Considerado una personalidad relevante de la medicina cubana, el matancero José Antonio Valdés Anciano puso en alto el nombre de Cuba.
Nacido en Matanzas el 31 de marzo de 1867, José Antonio Valdés Anciano hizo los primeros estudios en el Colegio El Porvenir, de su ciudad natal. Allí fue discípulo de los reconocidos maestros Antonio Luis Moreno y Nicanor A. González. Se trasladó a la capital de la colonia y cursó el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Obtuvo el título de Bachiller en 1883.
El médico
Cursó la carrera de medicina en la Universidad de La Habana, donde se graduó de licenciado en medicina y cirugía el 17 de septiembre de 1888. Recibió su título el 13 de enero de 1892. Realizó el último ejercicio para obtener el grado de doctor en Medicina el 24 de septiembre de 1904. Recibió el título acreditativo el 5 de octubre de 1904.
Comenzó a ejercer en 1892 como médico de visitas del Hospital Santa Isabel y San Nicolás, lo cual hizo hasta 1904. En 1892 fue designado Bibliotecario del Centro Médico Farmacéutico de Matanzas, fundado ese mismo año.

Fue, además, profesor de la Escuela de Enfermeras desde 1900. También médico auxiliar del Sanatorio de la Colonia Española y director del Asilo-Hospital de Niños “San Vicente de Paúl”. Durante la primera ocupación militar norteamericana fue nombrado jefe de sanidad en Matanzas. Impartió clases en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas. En 1901 se le nombró miembro del Instituto sobre Fiebre Amarilla del Marine Hospital Service.
El profesor
En 1904 José Antonio Valdés Anciano se trasladó a La Habana, donde fijó su residencia junto a su familia. Comenzó entonces a laborar como médico de visitas del Hospital Nuestra Señora de las Mercedes y del Hospital Número Uno, hoy Calixto García. Formó parte, como vocal, de la Junta de Patronos del Hospital Nuestra Señora de las Mercedes.

Muy relevante fue el “Curso Complementario sobre Enfermedades Nerviosas y Mentales”, el primero en Cuba, que impartió entre 1904 y 1905. En enero de 1905 integró la comisión organizadora de la Junta Anual de la Asociación Americana sobre Publicaciones de la Salud, evento que se realizó en La Habana.
Por Decreto Presidencial, de fecha 9 de febrero de 1905, fue nombrado para desempeñar el curso complementario de Enfermedades nerviosas y mentales en la Universidad de La Habana. El 10 de diciembre de 1906 fue nombrado, por Decreto del Gobernador Provisional, mediante ejercicios de oposición, Profesor titular de la cátedra 14 (Patología y Clínica de Enfermedades Nerviosas y Mentales). Esta cátedra era de nueva creación en la Escuela de Medicina y tomó posesión de la misma el 12 del mismo mes.
En la explicación acerca del contenido de esta asignatura, José Antonio Valdés Anciano señaló lo siguiente:
“La base de la enseñanza es puramente de carácter clínico y el principal objeto del Profesor será no crear especialistas, sino tratar de que los alumnos adquieran—dada la excepcional importancia que actualmente tienen estos estudios—aquellos conocimientos de carácter práctico que han de serles indispensables para el ejercicio profesional”.
“Siendo la Anatomía, la Fisiología y la Histología las bases fundamentales de nuestros conocimientos en lo que al sistema nervioso se refiere, al estudio aplicado de estas materias le concedemos la mayor importancia”.

José Antonio Valdés Anciano se hizo célebre por su nutrida biblioteca personal. Estuvo siempre al tanto de los avances de la medicina, en especial de la neurología, que era su especialidad. Realizó un viaje en 1920, para profundizar en sus conocimientos sobre enfermedades nerviosas.
Un estudio sobre la acromegalia
En varias fuentes se destaca de José Antonio Valdés Anciano describió el caso más joven hasta entonces reportado con acromegalia. El artículo que escribió acerca del tema se tituló ‟Acromégalie chez un négre agé de 14 ans” y fue publicado en la revista científica francesa La Presse Médicale, el 22 de septiembre de 1897.

Sin embargo, anteriormente se habían descrito niños afectados con esta enfermedad, que poseían menos edad. El propio Valdés Anciano lo plantea al iniciar su trabajo:
“La acromegalia es muy rara en los niños. Beaven Rake informó sobre una observación relativa a un niño negro de diez años. Virchow habló, en 1889, de una niña de once años que padecía acromegalia. Habiendo tenido la oportunidad de estudiar y seguir un caso de este tipo, creo que la relación siguiente es interesante”.
Se refirió al caso estudiado por Rake en “A case of acromegaly”, que apareció en el British Medical Journal, el 11 de marzo de 1893. Este fue el primero que reportó la acromegalia en niños. Mencionó además el aporte de Rudolf Virchow en 1889. No haber sido el primero no reduce el valor del análisis que realizó, pues demostró estar al corriente de los avances médicos de la endocrinología.
El académico
José Antonio Valdés Anciano fue nombrado miembro corresponsal de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana el 13 de junio de 1897. Fue admitido como miembro de número el 10 de marzo de 1905. El discurso de ingreso que presentó se tituló “El Dr. Julio San Martín” (1908).
Varios trabajos suyos fueron publicados en los Anales de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana. Fue el caso de “Consideraciones sobre un caso de bronquitis pseudomembranosa aguda estafilocóccica, sin bacilos de Laeffler, tratada con éxito por el suero de Roux” (1897). Este reporte influyó en su incorporación a la institución.

