El matancero Horacio Ferrer Díaz ocupa un lugar de privilegio en la historia de la oftalmología cubana.
En el pueblo matancero de Sabanilla del Encomendador, cuna de grandes personalidades de la ciencia cubana, nació Horacio Ferrer Díaz, el 4 de marzo de 1876. Allí aprendió las primeras letras y después continuó los estudios en el Colegio El Siglo y en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas. Matriculó la carrera de medicina en la Universidad de La Habana en 1893.
El mambí
En los meses previos al 24 de febrero de 1895 fue dependiente en la farmacia La Occidental, en La Habana, donde conspiró en el grupo de Marcos Aguirre. Abandonó los estudios en el segundo año para unirse al Ejército Libertador, lo cual hizo el 14 de julio de 1895. Se le incorporó a la escolta del General en Jefe, Mayor General Máximo Gómez, en condición de sargento de sanidad.
El 13 de agosto de 1896, en el asalto al fuerte de Bagá, Horacio Ferrer Díaz fue herido en el maxilar inferior. Dos meses después salió hacia Estados Unidos en una comisión del gobierno de la República en Armas. Fue operado con éxito de su herida en Nueva York y regresó a Cuba en la expedición del Laurada, dirigida por el Mayor General Carlos Roloff en 1897.
Participó en la toma de Las Tunas con la tropa del Mayor General Calixto García y en el cruce de la trocha por el Mayor General Mario García Menocal en 1898. Fue jefe del estado mayor del General de Brigada Clemente Gómez en Matanzas. Se licenció del Ejército Libertador en 1899, con el grado de comandante.
El médico
Reinició sus estudios de medicina, los que concluyó en 1901. Trabajó como oculista en el Dispensario Tamayo y el Hospital Calixto García. Fue primer teniente médico de sanidad del cuerpo de artillería del Ejército Nacional en 1904. Viajó a Francia en 1906 para profundizar en los conocimientos sobre oftalmología. Se le ascendió a capitán en 1909, a comandante en 1914 y a Teniente coronel en 1917.

A partir de 1918 se desempeñó durante varios años como jefe de la Sección de Sanidad del Ejército Nacional. En esa responsabilidad organizó ese servicio y realizó varias investigaciones relevantes. Publicó un Manual de Higiene Militar. Primeros auxilios (1911), que tuvo una segunda edición en 1912, utilizado durante décadas.
Dirigió en 1911 la vacunación antitífica obligatoria en el Ejército Nacional. Sobre las experiencias y resultados editó los folletos Vacunación anti-tífica. Observaciones sobre 2000 casos curados por el Doctor Horacio Ferrer (1913) y Éxito de la vacuna antitífica en el Ejército (1914). Gracias a su gestión se creó el Hospital General del Ejército.
En 1917 recibió la Orden del Mérito Militar de segunda clase. Ese mismo año fue nombrado director del Hospital Militar General de Columbia. Pasó a retiro en 1928 con el grado de coronel y se dedicó a su consulta particular en el barrio del Vedado, La Habana.
Se opuso a la tiranía de Gerardo Machado y participó en los movimientos conspirativos de los oficiales del ejército. Asumió brevemente como Secretario de Guerra y Marina en el gobierno de Carlos Manuel de Céspedes y de Quesada, en 1933. Opuesto al gobierno de los Cien Días y a las acciones de Fulgencio Batista al frente del ejército, permaneció preso en La Cabaña desde octubre de 1933 hasta febrero de 1934.
A partir de esta fecha, Horacio Ferrer Díaz se dedicó exclusivamente a su labor como oftalmólogo. En 1939 se le concedió una patente por mejoras en dispositivos para la extracción de cataratas por succión. Otras de sus innovaciones fue un aparato para estudiar la retina. También inventó una mesa giratoria de reconocimiento, única en el mundo. Recibió la Gran Cruz de Carlos Manuel de Céspedes.
Integró la Academia Francesa de Oftalmología y la Academia de Oftalmología de México. Fue miembro de honor de la Sociedad Europea y Latinoamericana de Oftalmología. Estuvo entre los integrantes destacados de la Federación Médica de Cuba. Publicó artículos y traducciones en la prensa científica de Cuba, Estados Unidos y Francia. Realizó estudios acerca de la vacunación, las enfermedades venéreas y el tracoma en niños.
Acerca de los aportes de Horacio Ferrer Díaz a la ciencia cubana, valoró en 1928 el escritor José Manuel Carbonell:
“En la vida profesional se distingue como médico militar, como higienista y como oftalmólogo, y sin abandonar la misión de reintegrar la vista a los seres humanos «sumidos en la tristeza infinita de una noche eterna», ha cooperado a progresos científicos de tanta importancia para nuestra patria como la organización modelo del Hospital Militar de la Habana; la introducción práctica en Cuba de la vacuna antitífica; la implantación de la cinematografía como medio de divulgación científica; la publicación de notables trabajos sobre higiene y la importantísima monografía Apuntes sobre la ración alimentaria del obrero cubano, que en el año 1910 le valió un premio especial de la Academia de Ciencias. Débesele, asimismo, una notable obra, Higiene militar, que desde hace varios años se encuentra de texto en nuestro Ejército”.
Resonancias de una obra
Horacio Ferrer Díaz alcanzó gran celebridad en 1923 por la operación de un paciente ciego, debido a cataratas congénitas, al que devolvió la visión con 29 años. El joven se llamaba Antonio Cruz y vivía en Camagüey y se le consideró una de las personas más tardíamente operadas con éxito de esa dolencia. Lo relativo a este caso fue descrito en el reporte “Ciego de nacimiento operado con éxito a los 29 años”, leído por su autor en la Sociedad de Estudios Clínicos de la Habana en 1924. Se publicó ese mismo año en el Boletín del Ejército, la Revista de Medicina y Cirugía, la Revista Médica Cubana y los Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.

