El matancero José Antonio Cortina sobresalió por su condición de fundador de la Revista de Cuba, una publicación que hizo historia.

En el caserío de Guanajayabo, que después fue el pueblo de Recreo y más tarde se llamó Máximo Gómez, nació José Antonio Cortina Sotolongo el 19 de marzo de 1853. Parte de su infancia transcurrió en Colón. Cursó la enseñanza primaria en Cárdenas a partir de 1860, en el Colegio de D. Isidro Beoto y en el Colegio El Progreso, de Carlos Arteaga. Se graduó de bachiller en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas, el 30 de julio de 1867.

Comenzó a estudiar en la Universidad de La Habana, donde cursó la Ampliación y el primer año de Leyes. Al mismo tiempo, asistió a las clases superiores en el Colegio El Santo Ángel, de Esteban Sotolongo. Viajó a España el 15 de julio de 1869, donde se graduó de Licenciado en Derecho Administrativo en la Universidad de Barcelona el 12 de marzo de 1872. También alcanzó el grado de Licenciado en Derecho Civil y Canónico, en la Universidad de Madrid, el 17 de marzo de 1873. El 12 de diciembre del propio año obtuvo el título de doctor, también Barcelona.

Durante sus estudios viajó por diversos países europeos y perfeccionó el dominio del francés, el inglés y el italiano. Regresó a Cuba el 12 de febrero de 1874 y se consagró al trabajo en su bufete. Obtuvo un sonado éxito como abogado en una causa sobre billetes falsificados del Banco Español de La Habana. En 1876 viajó con su esposa a los Estados Unidos y en 1878 visitó España.

Los méritos de una obra

Una vez en La Habana, José Antonio Cortina desarrolló una labor política y cultural digna de elogios. Presidió la Sociedad Benéfica y de Recreo “La Caridad del Cerro”, dedicada a la difusión del saber. En ella pronunciaron conferencias destacados intelectuales cubanos como Enrique José Varona y Rafael Montoro. También formó parte del Ateneo de La Habana y del Liceo de Guanabacoa. Llegó a ser Socio de Mérito y vicesecretario de la Sociedad Económica de Amigos del País.

Fue miembro de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, donde integró de la Comisión de Publicaciones y fue Archivero-bibliotecario. El 2 de junio y el 4 de agosto de 1878 leyó un discurso en esta sociedad, sobre un trabajo presentado por el doctor Juan Santos Fernández. El análisis que realizó se publicó, con el título de “Patología ocular etnológica”, en la Revista de Cuba en 1881 y en el Boletín de la Sociedad Antropológica en 1887. Dirigió la filial en Cuba de la Sociedad Abolicionista Española y fue reconocido como un acérrimo enemigo de la esclavitud.

Inicio del discurso de José A. Cortina sobre «Patología ocular etnológica», publicado en la Revista de Cuba en 1881. Archivo del autor.

Se vinculó activamente a la política desde 1878 y fue un destacado líder del Partido Liberal Autonomista, donde llegó a integrar su Junta Central desde el 15 de febrero de 1879. Participó activamente en las campañas políticas de esta agrupación, en las cuales se destacó como orador elocuente y apasionado. En 1881 llegó a ser electo diputado a las Cortes españolas.

Consolidó su prestigio en 1877, cuando logró la absolución del periodista Genaro Valdés, director de El Palenque Literario. Este fue acusado por declarar, en unas efemérides, que el poeta Plácido, condenado a muerte y ejecutado en 1844, era inocente. En el proceso judicial que se le siguió, José Antonio Cortina actuó como abogado defensor.

Estuvo entre los encargados de la publicación, en 1883, de la Historia de la esclavitud de los indios en el Nuevo Mundo, escrita por José Antonio Saco, que había quedado inédita tras la muerte del escritor bayamés. Primero lo hizo por partes en la Revista de Cuba y después apoyó su edición en forma de libro.

Ese mismo año escribió la “Introducción” a las obras de la poetisa Rosa Kruger. Dejó inédito un volumen de poesías, titulado Ecos perdidos, que fue publicado por Luis A. de Arce en 1953. Entre sus creaciones se destacó el poema épico “Las Ruinas del Coliseo”. También sobresalió como traductor.