También publicó “Sífilis del sistema nervioso; presentación de varios tipos clínicos. Reflejo cruzado paradoxal” (1906) y “Nota clínica (Tumor sarcomatoso primitivo del vértice del pulmón izquierdo)” (1907). Además, dio a conocer “Informe acerca del Dr. Santiago Ramón y Cajal” (1908), “Hemiplejia medular de origen traumático; caso clínico presentado a la Academia de Ciencias” (1910) e “Informe sobre la causa de una hemiplejia” (1920).
Además, José Antonio Valdés Anciano formó parte de numerosas asociaciones científicas. Fue miembro correspondiente de la Sociedad Neurológica de Filadelfia y honorario de la Sociedad de Medicina Mental de Bélgica (1906). Integró la Sociedad Clínica de Medicina Mental de París (1909), la Sociedad Médico-Psicológica de París (1910) y la Gran Sociedad de Medicina de los Hospitales de París (1911). En Cuba integró la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana y la Sociedad Cubana de Psiquiatría y Neurología (1911).
El investigador
En su desempeño profesional, José Antonio Valdés Anciano produjo una amplia bibliografía, que se caracterizó por la originalidad de sus observaciones clínicas. Varios de sus reportes científicos fueron primicias en Cuba y en el mundo. Uno de sus primeros trabajos científicos fue “Consideraciones sobre un caso de distrofia muscular de forma pseudo hipertrófica” (1895), que apareció en la revista Crónica Médico-Quirúrgica de la Habana.
En 1896 presentó en la Sociedad Médica de los Hospitales de París, los tres primeros casos conocidos de enfisema generalizado de carácter familiar. El estudio “Un caso de bronquitis pseudo-membranosa, estafilococcica, sin bacilos de Loeffler, tratado con éxito por el suero de Roux”, presentado en la Sociedad Médica de los Hospitales de París, en 1897, hizo que se le considerara el primer médico en el mundo que había aplicado con éxito el suero antidiftérico a otra enfermedad que no fuera la difteria.

Estuvo entre los redactores de la Revista Médica Cubana, donde publicó varios trabajos científicos. Fue el caso de “Dos “ trouvailles” de la clínica: I- Enfermedad de Paget II- Osteo-Artropatía hipertrofiante pnéumica de Pierre-Marie” (1903). Otros fueron “Esclerosis lateral amiotrófica de larga duración” (1903) y “Consideraciones sobre un caso de ataxia espinal aguda no tabética” (1903). Además, dio a conocer “Sobre un caso de hemiplejía urémica” (1904), “Enfermedad de Friedreich y miopatía pseudohipertrófica coexistentes en un mismo individuo” (1904) y “Adiposis dolorosa o Enfermedad de Dercum” (1904).
Deben mencionarse los artículos “Miastenia Pseudoparalítica (Síndrome de Erb-Goldflam)” (1904), “Siringomielia tipo Morvan, con parálisis facial doble” (1905) y “Corea blanda de larga duración” (1905). Merecen citarse “Un caso de jaqueca oftalmopléjica” y “Un nuevo caso de clonus circunscrito de los dedos del pie” (1906).
Caracterizó, en 1906, un caso único en el que coexistían la acromegalia y el trofoedema crónico bilateral. El reporte publicado fue “Trofoedema crónico pseudoelefantíasico en un negro acromegálico”. Propuso, en colaboración con el doctor Filomeno Rodríguez Acosta, una nueva teoría sobre la estrechez mitral funcional, expuesta en el artículo “Estrechez mitral; estrechez mitral funcional” (1912).

Acerca de la educación médica dio a conocer en la Revista Médica Cubana, el artículo “La neuropatología y su enseñanza” (1909). Las páginas de Archivos de Medicina Mental insertaron el trabajo “Necesidad de la enseñanza” (1910). En la revista matancera Médica, se dio a conocer su ensayo “Curar algunas veces, aliviar a menudo y consolar siempre” (1923).
La revista Archivos de la Policlínica publicó sus “Conferencias del Hosp. No. Uno: Varios tipos de atrofia muscular progresiva: Tipo Aran-Duchenne, Tipo Leyden-Mobius, Tipo Charcot-Marie y meningoencefalitis sifilítica”. En la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana leyó los trabajos “Mielitis de origen probablemente blenorrágico” (1907) y “Caso típico de Corea eléctrica” (1908).
La muerte inesperada
El 21 de marzo de 1923, a unos días de cumplir 56 años, el doctor José Antonio Valdés Anciano falleció en La Habana. La causa fue una arritmia cardíaca.

Al morir, la revista matancera Médica le rindió fervoroso tributo. Varios de los médicos que la redactaban habían sido sus discípulos en la Universidad de La Habana. Uno de ellos, Mario E. Dihigo, director de la publicación, expresó en su artículo “In Memoriam”:
“El Dr. José A, Valdés Anciano acaba de fallecer en la Habana después de haber alcanzado toda la gloria y el prestigio a que puede aspirar un médico. Su reputación de profesional probo, de clínico perspicaz y documentado, de eminente neurólogo y de bibliófilo incansable, estaba cimentada, no en esas propagandas a bombo y platillo de curas maravillosas a precio fijo y mediante pagos adelantados, sino en la justipreciación que de sus méritos hacían sus compañeros capaces de juzgarlo y de apreciarlo”.
“Matanzas ha perdido a uno de sus más preclaros y amantes hijos, de esos que han sentido siempre gran cariño por su ciudad natal.—Ni sus ocupaciones ni las distracciones de una gran ciudad, ni los varios años que vivió lejos de nosotros impidieron que frecuentemente nos visitara y nos acogiera con su benevolente amistas y nos aconsejara con su ilimitada experiencia”. (ALH)