El camino que separa a la cabecera municipal de Martí en la provincia de Matanzas y la Finca Agroecológica Evelio se hace más agreste mientras transcurren los diez kilómetros de trayecto. Al llegar, sorprende la escena en medio de intrincados parajes.

Aún más inverosímil resulta creer que la belleza campesina de las tres caballerías de tierra comprendidas en la finca adscrita a la Cooperativa de Créditos y Servicios Ciro Redondo son obra de un productor y sus dos hijos. Hace diez años, Alfredo y los adolescentes retoños emprendieron viaje por la diversificación productiva en tierras donde el marabú imperaba como rey del paisaje.

El cuidado al detalle de cada área de cultivos o crianza resalta en Evelio. Foto: Héctor Naranjo.

«Siempre he tenido un objetivo bien claro en la finca: producir para mi familia y el país. Aquí no hay descanso, pero siempre tratamos de que las cosas se hagan lo mejor posible en busca de mayores producciones», destacó Alfredo García Alfonso, quien se define más como criador que productor.

«Es difícil, pero a la vez no tanto. Trabajamos los tres juntos y compartimos las labores, lo que hace un poco más fácil la producción. Estaba estudiando, y aún así no dejaba de ayudarlos.», ponderó Osney, uno de los gemelos hijos de Alfredo.

Alrededor de 400 cabezas de ganado en sus distintas variedades tributan a los resultados del lugar, y contribuyen incluso a las ferias municipales. La extensión del cultivo acuícola con tilapias a poco más de seis meses del comienzo rinde frutos, mientras cada alimento animal producido sale del esfuerzo que impregna este trío de hombres.

La familia y el amor de sus miembros ha impulsado la diversificación productiva en la intrincada finca al norte de la provincia de Matanzas. Foto: Héctor Naranjo.

«La familia ha sido un apoyo fundamental, pues mis hijos están a tiempo completo conmigo. Desde que acabaron la escuela se insertaron junto a mí y no han hecho otra cosa que trabajar a mi lado», resaltó el destacado martiense.

A falta de convenio comercial, la apicultura también tiene su espacio en Evelio. Por tradición familiar, elementos derivados de las abejas como miel, polen y propio tienen fines domésticos.

Apoyado en ejemplos provenientes de Mayabeque y La Habana, Alfredo junto a sus dos hijos mira a la apicultura como otra forma de producir la tierra desde sus maneras más diversas. Foto: Héctor Naranjo.

«En ocasiones nos falta un poco de apoyo. Creo que a los campesinos no les vendría mal el acercamiento con personas que conozcan, a partir de la ciencia, cómo elevar los rendimientos», sostuvo Alfredo, mientras resaltaba que «la misión fundamental de cualquier finca es hacerla producir. Si no lo haces, es tener la tierra por tenerla».

Alfredo, Osney y Osmel duermen poco. Ellos saben de la responsabilidad que entraña mantener cada sembrado bien cuidado y los animales con resguardo. Los tres descansan en el desvelo por la alimentación de los martienses y la de su familia. (ALH)

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