Considerado un radical dentro del autonomismo, José Antonio Cortina gozó de la amistad de José Martí, Manuel Sanguily y otras figuras defensoras del independentismo. No dudó, incluso, en definir como “inmortal y gloriosa” la obra de los hombres de Yara, al hacer referencia a la Guerra de los Diez Años.

Portada del periódico independentista La República Cubana, del 12 de noviembre de 1896, que rindió homenaje a José A. Cortina. Archivo del autor.

Enamorado de la libertad y amante del progreso científico, José Antonio Cortina sobresalió como defensor de la educación popular y por sus esfuerzos en favor de la divulgación del conocimiento científico. Siempre confió en la ciencia como factor esencial para la libertad humana. Así lo demostró en esta frase:

“Día llegará en que, atravesada nuestra Cuba por canales, ferrocarriles y telégrafos; transformadas sus ciudades por el refinamiento del arte; animados sus grandes puertos por el vapor y la electricidad; engrandecidos sus planteles de educación, y regenerado su gobierno, pueda decir al extranjero que ya en su seno no se miran «En el grado más alto y profundo, Las bellezas del físico mundo, Los horrores del mundo moral»”.

Una revista histórica

La principal realización de José Antonio Cortina fue la publicación, en 1877, de la Revista de Cuba, “Periódico quincenal de Ciencias, Derecho, Literatura y Bellas Artes”. Lo hizo a pesar de tener en contra, desde esos inicios, la suspicacia de los censores gubernamentales. Al respecto, José Martí escribió en 1892 este testimonio:

“«¡Pues la publicaré!» decía José Antonio Cortina en su bufete de la calle de Cuarteles a un redactor de Patria, entonces viajero incógnito en la isla, enseñándole el prospecto de la Revista de Cuba, todo cruzado de las tachas del censor. Y levantaba por el aire el papel, y echaba atrás en ademán de desafío la cabeza hermosa. ¡Ya se venía abajo la guerra, y el mismo que había podido vivir en la ciudad bajo ella, fundaba la Revista de Cuba para continuarla!”.

Portada del primer tomo de la Revista de Cuba (1877). Archivo del autor.

En sus inicios, la Revista de Cuba tuvo una periodicidad quincenal, que fue mensual a partir del tercer número. Además de Cortina, su director, el también matancero Ricardo del Monte mantuvo una destacada labor como redactor, junto al habanero Julián Gassié. Más tarde se incorporaron Antonio Govín, Enrique José Varona, Vidal Morales y Antonio Bachiller y Morales.

En el “Prefacio”, que apareció en el primer número, se lee:

“(…) la Revista se expondría a presentarse escasa de interés y de utilidad, si no se propusiera también seguir con curiosidad y reflejar con exactitud, en la medida de sus débiles fuerzas, el asombroso movimiento científico y literario de la época, consignando el resultado de las múltiples y profundas investigaciones de otros pueblos que, adelantándose a nosotros a gran distancia en saber y cultura, debemos tomar por lumbrera y guía”.

“Conocidos nuestros propósitos, sólo nos falta brindar las páginas de la Revista a todos los que piensan y estudian. A todos pedimos su concurso sin distinción, que la ciencia no reconoce sectas; de todos esperamos colaboración y benevolencia: que cuando la degradación de los caracteres y el escepticismo desenfrenado nos empujan a un abismo insondable, deber es de todos ayudar a combatir el mal, a levantar el nivel moral de su época; y esto sólo puede conseguirse por medio de la Ciencia, cuyo título más glorioso no es la vana curiosidad, sino ese sublime ministerio que siempre ha ejercido en la educación de los pueblos, esa alta misión de atajar la decadencia de los espíritus y de elevar sus aspiraciones, purificándolas por el amor y el cultivo de lo bueno, lo bello y lo verdadero”.

Dentro de las secciones que mantuvo la Revista de Cuba estuvieron “Reimpresiones y obras inéditas”, “Biografía”, que se dedicó a personalidades históricas de la cultura cubana, “Jurisprudencia”, “Literatura general”, “Historia, antigüedades y estudios americanistas”, “Filosofía y ciencia”, “Política” y “Miscelánea”.

