Los libros de divulgación científica escritos por Arabella Buckley fueron mencionados por José Martí.
En 1880 el naturalista Charles Darwin felicitó a una mujer por “tratar la evolución con mucha destreza y veracidad”. La destinataria de ese elogio era la escritora inglesa Arabella Buckley.
Una mujer de ciencia
Arabella Burton Buckley, fue una destacada divulgadora de la ciencia en los finales del siglo XIX. Nació en Brighton, Inglaterra, el 24 de octubre de 1840. Muy joven comenzó a trabajar como secretaria del geólogo inglés Charles Lyell, lo cual favoreció el amor que siempre sintió por el conocimiento científico.
Tras la muerte de Lyell en 1875, comenzó a ofrecer conferencias y escribir sobre ciencia. Desde esa fecha y hasta 1903 publicó 16 libros. Entre los temas tratados estuvieron la historia de Inglaterra, la historia de la ciencia y la botánica, así como relatos sobre la naturaleza y, en particular, sobre teoría de la evolución.
Admiradora y amiga de Lyell, Charles Darwin y Alfred Wallace, asimiló de ellos la esencia de la teoría de la evolución de las especies por selección natural. Sin embargo, le otorgó un enfoque muy propio, basado en la importancia de la moral y la cooperación. En esto influyó la fe religiosa familiar, donde también estuvo presente la espiritualidad victoriana.
Buena parte del éxito editorial de los libros de Arabella Buckley se sustentó en que evitó, con gran éxito, el uso de un lenguaje técnico en sus narraciones. Se alejó del enfoque masculinizante de la ciencia y utilizó la metáfora como recurso literario para llegar a una audiencia más amplia. Esto garantizó la popularidad de sus textos.
En la obra martiana
La primera vez que José Martí mencionó los libros de Arabella Buckley fue en 1890. Ocurrió en una de sus cartas al periódico argentino La Nación, publicada en este diario el 22 de octubre. El comentario martiano replicó lo que acababa de leer en un anuncio sobre aprender al aire libre, idea muy a tono con la concepción de la educación que defendió el Apóstol.
La frase dice:
“El que tenga hijos, y los saque a orearse al monte, cómpreles la novela mejor, que es el libro de Arabella Buckley donde la ciencia nueva centellea y entretiene, y se aprende cuanto de veras se sabe, en la Historia corta de la ciencia natural, o en los «cuentos de magia de la ciencia»”.

El primer libro que aparece citado se tituló A Short History of Natural Science and of the Progress of Discovery from the Time of the Greeks to the Present Day. Se publicó inicialmente en Londres en 1876. Estaba destinado al uso de las escuelas, los niños y los jóvenes.
Este texto está formado por 41 capítulos. Contiene una historia resumida del desarrollo de la ciencia a lo largo de tiempo. Como apareció en el título, el relato histórico comienza desde la antigüedad griega y llega hasta los adelantos de la ciencia en el siglo XIX. Según la propia autora confesó, su objetivo era “proporcionar esa modesta cantidad de información científica que todo el mundo debería poseer”.
En segundo lugar, aparece otro de los célebres libros de Buckley: Through Magic Glasses and other Lectures. A sequel to the Fairyland of Science publicado por la D. Appleton and Company ese mismo año.
El libro «cuentos de magia de la ciencia», como lo denominó José Martí, también se ha traducido como «A través de lentes mágicos». Es la segunda parte de otro libro de Arabella Buckley que el Apóstol mencionó en 1895, según se verá más adelante. En el prefacio la autora señaló que el libro refería “…algunos de los hechos maravillosos que se puede estudiar y disfrutar con la ayuda de instrumentos ópticos”.

Así lo hizo a lo largo de los 10 capítulos que lo conforman. Merece ser citado el número VIII, “Little Beings from a Miniature Ocean” (Pequeños seres de un océano en miniatura). Para elevar el interés de los lectores, trae numerosas ilustraciones. Entre ellas microfotografías de estructuras vegetales y una hermosa fotografía de la luna.
Como puede verse, en ambos casos, José Martí tradujo al español el título de los libros. Era una forma de llegar de forma más directa a los lectores hispanoamericanos.
El tercer y último libro de Arabella Buckley que mencionó José Martí fue The Fairy-land of Science. Tuvo una primera edición en 1879. En 1885 se editó por Appleton en su colección “Books for young readers”, fecha en la que el Apóstol estaba vinculado a esa célebre editorial de libros de texto en inglés y español.
La referencia martiana a este texto ocurrió en la conocida carta que envió a María Mantilla desde Cabo Haitiano el 9 de abril de 1895. Forma parte de los consejos que le dio a la niña para fundar una escuela y llevar a cabo una labor educativa que propiciara el crecimiento de sus alumnos como seres humanos. Al mencionar las ciencias como parte de los contenidos a impartir, le señaló:
“Para esa clase le ayudarían mucho un libro de Arabella Buckley, que se llama The Fairy-Land of Science…”.

En este caso José Martí no tradujo el título del libro, que sería “El país de las hadas de la ciencia”. De esta forma estimuló en María Mantilla el estudio y traducción del idioma inglés, cuestión que trató también en la carta mencionada.
Este texto está formado por 10 “lecturas” o capítulos. Sobresale la Lectura VIII, que se titula “The history of a piece of coal” (Historia de un pedazo de carbón), que recuerda los textos científicos martianos en La Edad de Oro. También hay que mencionar los números IX y X, que Arabella Buckley dedicó a las abejas y su relación con las flores, temas que aparecen a menudo en la obra martiana.
Para José Martí, defensor de la ciencia y de su divulgación por diversas vías, los libros de Arabella Buckley eran muy valiosos. Con seguridad hizo suyas las palabras de esta escritora, cuando, al valorar el saber científico afirmó:
“¿Puede haber algún cuento mágico más maravilloso, o algún pensamiento más grandioso o más sublime que este?” (ALH)