El código QR no es tan nuevo en Cuba. Fue a finales de 2020 cuando comenzó a implementarse en la red comercial como parte de la política de informatización de la sociedad.
De manera paulatina, los establecimientos del sector se fueron sumando a esta alternativa de pago que suprime el uso del efectivo, para dar más seguridad y abaratar los costos para las partes involucradas.
Sin embargo, pese a las bondades que brinda, lo cierto es que su uso es nulo o casi nulo en no pocas unidades donde se exhibe un código QR que nadie sabe para qué está.
Así lo pudo constatar esta redactora en la tienda El Palacio, de la ciudad yumurina. Al preguntarle a la dependienta si podía usar la vía para pagar, la joven con total desconocimiento indagó con su compañera del área más cercana, quien le respondió que no.
La negativa sorprendió, pues el código QR personalizado se muestra en la vidriera de dicho departamento. No obstante, ya había experimentado igual frustración en la bodega donde compro en la barriada neopoblana. Allí, el bodeguero también me dijo que no podía acceder a esa modalidad de pago.
Desde sus mismos inicios hubo un rechazo por parte de quienes laboran en determinadas entidades del sector que no reconocen los beneficios de la alternativa. También carecen de la preparación para asumirla.
Otra de las dificultades que han impedido que prenda, sobre todo, en las bodegas, es que por lo general los concurrentes son personas desconocedoras de esas opciones, además de que algunos no disponen de un teléfono con prestaciones para instalar la aplicación EnZona y, en ocasiones, tampoco tienen tarjeta magnética.
Las entidades gastronómicas han corrido con un poco de mejor suerte, si bien la cifra de operaciones registradas guarda relación con las ofertas y con el hecho de que muchas veces se obliga al usuario a pagar por la pasarela si pretende obtener el producto, imposición que busca estimular su uso, pero deja sin elección a los clientes.
Aun cuando el comercio electrónico constituye una de las experiencias del proceso de informatización de la sociedad más cercana a la población, y la dirección del país apuesta por extender sus beneficios, todavía hay mucho trecho por andar en tal sentido.
Mientras algunas propuestas han encontrado una gran aceptación, otras como el código QR han quedado rezagadas y con reservas. Visibilizarlas ha de ser prioridad para extender su uso y lograr la sociedad informatizada a la que aspiramos. (ALH)