el 22 de diciembre de 1910. El 23 de diciembre de 1910 impartió una conferencia sobre “La vida de las aves”. Esto sucedió en la Escuela No. 37, en el Cerro y formó parte de las “conferencias populares” que impartía esa Secretaría en escuelas de La Habana.

El 9 de junio de 1911 se le nombró entre los miembros de la Junta Nacional de Pesca. Por Decreto Presidencial número 687, de fecha 12 de Julio de 1912, el gobierno de José Miguel Gómez comisionó a los doctores Carlos de la Torre y Huerta y José Nicolás Ferrer para que visitaran los museos de los Estados Unidos. El objetivo era comprobar los antecedentes necesarios para dar cumplimiento al Decreto número 629, de 19 de Julio de 1911. Esta disposición estipuló la recopilación de los trabajos del naturalista Felipe Poey sobre la historia natural de Cuba. En la revista La Instrucción Primaria publicó, en 1912, una traducción, realizada por él mismo, del artículo “Una lección de M. H. Poincaré”. También aportó, del propio Poincaré, la conferencia “Telegrafía sin hilos”, que se publicó en la misma revista traducida por Juan G. García Enseñat, en 1909.

Honores

José Nicolás Ferrer murió, de forma inesperada, el 30 de octubre de 1912, a la edad de 42 años. La revista La Instrucción Primaria, se hizo eco del triste suceso:

“El Dr. Ferrer, por sus grandes merecimientos y por sus prendas personales, disfrutaba en nuestra sociedad de muy merecida estimación. En esta Revista en distintas ocasiones, aparecieron trabajos fruto de su esclarecido entendimiento e inspirados en su amor a la enseñanza, a la que consagró los últimos años de su laboriosa y noble vida. Ha desaparecido el Dr. Ferrer y con él perdemos los que redactamos esta publicación un meritísimo y desinteresado colaborador que participaba de nuestro gran deseo de llevar al seno del magisterio las mejores ideas y las más acertadas y sabias orientaciones en el campo rudo y noble de la enseñanza. En paz descanse el desventurado amigo, y reciban sus familiares con estas líneas la expresión sentida de nuestra condolencia”.

Por su parte, en la revista Bohemia se escribió lo siguiente:

“La Parca impía acaba de arrebatar a un patriota irreductible hijo de la región oriental. José Nicolás Ferrer, doctor en medicina, verdadero hombre de ciencia, se consagró siempre al estudio. Cuando en Oriente resonó el grito de guerra fue uno de aquellos jóvenes que se unió de los primeros al titán de Bronce, donde alcanzó la graduación de Coronel y fue designado miembro de la Asamblea de Santa Cruz del Sur y más tarde de la Asamblea Constituyente de la República y mediante oposición obtuvo una cátedra en el Instituto de Santiago de Cuba. Por sus méritos indiscutibles fue nombrado, cuando se constituyó el gobierno del Presidente Gómez, Jefe de la Sección de Instrucción Pública y Bellas Artes, resultando brillante su gestión en el desempeño de dicho cargo, teniendo el respeto y cariño de todos sus subordinados en el Departamento. Durante varias ocasiones desempeñó la Subsecretaría, así como otras importantes comisiones. Descanse en paz”.

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