El salón de parto está listo. Las futuras madres se quejan de las molestas contracciones. El personal de salud concierta decisiones. La jornada será larga porque ocho mujeres esperan dar a luz. Como dice un viejo proverbio el instante del nacimiento de un bebé es lo más hermoso de la vida, dolor y alegría se unen por un momento. La enfermera de la sala toma su vestuario y con la mayor agilidad viste de verde.

Es rápida, impulsiva, siempre quiere que todo le salga perfecto. Poco a poco va gritando, organiza el trabajo, mientras algunos colegas tratan de calmarla. Así es Gilda Milián la enfermera obstetra: algo ruidosa, pero cuando se encuentra en el salón, todos sienten tranquilidad y confianza. Por más de cuarenta años sobre sus manos comienza la vida.

¿CÓMO ES GILDA DENTRO DEL SALÓN?

“¡Ay mi madre! ¡Bueno! -Salta a los oídos su carisma característico.- «Después que armo un “poquito” de escándalo, para que nada falle, me dicen por favor seño, profe o Gildonia, todo va a estar bien. Y así ocurre con frecuencia. Me gusta que cuando salga el bebé rompa un llanto fuerte, ese sonido provoca muchas sensaciones en mí. Esa es la emoción más grande que experimenta el equipo de trabajo.”

Gilda Milián ha visto nacer a miles de niñas y niños. Por sus manos cargadas de ternura se besan y abrazan motivos de felicidad. Ella es de carácter fuerte, eso nadie lo duda. A la matancera, natural del consejo popular Pueblo Nuevo, muchos le conocen por su carisma y profesionalidad. Sus estudios no comenzaron en el sector de la salud. Ella fuera hoy una ingeniera química industrial, pero la vocación hacia la enfermería transformó su porvenir.

“Todo fue muy rápido. Estuve solamente veinte días en la CUJAE. Siempre me apasionó el mundo de la enfermería y gracias a Iraida Saldívar, que en ese momento atendía los policlínicos, pude ingresar a la carrera. Primero me ofrecieron la especialidad en farmacia, pero no me veía vendiendo medicamentos, realmente no tenía vocación para eso. Había otra compañera que le habían otorgado obstetricia y a mí siempre me gustó trabajar con los niños e hicimos el cambio. Ismary Román se quedó en farmacia y yo en obstetricia. Todavía ambas laboramos en las mismas especialidades.

“Me encanta realizar los partos. Llego al salón y exijo el correcto uso de los medios y los procederes médicos. Soy de las que me meto en todo. A uno le digo: -ese punto que estás dando está mal, a otra corta aquí, es por aquí, es así… Yo en realidad soy muy exigente-.”

LOS PRIMEROS LATIDOS DE GILDA

Muchos conocen a la Gilda colmada de alegría, pero detrás de la mujer recta, de la profesional se esconde una fémina sensible y llena de valores, inculcados en una familia humilde.

“Tuve una infancia muy hermosa, a pesar de la ausencia de mi madre. Todo le tocó a mi abuela porque soy huérfana. Mi familia me educó como la mujer que soy. Lo único que le reprocho a la vida es no haber tenido cerca a mi madre y que hubiese disfrutado de la enfermera que soy.

“Me hice enfermera, cumplí misión internacionalista en Irak y pasado el tiempo perdí también a mi abuela. Eso sí, tuve la dicha que me acompañara en cada triunfo personal y profesional.”

LA ENFERMERÍA, PROFESIÓN POR VOCACIÓN

“Yo creo que desde niña descubrí mi vocación hacia el sector de la salud pública. Recuerdo que integraba un círculo de interés donde nos impartían clases sobre varios temas al respecto. Un día me dije: voy a ser enfermera para salvar vidas, y así lo hice.”

Gilda Milián labora en el Hospital Materno provincial José Ramón López Tabranes en el salón de operaciones, de parto, en recuperación y el área de niños. Allí ejerce su labor, como ella misma dice con todo su carisma, “en una fábrica que no para de producir”.