Parte de la obra científica de Horacio Ferrer Díaz quedó recogida en la revista Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. Allí publicó “Apuntes sobre la ración alimenticia del obrero cubano” (1910), memoria que recibió premio en un concurso de la institución ese mismo año. También dio a conocer “Contribución de los oculistas cubanos al progreso de la oftalmología” (1929), discurso de recepción como Académico de Número. Otra disertación suya publicada en los Anales, fue “Homenaje a la Sanidad Militar del Ejército Libertador” (1930), la cual pronunció el 19 de mayo de 1927, al inaugurarse los festejos por las bodas de plata de la República.

Acerca de la oftalmología como especialidad médica publicó varios trabajos en esa revista. Estos fueron “La oftalmo-reacción a la tuberculina de Calmete” (1907-1908) y “La tonometría previa en la operación de catarata” (1926) y “A propósito de la tonometría previa en la operación de la catarata” (1927). Fue autor de “Lesiones del nervio óptico provocadas por tumor de la hipófisis” (1927) y “Nuevo dispositivo para la extracción de la catarata por succión” (1939-1940). ). Deben mencionarse “Las sulfas y la penicilina en oftalmología” (1945-1946), “Propulsión voluntaria de los ojos; estudio complementario” (1946-1947) y “Las alteraciones vasculares del fondo del ojo ante el médico internista” (1953-1954).

En 1950 Horacio Ferrer Díaz publicó el libro Con el rifle al hombro (1950). Este volumen contiene sus memorias y está dividido en tres partes: “Recuerdos de la guerra de independencia”, “Las revoluciones en la República” y “Actuando contra Machado y contra los septembristas”. Es un valioso testimonio de la vida en la manigua y de las primeras décadas de la República Burguesa.
Condenó el golpe de estado del 10 de marzo de 1952 y colaboró con los jóvenes revolucionarios del Movimiento 26 de julio. El apartamento donde vivía fue un activo centro conspirativo, con su hija Piedad como protagonista. Allí se ocultaron revolucionarios perseguidos procedentes de otras provincias y se estableció la planta de radio que trasmitió el llamado a la huelga del 9 de abril de 1958.
Tras una activa vida científica y política, Horacio Ferrer Díaz falleció en La Habana el 6 de marzo de 1960. (LLOLL)