La sección “Reimpresiones y obras inéditas”, dio a conocer textos de José Agustín Caballero, José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero, entre otros. Las dedicadas a la ciencia prestaron atención a los avances de esta rama del conocimiento a nivel mundial, en especial a las nuevas ideas que se abrían paso en el campo de la biología, la psicología y la antropología. Sostuvo, en todo momento, la defensa del evolucionismo darwiniano.

Anuncio de la Revista de Cuba publicada en El Buscapié, Puerto Rico, 6 de mayo de 1877. Archivo del autor.

En la Revista de Cuba se publicaron, por primera vez, las “Conferencias filosóficas” de Enrique José Varona, en sus series correspondientes a “Lógica”, “Psicología” y “Moral”. Según Cintio Vitier, estos “cursos libres dictados en la Academia de Ciencias de La Habana de 1880 a 1882, constituyeron el suceso cultural más importante de este período en la Isla”.

Como una derivación de la Revista de Cuba, Cortina organizó reuniones literarias conocidas como “Veladas de la Revista de Cuba”, donde se realizaron serios debates filosóficos. En ellas participaron, además de Cortina, Ricardo del Monte, Rafael Montoro, José Fornaris, Francisco Sellén, Domingo Figarola Caneda, Esteban Borrero, Manuel Sanguily y otros escritores.

La Revista de Cuba fue premiada en la Exposición de Matanzas, celebrada en 1881. También alcanzó Medalla de Oro en la Exposición de Ámsterdam, Holanda, de 1883. Se le consideró una de las mejores de América en su tiempo.

La influencia de la Revista de Cuba, durante los años en que se publicó, fue notable. Significó un impulso para el desarrollo intelectual cubano, tanto en los finales de la Guerra de los Diez Años, como en la época que se inauguró después de su terminación. Sobre este hecho, expresó Ricardo del Monte:

“Al estímulo que partió de la Revista debieron su nacimiento las Veladas Literarias que inauguró y mantuvo Cortina en la Redacción. A esta siguieron poco después la creación de la Sociedad Antropológica de la Habana, destinada a recoger grandes cosechas en campos vírgenes todavía, luego las conferencias del Liceo de Guanabacoa, con extraordinario lucimiento iniciadas y presididas por D. Nicolás Azcárate, y más tarde las tertulias literarias de Cortina y del doctor Céspedes y las brillantes conferencias de “La Caridad del Cerro”, hasta generalizarse en las Sociedades de Recreo de la capital y de casi todas las poblaciones de la Isla la afición a este nuevo género de enseñanza popular y de culto entretenimiento”.

Durante los siete años en que existió, la publicación de la Revista de Cuba fue costeada, casi únicamente, por José Antonio Cortina. Para Manuel de la Cruz, mantener la Revista de Cuba, con tantos obstáculos que debió enfrentar, fue “…un esfuerzo titánico…”. A pesar de la fortaleza física y la juventud que lo animaban, Cortina enfermó y, aunque los médicos se consagraron a salvar su vida, no fue posible. Falleció en La Habana el 14 de noviembre de 1884.

Esquela por la muerte de José A. Cortina, publicada en el Diario de la Marina. Archivo del autor.

La muerte de José Antonio Cortina, a los 31 años, significó también el fin de la Revista de Cuba. El tomo 16, cuyo último número estuvo consagrado por completo a la memoria de su fundador y director, marcó su cese definitivo. Las sentidas manifestaciones de duelo en La Habana quedaron recogidas en el libro Corona fúnebre literaria en honor del ilustre cubano don José Antonio Cortina. Biografía. Homenaje de la prensa. Flores y lágrimas (1884).

Grabado del cortejo fúnebre de José A. Cortina al pasar por la Plaza Isabel II, en La Habana. Publicada en La Ilustración Cubana, Barcelona, en enero 1885. Archivo del autor.

Meses después, La Ilustración Cubana, revista que se publicaba en Barcelona, expresó sobre José Antonio Cortina y su mejor obra, la Revista de Cuba:

“Recuérdanse aún sus trabajos para la abolición de la esclavitud, las grandes sumas invertidas en la Revista de Cuba, los esfuerzos hechos en pro de su partido, sus Veladas y los trabajos que hizo con el deseo de que Cuba ocupase en el mundo un lugar brillante, cual merece por el talento y esfuerzos de sus hijos que desean alcanzar el nivel superior de la cultura en todas las ramas de las ciencias y artes”. (ALH)

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