“En mi formación existen muchos nombres imprescindibles. Migdalina Herrera y Omaida Díaz inculcaron en mí el amor hacia la profesión. Los primeros años trabajé en la sala de paridas. Mi exigencia en el ámbito laboral se la debo a ella. Sin dudas lo que más disfruto de la enfermería es hacer los partos. En la sala siempre se escucha cuando dicen -Gilda este parto es tuyo- y eso me encanta. No existe nada tan gratificante en el mundo como entregar un bebé a su familia.

“Hay un ciclo en el año que tenemos varios nacimientos y en otros momentos baja. Incluso las enfermeras obstetras nos exigían que para graduarnos teníamos que haber transitado ya por veinte nacimientos y yo en su momento hice setenta.  Mi tesis fue del pesquizaje del cáncer cérvico uterino.

DE LAS MUJERES IMPRESCINDIBLES

Poco a poco, Gilda Milián, se ha convertido en una mujer imprescindible. Cada vez que entra al salón vence muchas metas. Ya no es casual que la mayoría de las jóvenes, que actualmente se encuentran ingresadas en el Hospital Materno de Matanzas, fuera Gilda quien las trajera al mundo. “Incluso me dicen: –quiero que seas tú quien me haga el trabajo de parto-. Yo vivo muy orgullosa de lo que soy, enfermera obstetra.”

El respeto, la admiración fluyen hacia su persona por el cariño de pacientes y profesionales. Gilda es la responsable de la unidad obstétrica de Matanzas y muchas familias mueven cielo y tierra para que Gilda se las agencie para recibir a los nuevos bebés. La tarea no es sencilla. Muchas veces la enfermera obstetra por cumplir con su sacerdocio se le olvida hasta su propio cumpleaños. Pero para ella no resulta tarea más compleja que ser portavoz de malas noticias.

“El muy triste estar en el trabajo de parto de una paciente y que el bebé fallezca. Es algo que no puedes describir, es muy duro para uno como persona y profesional y para esa madre que acaba de perder su criatura. ¿Qué le explicas a la familia? ¿Cómo hacerlo? Cuando ocurren hechos como este no puedo levantar la cara del dolor que me embarga, pero al final tengo que darle el frente e informar a la familia.

A pesar de ser jefa de equipo, Gilda invade cualquier espacio para apoyar el servicio. No importa sea un parto, una sutura, reanimación, curas. Simplemente, se las arregla para estar.

LA FUERZA DE LA SANGRE

Mucho contribuye Gilda Milián desde el hogar. Aunque es la menor de cinco hijos, es cabeza de familia. Todos cuentan con la pequeña de tamaño, pero inmensa de pensamiento y de corazón. Un pasaje triste de tu vida lo revela la ausencia de tu mamá y más tarde de una de sus hermanas.

Me siento realizada. Al no tener la dicha de crecer junto a mi mamá, su ejemplo fue mi mayor motivación para llegar hasta donde lo he hecho hoy. Lamentablemente tampoco he tenido la oportunidad de ser madre, he recibido tantos niños que me considero una madre universal.

Mi abuela Ayda Echeverría fue la que me guio y me formó. Ella me dejó realizada. Él único mensaje que le puedo enviar donde quiera que estén es que no hayan podido seguir disfrutando de mis logros y mi pasión por la salud y la enfermería.

FUERA DE CUBA

“Cuando sales a cumplir misión es como decía nuestro comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el cubano se crece ante las dificultades. Investigas, estudias y aprendes. Solamente he tenido la posibilidad de visitar Irak, creo que la misión mía está aquí. Cada vez que quiero salir del país alguien me compromete para ayudar en el nacimiento de un bebé y me quedo.

“No miento cuando, con frecuencia, digo que la enfermería es mi vida. Disfruto mucho ser la profesional que soy hoy. Me gusta que cuenten conmigo. Los médicos confían mucho en mí y eso me llena de satisfacción, tal es así que de mi vida no cambiaría nada. Seguiría siendo la mujer que soy hoy, la Enfermera Obstetra, Gilda Milián.

Palabras con sentido: Gilda Milián

 

 

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